ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Tres femorales tres
EL AÑO DE 1947 resultó particularmente trágico para la tauromaquia: el jueves 28 de agosto caía mortalmente herido en la plaza de Linares, Jaén, Manuel Rodríguez Manolete, de sólo 30 años, luego de que el pitón derecho del toro Islero, del para entonces ya legendario hierro de Miura, le partiera la arteria femoral del mismo lado, precisamente al consumar con su habitual lentitud la suerte suprema. Anda por ahí una mala fotografía del instante que ha inspirado a la lírica popular y dio inicio al mito manoletista, quizá el más trascendente en la historia del toreo: le he visto morir matando y le he visto matar muriendo.
POR FATAL COINCIDENCIA, heroica influencia o recóndito afán de imitación, los siguientes dos meses del citado año otros tantos toreros mexicanos morirían a consecuencia de sendas cornadas, también en el triángulo de Scarpa.
UN VALEROSO DIESTRO jalisciense al que los historiadores poca justicia han hecho fue José González Carnicerito de México, nacido en Tepatitlán el 8 de septiembre de 1904 y quien terminaría sus días 43 años después, en la modesta plaza de Vila Viçosa, Portugal, cuando el 14 de septiembre el toro Sombreiro, de Oliveira Irmaos, jugado en séptimo lugar, finalizaría su encastada carrera como uno de los toreros cuña -los que por su arrojo comprometen a sus alternantes- más completos, románticos y explotados que ha habido en México, cuya tradición de desperdicio parece no tener fin, en los toros y en lo demás.
EN LA EFERVESCENTE temporada novilleril de la Plaza México causaba sensación y llenaba el hoy illenable coso un joven de origen español, José Laurentino López, nacido en Nocedo, provincia de León, pero desde los siete años avecindado en nuestro país, que a los 22 y con el apodo de Joselillo estremecía al público por su entrega y quietud delante de los toros.
COMO TODO TORERO con celo y con sello, a las primeras de cambio Joselillo empezó a generar partidarios, istas fervorosos y antis puntuales, lo que trajo como resultado enormes entradas, pasión en los tendidos y... exigencias desmedidas por parte de aquella excitada masa o de algunos reventadores pagados.
EL DOMINGO 28 de septiembre de 1947 se celebró en el coso de Insurgentes una novillada a beneficio de los redactores de prensa. El quinto de la tarde, Ovaciones, de la ganadería mexiquense de Santín, prendió por la ingle al esforzado novel cuando intentaba -enésima coincidencia- ejecutar en terrenos muy comprometidos una manoletina, suerte de muleta popularizada por el también llamado Monstruo de Córdoba.
CUANDO YA HABIA sido dado de alta del grave percance -la eterna diferencia entre el rayo y la raya-, Joselillo sufrió una recaída, falleciendo el martes 14 de octubre de 1947, completando así la tercia de heroicos toreros nacidos ese año a la inmortalidad. Hoy, entre los avances de la ciencia, la mansedumbre y la comodidad...