Conmemoran diócesis veracruzanas el Día del Migrante
Discriminación, pobreza y persecución política, causas de la migración: CEM
ANDRES MORALES Y GUADALUPE LOPEZ CORRESPONSALES
Veracruz, 1Ɔ de septiembre. Con la premisa de que "en la Iglesia nadie es extranjero", las diócesis de Veracruz conmemoraron el Día del Migrante 2002 e hicieron un llamado a las autoridades mexicanas y estadunidenses para detener los abusos contra las personas que por necesidad económica abandonan sus hogares y se internan ilegalmente en territorios extranjeros.
Los religiosos veracruzanos pidieron que los gobiernos de ambas naciones dejen de considerar al migrante como delincuente y que se respeten sus derechos humanos, al mismo tiempo que incrementen acciones para desmembrar las bandas de polleros que lucran con la necesidad y engañan a las personas, llevándolos por sitios inhóspitos a una muerte segura.
En un mensaje emitido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) por medio de la Pastoral de la Movilidad Humana, que fue leído en las homilías dominicales de las diócesis de Córdoba, Orizaba, Tuxpan, Papantla, Coatzacoalcos y el puerto de Veracruz, la Iglesia católica lamenta la situación de las personas que emigran huyendo de la pobreza, la persecución política y la discriminación local.
Mientras tanto, en Jalapa, al celebrar la oración por el migrante, a la que convocó el papa Juan Pablo II, el arzobispo de Sergio Obeso Rivera señaló que en el estado, la migración se siente en carne viva, y preguntó: "Cómo disuadir a alguien para que no vaya a Estados Unidos, cuando ya no tiene el pan para llevar a la mesa".
"Pininos" para ayudar a migrantes
En su homilía, Obeso Rivera señaló que en esta diócesis se hacen "pininos" para poder ayudar a los migrantes, por disuadir a quienes quieren irse, por hacerles ver todos los problemas y humillaciones que van a enfrentar y todos los peligros a que exponen a sus familias que se quedan, y decirles cuáles son sus derechos.
"Pero querer disuadir a alguien que está viendo que ya no es posible llevar el pan a la mesa, Ƒcómo vamos a disuadirlo?", destacó el arzobispo.
Agregó que allá los connacionales son objeto de discriminación, de explotación al recibir ingresos inferiores a los de los habitantes de ese país, "pero aun así en una hora de trabajo ganan lo que aquí, en el mejor de los casos, obtienen en una semana, por eso se habla de un sueño y de un espejismo. ƑY quién va a poder disuadirlos en estas condiciones?"