REPORTAJE /MEDICAMENTOS: ALTERNATIVAS DE PRECIO, CALIDAD Y ABASTO
Conforme aumente su presencia se abaratarían los originales
Los genéricos, apuesta de la Ssa contra la carestía
El precio máximo al público en medicinas "favorece la especulación", asegura Miguel Angel Lezana, coordinador de asesores de Julio Frenk, titular de la Ssa. El mecanismo sirve para ofrecer supuestos "grandes descuentos" y perjudica a las farmacias de poblados pequeños, que no pueden comprar al mayoreo
ANGELES CRUZ /II Y ULTIMA
El apresuramiento del gobierno federal por lanzar al mercado los medicamentos genéricos intercambiables (GI) propició en 1998 campañas de comunicación que confundieron a muchas personas y favorecieron la aparición de Farmacias Similares, cuyo éxito comercial no tiene precedente en el sector salud.
Esa empresa, que dirige Víctor González Torres, surgió el mismo año en que la Secretaría de Salud (Ssa) discutía con la industria farmacéutica trasnacional los términos en que se iniciaría la comercialización de los GI. En su afán, la dependencia federal transmitió a la población mensajes que hablaban de la similitud de los genéricos respecto a los originales o innovadores. Los comparaba con paletas de limón.
Víctor González dice que Farmacias Similares es una alternativa para los mexicanos de escasos recursos que necesitan comprar medicinas baratas. La filosofía de esta compañía, agrega, es "ayudar a los pobres".
En los más de 100 establecimientos que existen en todo el país es posible encontrar medicinas con precios desde cinco pesos, como el Paracetamol con 10 tabletas (analgésico), cuando una de las marcas comerciales más conocidas vende el mismo producto, pero con 20 tabletas, en 38 pesos.
También ofrecen el Ambroxol (jarabe para la tos) a un precio de 25 pesos, mientras que el producto con la misma sustancia activa que se anuncia en televisión se vende en 65 pesos.
Para el control de la diabetes, Farmacias Similares ofrece Metformina, de 850 miligramos, con 30 tabletas, por 30 pesos. Entretanto, ese medicamento, con un componente adicional, elaborado por un laboratorio trasnacional, se vende en 62 pesos, ya incluido 30 por ciento de descuento.
Durante los primeros meses de operación, esa firma fue objeto de una serie de ataques, principalmente de la industria farmacéutica trasnacional.
Ahora, Rafael Gual, secretario ejecutivo de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), explica que no ha habido afectación económica para las grandes empresas, porque las personas que compran en Farmacias Similares son de muy escasos recursos y no forman parte del mercado de las empresas de ese grupo.
Ganancias de $200 millones al mes por "ayudar a los pobres"
Farmacias Similares informó que cuenta con sucursales en todos los estados de la República. Al mes obtiene ganancias de entre 150 y 200 millones de pesos, pero eso no es lo importante, según González Torres, sino que "ayudamos a la gente que lo necesita, los pobres".
Entretanto, Gual resalta la importancia de que los usuarios tengan claro que en México sólo se reconoce oficialmente la existencia de dos tipos de medicamentos: los originales o innovadores y los GI. Los primeros surgen luego de 10 años de investigación. Algunos están protegidos por la patente, cuya vigencia es de 20 años.
Cuando esa protección vence, cualquier laboratorio puede "copiar" la fórmula y producirlo a gran escala para su venta.
Esos fármacos son mucho más baratos porque no han invertido en desarrollo tecnológico ni en publicidad.
Durante años la Ssa registró ese tipo de fármacos, que aun cuando reúnen los requisitos administrativos, no garantizan su efectividad curativa.
El precio máximo al público favorece la especulación
Con los genéricos intercambiables, además de asegurar la calidad, el gobierno federal buscó reducir los precios de las medicinas, tema en el que existen diversos puntos por resolver.
Según la información oficial, entre 1996 y 1998 el precio de la mayoría de las medicinas originales aumentó hasta 200 por ciento, en una carrera que parecía imparable por varias razones. La principal, la falta de competencia para los fabricantes trasnacionales. Con la existencia de los GI, explica Miguel Angel Lezana, coordinador de asesores de la Ssa, se busca generar un contrapeso.
Por otra parte, expresa, habrá que encontrar una alternativa para "el precio máximo al público", que existe desde cuando en México había una política de control.
En la actualidad, explica, el precio máximo lo determina el laboratorio a su arbitrio y lo puede actualizar cada tres meses. Sólo debe avisar a la Secretaría de Economía.
"Ese concepto no sirve como mecanismo de contención de precios. Al contrario, favorece la especulación." Es el origen de las campañas que ofrecen las cadenas farmacéuticas de "grandes descuentos".
Lo que ocurre, agrega, es que ese precio máximo se establece con un margen muy amplio en relación con el costo real del producto. Así, las ganancias no se afectan al ofrecer "rebajas".
Las perjudicadas son las farmacias ubicadas en las ciudades y los poblados pequeños, o bien en la periferia de las grandes urbes, que no compran al mayoreo y, por tanto, no pueden vender con descuento a sus clientes.
Por el contrario, dice el coordinador de asesores del secretario Julio Frenk, se han detectado establecimientos que venden las medicinas por encima del precio máximo.
La Ssa plantea que se utilicen los esquemas del mercado y que los precios se manejen en niveles más razonables.
Aunque Lezana admite que en cualquier parte del mundo los insumos para la salud, en particular los medicamentos, tienden a incrementar sus precios por arriba de las tasas promedio de inflación, señala: "no podemos permitir que se disparen como lo hacen ahora".
Entre los mecanismos de mercado están los GI; conforme aumente su presencia, los innovadores bajarán de precio, explica.
Defensa de los industriales
La visión que sobre este punto tienen los industriales es distinta. Gual asegura que "es relativo lo caro de los medicamentos", porque se debe tomar en cuenta el beneficio que aportan.
Rodrigo Arturo Cárdenas, investigador del Instituto de Ingeniería y estudioso del sistema de patentes, opina que "el medicamento tiene su precio, pero en México lo vemos muy alto porque los sueldos son muy bajos, el poder adquisitivo es muy reducido".
De su lado, Gual expone que si bien hace unos años algunas enfermedades eran muy complicadas y su curación requería de procedimientos clínicos mayores, como la cirugía, ahora se puede recuperar la salud con medicinas de la llamada tercera generación, con muy altos niveles de curación y escasos o nulos efectos secundarios. Esos fármacos tienen que ser caros, subraya.
Enseguida cuestiona: "si existiera ya un medicamento capaz de solucionar el problema de la diabetes a un costo de, por ejemplo, 10 mil pesos, Ƒsería caro si pensamos todo lo que se ahorraría el sistema de salud en la atención de ese enfermo?"
La existencia de una buena política farmacéutica alienta a las empresas a aumentar sus inversiones en el país, agrega. A partir de 1994, señala, cuando se reformó la ley de propiedad industrial para que las patentes duraran 20 años, empezó a crecer la industria farmacéutica.
Entre 1994 y 2000 se invirtieron 200 millones de dólares, mientras que en los seis años anteriores el monto no superó los 60 millones, añade.
En el trienio 1999-2001 se invirtieron casi 350 millones de dólares y, según las estimaciones de la AMIIF, entre 2001 y 2003 el monto será similar. En ello influye, dijo, la garantía que tienen los laboratorios sobre la protección de sus patentes, así como las condiciones económicas y de seguridad jurídica del país.
Aun así, la secretaría tiene por delante el reto de poner los medicamentos al alcance de todos los mexicanos, sobre todo porque según el Programa Nacional de Salud, por la falta de un sistema de protección financiera, dos de cada 10 personas postergan la atención de su salud cuando la requieren, e incluso deben renunciar a ella por falta de recursos económicos.
Además, 20 por ciento de los mexicanos enfrentan problemas para pagar las cuentas de médicos, hospital y fármacos.