El grupo chileno mostró en el Auditorio
Nacional su calidad
Sin parafernalia y con buenas rolas, La Ley rememoró
sus primeros conciertos
El líder, Beto Cuevas, arrancó
el alarido de las seguidoras con sus movimientos eróticos
JUAN JOSE OLIVARES
El grupo chileno La Ley demostró la noche del jueves
ante un Auditorio Nacional lleno de incondicionales seguidores, el porqué
es uno de los grupos más reconocidos en América Latina, al
ofrecer, en casi dos horas, un concierto sencillo de buenas canciones y
sin parafernalia alguna, acostumbrada en los grupos anglosajones.
Los
miembros del grupo sin duda rememoraron sus primeras apariciones en México
(a la que llaman su segunda patria), como la del Angela Peralta en 1993,
cuando promovían su disco Desiertos, luego de la salida de
Iván Delgado, y con la incorporación de su actual líder,
Luis Alberto Cuevas, principal compositor de la banda y quien se ha convertido
en el imán del grupo por su atracción física, su forma
de vestir súper groovy y sus movimientos corporales que incitaron
fuertes gritos de emoción de todas las chicas.
La magia de la sencillez
La Ley presentó un show simple, sólo
con las bases de una potente batería, una bien manejada guitarra
(con todo y efectos), un bajo bien discreto, unas percusiones que bien
apoyaron, algunos secuenciadores, samplers y sintetizadores -controlados
por las manos de Alejandro Ruiz-, y una angelical voz de apoyo, proporcionada
por la jazzista chihuahense Ely Meza, quien por cierto el jueves presentó
su disco llamado Tenderly.
Cuando se escuchó la tercera llamada para iniciar
la función en punto de las ocho y media, La Ley ya estaba aposentada
en el escenario, preparada para lanzar los primeros disparos sonoros. Animal
fue la primera de más de 10 claras muestras de buena música
para los cientos de detractores de la banda, que es considerada como nada
original en el ambiente roquero. Sin duda, lo contrario quedó demostrado
al percibirse un gran oficio de los músicos con su piezas limpias,
preparadas para un concierto masivo. La Ley se esforzó por demostrar
que no sólo son niños bonitos de MTV.
Las rolas Delirando, Eternidad, Hombre, Aquí
y Prisioneros de la piel, siguieron el refuergo de La Ley que implantaba
su ídem. Cuevas, el cantante, seguía con sus movimientos
eróticos que despertaron a cada rato los gritos femeninos y la admiración
del sector masculino.
"Buenas noches, es chingón estar de nuevo aquí",
rezaba Cuevas al terminar la rola Aquí, al tiempo que permitía
el lucimiento del baterista Mauricio Clavería, con sus solos de
bataca, con los que arrancó estruendosos aplausos de los congregados,
que seguramente repitieron su asistencia este viernes.
Luces
multicolores, imágenes sicodélicas emanadas de una pantalla
gigante, pero sobre todo rolitas pop que enganchan a cualquiera, fueron
las constantes del concierto. Continuaron las piezas Intenta amar, Just
another dreamer (canción en inglés realizada en 1989
y que el grupo tiene en lista de espera para grabarse) y El duelo,
del exitoso disco Invisible, en su versión desenchufada,
en la cual Ely no hizo extrañar a su tocaya, pero de apellido Guerra,
al realizar un buen acompañamiento. Cielo market, otro hitazo
de Invisible despertó cierta histeria colectiva, muy a un
estilo fresón, clásico en los seguidores de este grupo, pero
al fin grita incontrolable que se fusionaba con los acordes de la afinada
guitarra de Pedro Frugone.
Mentira, su tan sonada pieza del álbum Unplugged,
se escuchó en todo lo alto de la aguda voz de Cuevas, seguida por
un coro de más de 9 mil personas, incluidos algunos comunicadores
que no ocultaron su gusto por el grupo, a la vez que los críticos
aceptaban, luego de diez años de ser conocidos en nuestro país,
la calidad de los sudamericanos.
Las melosas y el bajón
No pudieron faltar las melosas Fuera de mí
y Paraíso, en lo que fue el peor momento del concierto, el
de más güeva y en el que más de la mitad se sentó
a viborear el atuendo de los músicos, como el del líder Cuevas,
bien ajustadito, lo que permitía ver que está un poco pasado
de peso, al menos a lo que tiene acostumbrado el galán compositor,
quien dedicó Tejedores de ilusión, a la muerte del
anterior cerebro del grupo Andrés Bobe, quien en 1994 falleció
en un accidente automovilístico, cuando aún figuraban en
la banda Luciano Rojas y Rodrigo Aboitiz.
Día cero y la versión original de
El duelo dieron el cerrojazo a uno de los mejores conciertos que
ha dado La Ley en México, donde la venta de sus álbumes Doble
opuesto, Vértigo, MTV Unplugged y Desiertos no se detiene, porque
están en el gusto de la mayoría de las chicas mexicanas.