Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 13 de agosto de 2002
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Cultura

Teresa del Conde

Réplica

Mi artículo de la semana pasada, ''Ruptura en el Museo Cuevas", ocasionó enojo de un conocedor que fue testigo del periodo y que ya en otras ocasiones se ha manifestado al respecto esgrimiendo el siguiente argumento: ''Hay que investigar, las cosas no fueron así... No fueron como las plantea Felguérez, ni como las plantea José Luis Cuevas".

Objeta igualmente mi planteamiento y el de otras personas que han abordado el tema. Por respeto a su persona y también abundando en el aspecto de la investigación es que ahora dedico un texto más a esto sobre todo porque la exposición Ruptura, en el Museo Cuevas, estará vigente durante los próximos dos meses.

Mi interlocutor insistió en el papel de Juan Soriano como integrante de la Ruptura; también me referí al hecho y mencioné Peces luminosos, realizada a mediados de los años cincuenta. A esto se añade que en torno de Soriano sí había discusiones, aprendizaje y análisis sobre los puntos que entonces se ventilaban. Antes de eso, la Galería Prisse (que funcionó entre 1952 y 1953, dirigida por Vlady y su mujer, Isabel) fue también un núcleo disidente en el que se argumentó bastante.

Pero el auténtico ''manifiesto" de la Ruptura es La cortina de nopal, frase contenida en una carta narrada de José Luis Cuevas (aparecida en abril de 1958) que varios autores, sin revisar el suplemento de Fernando Benítez, han situado en 1956 cuando el mismo Cuevas admite en el catálogo que el texto fue enviado al suplemento de Novedades el 20 de marzo de 1958.

El replicante afirmó que Roger von Gunten sí conoció a los miembros de lo que ahora denominamos Ruptura, pero que no se involucró en manifestaciones o acciones públicas en un principio, por lo que no puede integrársele al grupo (si es que en verdad hubo grupo, algo que está en duda). Añade que una figura de importancia en ese momento fue Valdemar Sjolander y yo no lo pongo en duda, si bien la Ruptura es un fenómeno en cierto modo generacional y el maestro Sjolander es anterior a los otros, no así Soriano que era ''juvenil" (sigue siéndolo), coetáneo de Vlady, además de que él sí, en ese periodo, rompió de forma radical con sus anteriores modos de hacer.

Supone mi eventual contrincante que Gilberto Aceves Navarro también debe ser considerado ''rupturista". Si de aquella generación se trata, lo es, pero no lo es en tanto que estaba involucrado con los sentires de Siqueiros. Y si se ahonda por ese lado (el del abstraccionismo o de plano el de la aparición de la abstracción en México), Siqueiros es uno de los primeros en experimentar esa vena mediante sus ejercicios realizados aproximadamente en 1935, cuando logró influir incluso en Jackson Pollock.

También José Clemente Orozco incursionó, no sólo en pinturas como Paisaje metafísico, sino a través de lo que realizó en la etapa postrera de su vida en la Escuela Normal Superior. Pero esas mociones, como las de Carlos Mérida, Alfonso Michel, el propio Rufino Tamayo, Gun-ther Gerzso en 1942, son antecedentes al movimiento de Ruptura, no así quizá lo que realizó Wolfgang Paalen durante la etapa final de su vida, dicéndole ''adiós" al surrealismo. En su última exposición individual en la Galería Antonio Souza (1958) presentó obras abstractas a base de ritmos y yuxtaposiciones de pigmento.

Se refirió a Kiyoshi Takahashi, a otro escultor japonés cuyo nombre no supo proporcionarme y a Jorge Dubón (ahora Jorge Du Bon) quien efectivamente debe ser analizado en el contexto de Ruptura. Mencionó a Francisco Toledo, pero Toledo no se encontraba en México cuando los de la Ruptura dieron batallas, además de que su primera exposición individual en el DF, en la Galería de Antonio Souza, tuvo lugar en 1959.

Creo que Ruptura corresponde a un contexto, no a mociones o trayectorias individuales. Mi interlocutor propone que se verifique una nueva discusión al respecto, cosa que paso al costo, aunque a mi juicio ya han habido demasiadas. Este tema es bueno para una tesis doctoral.

El primero en hablar de una ''ruptura" (y de allí se tomó la denominación para la exposición con ese título que bautizó a lo que antes era ''la joven pintura", ''la nueva pintura" o, según algún otro autor, ''la nueva escuela mexicana") fue Octavio Paz en Las peras del olmo, hablando en visión retrospectiva.

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