Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 2 de septiembre de 2002
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Espectáculos
El repertorio para festejar 40 años de cantante incluyó desde Por ti hasta La cabalgata

De lo romántico a la sátira política corrió el concierto de Oscar Chávez en el Auditorio

GABRIEL LEON ZARAGOZA

Una voz, un pensamiento y un hablar pausado, creativo y reflexivo ofreció el maestro Oscar Chávez en el concierto No me toquen ese vals, menos ese fox trot, ante un Auditorio Nacional atiborrado de miles de seguidores, quienes se deleitaron con un repertorio que fue de lo poético a lo político.

Cuarenta años de inconformidad, vida bohemia y de esteta musical fueron festejados al lado de la Camerata de Cuerdas Académicas de Mérida, un cuarteto de guitarras y, por supuesto, de Héctor, Carlos y Julio, integrantes del legendario trío Los Morales, que por años han acompañado a Chávez en sus avatares artísticos.

Impecablemente vestido de negro, Oscar Chávez entró al escenario en medio de unánime ovación y entabló su primer contacto con el auditorio, su público: "¿ya entraron todos?", a lo que los miles de incondicionales seguidores respondieron un cariñoso "sí".

Anoche el domo de Polanco se partió en dos: adentro, los pasillos y asientos se volvieron un hormigueante fluir de personas que atiborraron el recinto. Afuera los revendedores (ya sin nada que vender) y decenas de adeptos del músico-poeta disputaban los escasos boletos a quienes les llegaron a sobrar.

Una moneda de plata, "con un águila completa en su reverso, nótese" en este gobierno panista, decidió la suerte escénica entre Los Morales y la Camerata. El vuelo del águila determinó que los yucatecos abrirían el concierto.

En las casi tres horas de interacción con el público, cada frase, pausa, gesticulación y movimiento corporal del músico era ampliamente celebrado. Fueron instantáneos homenajes a 40 años de talento musical, en 67 largos años de vida y de fungir como vox pópuli.

Las canciones Desdén y Frágil calibraron la calidez del público. Féminas y varones se desgañitaban por ser escuchados, para que su ídolo los complaciera con algún tema.

Voces anónimas soltaron el grito contenido en un año de no verlo: "Te queremos", "Todos". El maestro reviraba "No, (la canción) se llama Frágil", y mantenía el gesto adusto. "Estas composiciones mías, si no las canto yo, no lo hace nadie. Y a veces ni yo mismo", emitía en algo parecido a un

soliloquio que se volvía un retumbar de suspiros ante esa persona que se mostraba y decía las cosas de manera abierta. "Verdadero consigo mismo", decía la gente.

Las incesantes ovaciones no paraban, pero nada interrumpía el portento de voz. Nadie cantaba las canciones, sólo los atrevidos cerraban los ojos y murmuraban.

Dos dedicadas a Chiapas

Boleros y trovas yucatecas entonó Oscar Chávez. Las peticiones no esperaron: Mariana, La niña de Guatemala, Perdón... En menos de una hora las cuerdas se retiraron para dar paso a Los Morales. Con interpretó dos canciones dedicadas a Chiapas "porque no se han cumplido los acuerdos de San Andrés, una de las tres peticiones que el gobierno no ha podido cumplir, como el retiro de las tropas del Ejército y, sobre todo, la firma de la paz. Qué poca vergüenza".

La segunda hora fue de lo romántico a la sátira: "Diego (Fernández de Cevallos) es un coyote de angora"; "para unos, desde el kínder, ahora se debe enseñar el catecismo en lugar del abecedario"... Y se abrió el receso.

Después de 15 minutos regresó ante la incesante y constante ola de aplausos. Ahora sí se sumaron las ovaciones y coros a sus canciones. Entra a escenario y nuevamente las anónimas gritaban: "cuero", "papito". "Mija", respondía Chávez e interpretaba un yucatango entonado por la Camerata.

Otras canciones y otros ritmos se escucharon. La cabalgata, un corrido norteño salpicado de sátira política hacia Santiago Creel y "a esos jinetes que rebuznan en los caballos y que son pinches charros de oficina... Los ocho gobernadores que no gobiernan sus estados, menos sus caballos... Charros que se desmontan de los caballos y que al bajarse se montan a sí mismos", dixit la canción.

Tras otras interpretaciones anunció su retiro del concierto y cantó con Los Morales Comandante Che Guevara; por fin el primer gran esperado de la noche hizo presencia.

Los primeros acordes de Por ti se dejaron sentir y la ovación fue unánime. Hubo lágrimas entre cientos de asistentes.

"Gracias, a ver cómo nos va con el sexenio, nos faltan cuatro. Nos vemos el año que entra", decía Chávez, mientras el público no lo dejaba ir. Interpretó Macondo. Todo era aplausos y coros.

"Hasta pronto", se vuelve a despedir y como el Che y su epigrama "Hasta la victoria siempre", desde sus asientos la estruendosa ovación no lo dejaba retirarse. Aquello se volvió un duelo de peticiones: La niña de Guatemala, Perdón... Regresó e interpretó coplas guerrerenses e invitó a sus músicos y al público a que improvisaran: "A ver qué se les ocurre" porque "no tenemos un gobierno, nos gobierna un big mother".

"Ahora negrita sí, éntrale con calor, que de Guerrero vinimos, hicimos, trujimos esta canción", citaba el estribillo y las rimas brotaron: "De Tijuana a Cancún antes se pasaba por Los Pinos, ahora se pasa por Ciudad Sahagún... Este país es un país de niños y sus chiquilladas, ahí vean al niño Santiago que con su papá Fox, entre los dos, se la pasan diciendo puras pendejadas... Con la venida del Papa y el beso de Fox a su anillo, perdimos un presidente y ganamos un monaguillo..."

En el último encore cantó Un año más sin ti y los anónimos colectivos gritaron, en preámbulo a los festejos patrios, "Viva Oscar Chávez".

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