Antonio Gershenson
El acuerdo y la reforma eléctrica
l centro de la discusión sobre la reforma eléctrica
está, hoy, en el Senado. El dictamen en esa institución será
lo que determine, en lo fundamental al menos, el contenido de la reforma.
Pero el Ejecutivo, sabiéndose minoría, sobre todo después
de que el propio Senado rechazó las iniciativas que buscaban reformar
la Constitución, ha buscado presionar a los senadores. Y las formas
públicas de esa presión han sido, sobre todo, por conducto
de las direcciones partidarias, especialmente la del PRI, y mediante los
gobernadores.
De ahí la importancia del Acuerdo Político
por México, suscrito por los presidentes de PRD, PRI, PT y PVEM
en la casa natal de Morelos, en Morelia, Michoacán. Entre los puntos
que tienen relación con esta reforma se plantea la necesidad de
"una reforma eléctrica que fortalezca la soberanía nacional",
garantía de abasto de electricidad con tarifas justas y competitivas,
industria basada en las empresas públicas, restructuración
y autonomía de gestión para las mismas y defensa de la participación
y condición rectora del Estado.
No son estos los únicos elementos del acuerdo.
Se plantean varios puntos importantes y nuevas reuniones similares, pero,
además, se muestra indirectamente otra cosa. Frente a un proceso
de meses de reuniones en Gobernación entre representantes de los
partidos y del gobierno con vistas a consensuar reformas políticas,
sin ningún resultado, en este caso bastó un par de días,
incluida la convocatoria por parte de la presidenta del PRD, para llegar
a acuerdos de gran importancia. No quise dejar de mencionarlo, pese a que
ahora nos ocupamos de la reforma eléctrica. Y, claro, ni tiempo
hubo para reaccionar ante este acuerdo antes de la reunión de senadores
del PRI, el mismo jueves que se publicaba esta información. Su efecto
fue de, por lo menos, atenuar las presiones sobre los senadores en el sentido
de cambiar la Constitución.
Ya vimos el pasado domingo, en este espacio, lo referente
a la propuesta de reforma constitucional por el presidente Fox. Es claro
que no corresponde con, por lo menos, varios puntos del acuerdo. Ahora
nos referiremos a algunas propuestas de cambio a la Ley del Servicio Público
de Energía Eléctrica.
El artículo cuarto de la propuesta señala
que "tampoco se consideran servicio público las actividades de generación,
importación, conducción, transformación y venta directa
o indirecta de energía eléctrica a los usuarios con requerimientos
superiores a 2 mil 500 MW hora por año". Entre esto y lo que ya
vimos que contiene la reforma constitucional, algunos particulares con
medios para hacerlo podrán producir la totalidad de la nueva generación
de energía, y venderla entre una clientela de alto consumo, que
representa por lo menos un tercio de la demanda total. El resto se lo venderían
a la Comisión Federal de Electricidad, que actuaría como
intermediaria con "la plebe", se haría cargo de las marañas
de alambres y cables de distribución y equipos menores, y cada vez
menos de las viejas plantas de generación de electricidad, las cuales
irían representando un porcentaje decreciente del total.
Lo anterior se complementa también con el artículo
48 de la propuesta gubernamental, que establece que estos grandes usuarios,
ahora motivo de un trato especial, podrán comprar la electricidad
de las entidades públicas, pero también mediante el Centro
Nacional de Control de Energía, o directamente de cualquiera de
los generadores privados, o importando la electricidad ellos mismos.
Se hablaba de que serían nacionales los generadores
privados, e incluso eso despertó una polémica en la que se
citó el ejemplo de los bancos, primero privatizados a manos mexicanas
y luego revendidos por éstas a bancos del exterior. Pero no es el
caso aquí, en la iniciativa. El artículo 41 del proyecto
pone como único requisito en este sentido que las empresas estén
"constituidas conforme a las leyes mexicanas". Lo único que debe
hacer una empresa extranjera es abrir aquí una filial, y ya con
eso puede ser generadora de electricidad y venderla en las condiciones
mencionadas.
Bueno, se necesita un permiso, otorgado por quienes ya
los otorgaron en el pasado, incluso a la Enron, famosa ahora no sólo
por su quiebra, sino por los procesos judiciales e incluso penales contra
varios de quienes la dirigieron cuando se les otorgó su permiso
aquí.