Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 25 de agosto de 2002
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Robert Fisk

Arafat lanza su propia "guerra contra el terror"

Así que ahora tenemos la "guerra contra el terror" de Yasser Arafat. En medio de las viviendas miserables de Ein El Helwe -el más grande campamento de re-fugiados de Líbano, con una po-blación de más de 70 mil palestinos que habitan en sus pestilentes y angostas ca-lles- se preguntan si Arafat ha hecho un trato con los estadunidenses, o incluso con los israelíes. ƑPor qué si no, entonces -se preguntan-, habrían tratado las guerrillas del movimiento Fatah de Arafat de arrestar a 10 pistoleros islámicos ligados a Osama Bin Laden?

Como todo aquello que se asocia con los palestinos, desde luego, los planes suelen desbaratarse de mala manera. En una breve pero sangrienta batalla, los 10 hombres buscados -varios de los cuales están acusados de asesinar a jueces de un tribunal de Sidón y de matar a soldados libaneses hace más de dos años- irrumpieron en un puesto de control de Fatah, armados con lanzagranadas y una ametralladora, y dejaron a un dirigente leal a Arafat y un islámico muertos, e hirieron a varios hombres armados.

Los musulmanes barbados, de vocación wahabita, se ocultaron en el campamento mientras que una multitud de grupos políticos y religiosos que se disputan el poder dentro de Ein el Helwe sostuvieron una reunión para decidir un ultimátum que se daría a los 10 hombres para que abandonaran el lugar.

En los días que siguieron al incidente, podía verse a toda facción palestina digna de respeto cargando más equipo que el ejército promedio, con todo y rifles Kalashnikov, lanzagranadas y alguna vieja y obsoleta arma antiaérea. Todo esto por sólo 10 hombres, quienes pertenecen a un gupo que se autodenomina Jaamat al Noor -el Grupo de la Luz- y ninguno de ellos es palestino. Al menos siete son libaneses y los otros tres son kurdos.

"ƑLo puede usted creer? Nos dijeron que abandonáramos nuestro campamento", me dijo un sorprendido y furioso palestino.

De su lado, los hombres de Jaamat han amenazado con provocar un "baño de sangre" en Ein el Helwe. Ciertamente, cuando otro de sus miembros, Badi Hmadeh, fue entregado el mes pasado a la policía libanesa, su máximo dirigente, Ahmed Miqati, advirtió que el campamento sería convertido "en otro Afganistán".

El problema es que estos pocos hombres armados, que además son musulmanes muy estrictos, en verdad son capaces de provocar muchas muertes. En Ein el Helwe hay muchos palestinos simpatizantes de Jaamat. Hamas y Jihad y otras organizaciones musulmanas no quieren que miembros de Jaamat sean arrestados, pero Fatah, que cumple un papel que muchos israelíes quisieran que los hombres de Arafat adoptaran en Cisjordania, los están entregando a las autoridades libanesas.

Jaamat tiene su origen en una larga, salvaje y aún no del todo explicada batalla que nubo lugar en las nieves del Monte Líbano, cerca de la aldea de Dinnieh, hace más de dos años. Fue entonces cuando grupos de musulmanes sunnitas, de los cuales se dice que fueron entregados en Afganistán, atacaron unidades del ejército libanés. Las tropas de Trípoli usaron tanques y helicópteros ar-tillados para reprimir la revuelta. Uno de los que resultaron muertos, Basam Kanj, su-puestamente había sido presentado a Bin Laden unos meses antes por un combatiente libanés llamado Abu Mahjane.

El gobierno libanés sostiene que hay nexos entre estos hombres armados y Bin Laden, pero los palestinos de Ein el Helwe tienen una opinión más cínica. Como me dijo uno de ellos: "Les gustaría tener vínculos con Bin Laden. Les gustaría ser famosos, pero no creo que sean capaces de en-contrar Afganistán en un mapa".

Dado que Bin Laden alguna vez se refirió vagamente a estos hombres, podrían tener más contactos con Al Qaeda de los que creen los refugiados del campamento. Pero Ein el Helwe no es Tora Bora, y los hombres de Jaamat ahora deben enfrentarse con una delegación de palestinos islámicos que les ha solicitado que se vayan por su propia voluntad. El movimiento Fatah de Arafat los quiere fuera en un lapso de 15 días, pero la delegación quiere darles más tiempo.

Los hombres de Jaamat al Noor le han dicho a sus amigos que no reconocen ni a Siria, ni a Líbano, ni a Palestina, y que viven "en el ancho dominio de Alá, con la misión de implementar su decreto". Sus esposas usan chador; sus hogares están decorados con fotografías de Bin Laden. Cuando protestaron por el arresto de Badi Hamadeh, dejaron un artefacto explosivo en Sidón, dentro de la mezquita Al Quds.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

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