Ana de Ita
Maíz: transgénicos de facto en lugar de moratoria de facto
La industria biotecnológica, los importadores de maíz y algunos científicos mexicanos pretenden utilizar la contaminación probada de variedades nativas de maíz con transgénicos en las comunidades de Oaxaca y Puebla, para construir un marco legislativo favorable a la introducción y liberación comercial del grano transgénico en México. En contra del principio de precaución, su argumento es la inevitabilidad.
Durante el seminario Biotecnología y seguridad, organizado hace unos días por la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado de la República, el doctor Bolívar Zapata señaló que "sería improcedente establecer un marco jurídico restrictivo, porque los transgénicos ya están en México, como es el caso del maíz Bt, además de que se trata de organismos que se siguen construyendo en el mundo para ser utilizados como alimentos y seguirán produciéndose en cantidades gigantescas". (La Jornada 31/07/02)
En México, por ser país centro de origen, diversidad y domesticación de maíz, hasta ahora está prohibida la siembra experimental y comercial de maíz transgénico. A finales de 1998 los científicos especialistas en maíz, reunidos en torno al Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola, en Sanidad Vegetal, de la Secretaría de Agricultura, después de analizar el flujo genético entre el grano criollo, el mejorado y el teocinte, y las implicaciones para el maíz transgénico, decidieron suspender la experimentación en campo de cultivos de maíz transgénico. El comité estableció una moratoria de facto al no aceptar nuevas solicitudes para realizar pruebas de campo.
Sin embargo, el gobierno mexicano a raíz del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica ha alentado las importaciones de maíz de Estados Unidos -alrededor de 6 millones de toneladas anuales-, que contienen mezclado grano genéticamente modificado, sin ningún requisito de segregación ni etiquetado. Estados Unidos produce maíz transgénico en una superficie de 8.5 millones de hectáreas, igual a la superficie cultivada con maíz convencional en México. Las importaciones son la fuente principal de contaminación del maíz nativo.
Según los especialistas en maíz, la contaminación transgénica de las variedades nativas pone en peligro la diversidad de razas de maíz y de sus parientes silvestres o teocintes. "La consecuencia evolutiva del flujo genético mejor conocida es su tendencia a homogeneizar la estructura de la población" (Ellstrand, Prentice y Hancock, 1999). La velocidad de expansión de los transgénicos depende del área plantada con maíz convencional y de la cantidad inicial del grano transgénico, pero "mientras la tasa de difusión sea mayor que cero, es sólo cuestión de tiempo el que los genes modificados se introduzcan a todo el maíz convencional. Es muy fácil integrar nuevos genes al sistema, pero es muy complicado, si no imposible, erradicarlos" (Serratos, Islas y Berthaud, 2001).
A pesar de los 50 años de "revolución verde" en el país, los híbridos o variedades mejoradas de maíz no han logrado conquistar 85 por ciento del territorio que se siembra con grano nativo. Este es el mercado que las compañías biotecnológicas quieren invadir.
Los impulsores del maíz transgénico manejan el eslogan de beneficiar a los campesinos y no alienarlos del progreso, en aras de proteger la biodiversidad. Pero comercialmente sólo existen tres tipos de maíz transgénico: el Bt, que ocupa 66 por ciento de la extensión sembrada, fue diseñado específicamente para controlar al barrenador europeo del maíz Ostrinia nubilalis, que es la plaga más importante en Estados Unidos, Canadá y Europa, pero que en México no existe. Los análisis de costo beneficio de la Universidad de Kentucky concluyen que para Estados Unidos únicamente conviene sembrar maíz Bt cuando la infestación de barrenador es alta, pues si no es el caso, el costo de las semillas transgénicas y la licencia es mayor que la reducción de pérdidas; además, si los precios están bajos, no es rentable el uso de esta semilla. Uno más de sus problemas es el desarrollo de resistencia de los insectos. Otro maíz es el tolerante a herbicidas -20 por ciento de la superficie sembrada-, diseñado para reducir el uso de mano de obra en el deshierbe, que en México terminaría con la cultura de la milpa. Además está el grano que tiene una combinación de ambos transgénicos.
En México la liberación de la siembra comercial de maíz transgénico no provocaría ningún beneficio, pero sí altos riesgos ambientales y económicos. Los promotores del grano transgénico proponen cancelar la moratoria de facto, con una legislación basada en la contaminación transgénica de facto.