Jorge Santibáñez Romellón
šA cancelar 400 viajes por año a EU!
Por primera vez me dio gusto prender mi televisión y ver al vocero del presidente Fox cuando anunció que el viaje a Texas se suspendía por las razones que él explicó y que son ampliamente conocidas. Por fin una acción concreta. En esta ocasión no fue un funcionario o un embajador de la cancillería quien anuncia que México está "preocupado" por lo que acaba de ocurrir o, si la presión es mucha, que se interpondrá "por los canales diplomáticos correspondientes una enérgica protesta". No, ahora fue una decisión directa del Presidente, expuesta en un impecable comunicado de prensa dirigido a los mexicanos y no mediante una cadena estadunidense o una agencia internacional. Felicidades.
Aunque muchos lo cuestionan, la decisión tomada por el Presidente y su equipo es correcta, no porque se pretenda ignorar que el mexicano ejecutado cometió un delito. No hay que confundirse, nadie discutía su culpabilidad. Sino porque la señal enviada por Estados Unidos no tiene más interpretación que la negativa de un país y de su presidente a otro que, según ellos, es "amigo". No se pedía que se violentara ninguna ley o ningún fallo de una corte (como sí era el caso en aquella situación de un fallo de la Suprema Corte en contra de un trabajador indocumentado), sino que se solicitaba un acto de clemencia a un presidente y gobernador amigos, sin ningún costo político para ellos. Si ya ni para eso sirven los amigos -para que den lo que no les cuesta-, pues yo me pregunto: Ƒentonces para qué? La negativa a la solici- tud hecha merece ampliamente un desplante claro de dignidad. Eso fue lo que hizo el Presidente, ni más, ni menos.
El problema es que esa dignidad, por congruencia elemental, tendrá ahora que mantenerse, y en esta lógica cada uno de los 400 mexicanos que año con año fallecen en su intento por cruzar a Estados Unidos se merecen el mismo trato, la misma actitud digna de que fue objeto el coahuilense ejecutado el miércoles pasado. El mexicano ejecutado cometió varios delitos, mató a una persona, vendía cocaína. Los 400 mexicanos que cada año mueren en la frontera, solamente buscan un empleo en el país vecino. El ejecutado fue objeto de un proceso con algunas irregularidades. Los 400 mexicanos no son objeto de ningún proceso, simplemente se pierden y se mueren. El ejecutado fue víctima del sistema judicial de Estados Unidos, mientras los 400 mexicanos que anualmente mueren en la frontera son víctimas de una política migratoria diseñada en Washington e instrumentada en la frontera. El ejecutado murió como consecuencia de una inyección letal y el proceso duró varios minutos, mientras los 400 migrantes en ocasiones murieron de insolación o hipotermia y su muerte duró varias horas, en el proceso hay alucinaciones, momentos de locura, pérdida de la conciencia. Detalles.
Ahora que lo pienso, no solamente el Presidente deberá reaccionar en el futuro como lo hizo en el caso citado. Realmente todos deberíamos hacerlo. Otra atención recibiría el tema migratorio si los medios de comunicación, los analistas, en fin, la sociedad en su conjunto, diéramos la misma difusión y pusiéramos la misma atención a los 400 migrantes que cada año mueren en la frontera que la otorgada al ejecutado el miércoles pasado. Quizá algún equipo de televisión debería seguir -en una especie de Big Brother de los migrantes- a cada uno de ellos desde que salen de su casa y se despiden de la familia que nunca más volverán a ver, cuando en el aeropuerto se les extorsiona, o en el trayecto se les inspecciona -sin importar que la Constitución garantiza su libre tránsito- cuando llegan a las localidades fronterizas y el pollero los amontona en una camioneta y después en un hotel, les quita el dinero y después los lleva por el desierto o las montañas, sufren temperaturas extremas, se pierden, empiezan a alucinar, a creer que todavía están en su pueblo y con su familia, a perder primero la pequeña maleta con la que se desplazan, después la fe, luego la conciencia y finalmente la vida. Tendríamos material para 400 programas por año, más de uno diario.
Sin duda eso no va a pasar, desgraciadamente las cosas no son tan simples. Sin embargo, quisiera creer que estamos ante una toma de conciencia nacional sobre el drama que los mexicanos viven durante su experiencia migratoria. Por lo pronto, el Presidente tendría que cancelar un promedio de 400 viajes por año a Estados Unidos.
Presidente de El Colegio de la Frontera Norte