Rescata el director Claudio Valdés el
arte del benshi en la obra El automóvil gris
"Si hay farándula, hampa y gobierno no sabes
qué es verdad o mentira"
Basada en la cinta de Enrique Rosas, la historia pasó
del drama al humor por el filtro del tiempo
Al estilo del cine silente, Sofía González
e Irene Akiko hacen las voces de más de 50 personajes
MARIANA NORANDI ESPECIAL
El nacimiento del cine mudo en Japón, a diferencia
del resto del mundo, se distingue por la aparición de una singular
figura cinematográfica llamada benshi, personaje que, situado a
un lado de la pantalla, narraba, interpretaba y prestaba su voz a los actores
del cine silente.
Poco a poco, los benshis fueron apropiándose del
protagonismo de los actores fílmicos. Mientras en Hollywood surgían
grandes estrellas como Rodolfo Valentino, Theda Bara o Clara Bow, en Japón
los benshis adquirían más brillo que los actores de la pantalla.
Debido al éxito del que gozaban estos narradores nipones, el público
y la industria cinematográfica japonesa se resistían a la
penetración del cine sonoro. En 1927, cuando el sonido era una inevitable
realidad, en Japón había 6 mil 818 benshis y era poco el
interés que existía por incorporar las nuevas tecnologías
cinematográficas, ya que en ese país predominaba la sensación
de que nunca había habido cine mudo.
En 1932, cuando el cine sonoro había conquistado
el mundo, en Japón, de 400 películas, sólo 45 tenían
sonido. La incorporación del cine sonoro en este país fue
tardía y lenta (1932-39), pero no por eso causó menos estragos.
Famoso es el caso de Heigo, hermano del más internacional cineasta
japonés, Akira Kurosawa, quien en 1933, un año después
de que perdiera su trabajo de benshi, decidió suicidarse.
Entre seducción y estremecimiento
Años
antes de ese lamentable suceso, a finales de la segunda década del
siglo XX, mientras en Japón los benshis seducían a su público
con sus magistrales voces, al otro lado del mundo, en México, la
gente se estremecía ante el realismo de una conmovedora película:
El automóvil gris. Esta cinta, realizada en 1919 por el cineasta
Enrique Rosas, muestra las hazañas de la banda más criminal
de aquel entonces: la banda del automóvil gris. Fue filmada en los
mismos lugares de los hechos y con varios de sus protagonistas.
Hoy, en los albores del siglo XXI, el director teatral
Claudio Valdés Kuri, quien el año pasado nos sorprendió
con la obra De monstruos y prodigios, la historia de los castrati,
rescata otro arte olvidado: el benshi, y se sirve de la mítica cinta
de Rosas para montar una puesta creativa y reveladora: El automóvil
gris. Las actrices Sofía González de León e Irene
Akiko Lida interpretan, al estilo benshi, las voces de los más de
50 personajes de la película. Claudio Valdés nos adentra
en el proceso creativo del montaje del que afirma: "Está más
enfocado en el detalle que en la producción".
-¿Cómo surge la idea de hacer esta obra?
-En 1997 fui invitado al encuentro internacional que se
celebró en Japón con motivo del centenario del cine japonés.
Allí vi un espectáculo benshi interpretado por Sawato Midori,
última heredera directa de esta tradición, ya que estudió
con el último actor benshi. A pesar de que no entendía japonés,
me sentí conmovido por el espectáculo y en seguida pensé
en adaptar esa técnica al cine mudo mexicano. No pude realizar el
proyecto en el momento hasta que, el año pasado, estando en Venezuela
con la obra De Monstruos y prodigios..., me ofrecieron una comisión
para la casa de la cultura de Berlín. El único requisito
era que debían reunirse más de dos nacionalidades sobre el
escenario. Entonces recordé mi proyecto benshi.
-Detrás de este montaje se observa un gran trabajo
de investigación.
-Me doy cuenta de que cuanto más información
genera un suceso, más enriquecida es la puesta en escena. Para esta
obra lo primero que investigamos fue la historia y las características
del cine mudo mexicano. Al parecer hubo casi un centenar de películas,
de las cuales se conservan menos de 10. Después comenzamos a escribir
el guión. Tal como lo hacían los benshis en aquel entonces,
empezamos escribiendo lo que las actrices interpretaban al ver la película.
Luego recurrimos al guión original, publicado por la Cineteca Nacional,
que nos aclaró muchas cosas. También resultaron de gran aportación
los doblajes que se realizaron de esta película en 1933 y 1940.
Pero algo muy importante en esta investigación fue la historia original
de la banda. En esta película, Enrique Rosas se centra únicamente
en los hechos policiacos, es decir, asaltos, persecución, detención
y castigo de los malhechores, pero no aborda las implicaciones políticas
y sociales que tiene esta historia. Se sabe que Higinio Granda, el jefe
de la banda, salió 17 veces de la cárcel y murió de
enfermedad. ¿Hasta qué punto estaría involucrado con
el gobierno esta fichita para gozar de tanta impunidad?
-De esta banda de delincuentes no quedaron testimonios
judiciales y se eliminaron los archivos. ¿Dónde está,
pues, la frontera entre la realidad y el mito?
-Es tan realidad y tan ficción como cualquier caso
actual en este país, sin ir más lejos, ahí tenemos
el caso Colosio. Cuando se mezcla farándula, hampa y gobierno, no
distingues qué es verdad y qué es mentira.
El filtro del tiempo hace a la gente reír
-El humor que aparece en la obra teatral, ¿es creación
de la compañía o del guión original de la película?
-La película es un drama. La gente en aquella época
la veía con espanto y horror. Para ella el tema de la banda era
como para nosotros ahora el Mochaorejas. El filtro del tiempo juega
un papel determinante. Yo nunca dije que tenía que ser gracioso,
pero salió así, era inevitable. Con o sin nuestra interpretación,
el filtro del tiempo hace que la gente se ría.
-Menos en la escena final, en la que Rosas filma el fusilamiento
real de los miembros de la banda.
-Nuestra intención es preparar al espectador para
esa escena. Que sostenga su atención, su interés por la historia
y que conozca los personajes para llegar a la gran escena documental del
fusilamiento. Que, aunque sea cine mudo, sigue siendo muy fuerte. Siempre
será impactante ver la muerte real en pantalla. Fue un shock
en ese entonces y lo sigue siendo ahora.
-¿Qué cualidades debe tener un actor benshi?
-Como decía Sawato Midori, debe amar el cine mudo,
entender muy bien la película, tener contextos y referencias culturales,
capacidades histriónicas y convertirse en medium de las imágenes.
-En tus propuestas escénicas se percibe cierta
melancolía por esos personajes de las artes perdidas como los castrati
o los benshis.
-Tal vez haya algo de eso, pero no lo planeo como una
constante de mi trabajo, sino que se presenta. De alguna manera son figuras
perdidas en el tiempo. Los castrati fueron perdidos en la historia
y los benshis ni se diga. Eran grandes figuras, a veces más estrellas
que los actores. Fueron tan poderosos que, cuando el mundo adoptó
el cine sonoro, Japón tardó 10 años en ceder, bajando
el sonido de las películas que llegaban de occidente. El último
benshi fue en 1939, luego, en la década de los 50 se hizo algo de
benshi, pero ya como una pieza museográfica, no como género.
El automóvil gris: teatro El Galeón
(atrás del Auditorio Nacional). Lunes, martes y miércoles
a las 20:30 horas. Entrada: 120 pesos.