Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 21 de julio de 2002
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Cultura
El arte de viajar, reciente título del estudioso inglés

De Botton: común, pensar que la felicidad se halla fuera de casa

Recorre el mundo con Baudelaire y Flaubert, entre otros

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Pensar en la posibilidad de descubrir nuevos lugares, viajar, dejar la cama en la que se duerme todos los días para despertar tendido en una hamaca en algún lugar exótico, sea cual fuere el significado de esa palabra, es una de las cosas más emocionantes a las que se enfrenta el ser humano. A esa emoción corresponde en igual medida la decepción de encontrarnos en ese lugar que, creíamos, era sinónimo de felicidad. Esa es la tesis que el escritor y filósofo británico Alain de Botton trabaja en su nuevo libro El arte de viajar, que en la edición de Taurus lleva el subtítulo de "Cómo ser más feliz viajando".

Este texto de Botton no dice qué hacer cuando se llega al destino elegido. Trata de responder a la pregunta de cuáles fueron los impulsos que llevaron a planear y emprender un viaje. Lo acompañan en su recorrido por el mundo las anécdotas y reflexiones de Alexander von Humboldt, Charles Baudelaire, Gustave Flaubert y Vincent van Gogh, entre otros.

Este libro, explica en entrevista, ''es para cualquiera que ha sentido que viajar no es fácil, desde un punto de vista sicológico, o para quien quiere hacer una reflexión más profunda acerca de por qué viajamos. Las guías turísticas sólo te dicen sobre los buenos restaurantes y los monumentos, mercados, hoteles, etc., más importantes. Quise alejarme de eso y escribir un análisis acerca de lo que pasa en nuestra mente cuando viajamos. El arte de viajar fue escrito de una manera muy modesta: sólo juego con algunas ideas, no estoy escribiendo una ley" sobre cómo ser feliz viajando.

"Generalmente -explica vía internet- emprendemos un viaje porque queremos ser más felices de lo que somos en casa. A menudo hay muchas complicaciones en nuestra misión: dejamos nuestro hogar, pero encontramos que somos más felices en nuestra propia recámara que en Roma, Londres o Nueva York, y esas cosas me fascinan".

El arte de viajar "consiste en saber cómo apreciar los lugares en los que nos encontramos y reconocer algunas de las dificultades que enfrentamos en el camino de la felicidad cuando estamos lejos de casa", agrega De Botton, autor también de Cómo cambiar tu vida con Proust y Las consolaciones de la filosofía.

Las razones para viajar son muchas, incluidas el trabajo, el sexo o el conocimiento científico, pero en El arte de viajar "el tipo de viaje que analizo es el que es descrito generalmente como 'turismo', es decir, el que hacemos por placer y enriquecimiento cultural", e ironiza: "esta clase de viajes es relativamente reciente, sólo tiene unos 250 años más o menos, y es el resultado del aumento de las posibilidades económicas y de los avances en los medios de transporte".

De Botton (Zurich, 1969) señala que a través del tiempo se ha mantenido la creencia de que el turista es el chico malo y el viajero es el chico bueno, y define al primero como aquel que "se aloja en hoteles grandes y modernos, sólo sigue las guías turísticas, etcétera, mientras el viajero carga una mochila y come en restaurantes locales"; aunque, subraya, "esta división es demasiado simple".

La división real, dice, es buen viajero/mal viajero, "de acuerdo con cuánto esa persona aprecia y entiende el lugar al que viaja. Después de todo hay mochileros (backpackers) que no entienden nada y personas en autobuses con aire acondicionado que lo entienden todo".

Escribir el libro, dice el filósofo a manera de resumen, "me enseñó que los aeropuertos pueden ser hermosos; que los aviones son buenos lugares para pensar; que a veces es mejor leer el folleto que viajar; que los europeos encuentran a Egipto exótico, pero que los egipcios ven a Europa como un lugar exótico; que no debemos leer siempre las guías turísticas; que el paisaje puede ayudar a sentirnos menos envidiosos; que los desiertos son buenas formas para pensar acerca de nuestra mortalidad; que debemos tirar nuestras cámaras fotográficas y empezar a dibujar; que mirar pinturas puede hacernos desear ver lugares, y que nuestras propias recámaras pueden ser tan interesantes como las junglas de América del sur".

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