VIAJE CANCELADO, DECISION CORRECTA
Ayer,
cuatro horas después de que la justicia texana diera muerte al mexicano
Javier Suárez Medina, la Presidencia de la República anunció
la cancelación del viaje que el presidente Vicente Fox planeaba
realizar este mes a Texas, como una "señal de repudio inequívoco
a la ejecución" y con el propósito de contribuir "a fortalecer
el respeto de todos los estados a las normas del derecho internacional".
Cabe recordar que Suárez Medina, convicto por el
homicidio de un agente antidrogas, hace 14 años, fue víctima
de un largo proceso legal afectado por irregularidades y violaciones a
los derechos humanos y a instrumentos internacionales como la Convención
de Viena, y que su sentencia de muerte generó un clamor de rechazo
por parte de organizaciones civiles de México, de Estados Unidos
y de otras naciones, no sólo por los defectos del juicio sino también
porque la pena máxima se aplica, en el país vecino, de manera
racista, clasista y xenófoba, y porque ese castigo representa, por
sí mismo, una grave afrenta a los derechos esenciales, un agravio
intolerable para la ética contemporánea y un acto degradante
de barbarie institucionalizada.
Ha de recordarse, también, que el presidente Fox
realizó personalmente diversas gestiones y formuló peticiones
de clemencia a las autoridades federales y estatales de la nación
vecina, y que nuestro país presentó, ante la Suprema Corte
de Justicia de Washington, una demanda de revisión del juicio que
mereció el respaldo de otros 13 países.
Con esos antecedentes, la determinación presidencial
de cancelar el viaje a Texas es una medida congruente con la defensa de
la vida, de la dignidad y de las tradicionales posturas de México
en contra de la pena de muerte, y merece, en consecuencia, la aprobación
y el pleno respaldo de la sociedad. Esta acción, al igual que la
reciente cancelación del proyecto para construir una terminal aérea
en tierras ejidales de San Salvador Atenco, dignifica y da fortaleza ética
y política a la Presidencia de la República y a su titular.
Es vergonzoso y lamentable, en contraste, el coro de voces
mediáticas y políticas que se alzó ayer -desde antes
de que Suárez Medina fuera privado de la vida mediante una inyección
letal- con el propósito de minimizar ese acto de barbarie, criticar
las gestiones presidenciales en favor del connacional -para quien no se
pedía impunidad, sino respeto estricto de sus derechos humanos-
y demandar que el presidente Fox no desperdiciara la "oportunidad" de entrevistarse
con George W. Bush y el gobernador texano y se abstuviera, en cambio, de
introducir asperezas en la relación bilateral. No faltaron las expresiones
de disgusto por el hecho de que el mandatario saliera "en defensa de un
narcotraficante", y en el coro referido participó incluso el senador
Diego Fernández de Cevallos, a quien la ejecución del reo
mexicano le pareció motivo insuficiente para modificar la agenda
del titular del Ejecutivo.
Ayer, en suma, el país recibió dos noticias
malas: la privación de la vida de un mexicano más en Estados
Unidos y el aplauso o la indiferencia de algunos políticos, informadores
y opinadores, ante esa atrocidad. Pero también recibió la
buena nueva de una inequívoca expresión presidencial en favor
de los derechos humanos, la dignidad de la nación y la legalidad
internacional.