Haber dado un tratamiento "parejo" a todos los estados fue un desacierto, dice
En "eterna situación de arranque" se encuentra la educación básica en México, señala Justa Ezpeleta
CAROLINA GOMEZ MENA
A una década de haberse iniciado la reforma de la educación básica en México, ésta sigue estando en "eterna situación de arranque", señaló Justa Ezpeleta, profesora investigadora de la Dirección de Investigación Educativa (DIE) del Cinvestav. Esto se debe al enfoque "parejo" que se le dio a la federalización educativa y a que se ignoraron los factores administrativos y laborales en los que se desenvuelven los maestros, que son determinantes en su actividad académica.
Al participar en el foro de análisis La Educación Básica en México: balance y perspectivas, organizado por la publicación Cero en Conducta, la especialista estimó que estas debilidades pueden superarse con "voluntad y capacidad política" por parte del gobierno, entendido éste no sólo como el Ejecutivo, sino también como el Legislativo.
Sostuvo que a nueve años de la entrada en vigor de la Ley General de Educación --la cual fue fruto del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB)--, es pertinente identificar en qué se ha avanzado y en qué no, a fin de corregir el rumbo en donde no hubo aciertos.
Consideró que uno de los puntos más relevantes fue la federalización. No obstante, estimó que haberle dado un tratamiento "parejo" a todos los estados, sean estos pobres o ricos, fue un desacierto, y aún más que eso: una medida "injusta, ya que hay entidades que no tienen ni los recursos ni la capacidad técnica para enfrentar la reforma".
Apuntó que esta situación responde a la aplicación de "recetarios internacionales, en especial del Banco Mundial", y de ahí que no discrimine situaciones sociales, y sobre todo económicas. Y es que, a su parecer, sólo en algunas regiones ha funcionado la federalización educativa y, en general, son aquellas con mayores posibilidades económicas.
Incluso, en un mismo estado hay grandes diferencias, ya que "hay zonas de supervisión en donde hay escuelas en que la reforma está funcionando renovadamente, y en la misma área hay escuelas que todavía no se enteran que en 1992 se firmó el Acuerdo Nacional".
Por el contrario, en los estados pobres, lo único que hará la reforma será "ahondar en corto plazo las profundas diferencias (educativas) que se pretende atenuar", y el principal elemento que contribuirá a ello es la distribución de recursos a los estados.
Puntualizó que aunado a esto, en las entidades pobres "tienden a dominar los caciquizmos" en los que "la educación siempre ha sido una proveedora de empleo para los poderes locales". Ante ello, consideró que el gobierno debe analizar "qué tipo de federalización quiere" y si una de sus prioridades es o no la equidad.
Según Ezpeleta, el lado "bueno" de la reforma es la propuesta de trabajo pedagógica, en especial porque los materiales de actualización académica de la Secretaría de Educación Pública (SEP) son "de lujo", sin embargo "el aparato institucional deficitario impide el aprovechamiento de éstos".
A raíz de ello, Ezpeleta consideró que "habría que repensar las formas de capacitación", porque aunque "hay buenas intenciones, la operatividad está demasiado sujeta a la burocracia", derivado de lo cual "no hay cómo garantizar que los maestros se apropien de esta propuesta", cuyos pilares son el cambio curricular y el trabajo en equipo.
Pese a que una reforma de este tipo "si aterriza lentamente, por lo menos puede tardar 20 años", es necesario, para hacerla más expedita "entrarle al serio nudo político" que se refiere a los aspectos laborales y administrativos".