Erica Palma Dzib, maya, de 38 años, vive en pobreza extrema y padece
leucemia
No hicieron nada más que trabajar, no mataron,
dice mujer de pescador
Su marido, y ocho más, detenidos en Campeche por violar veda de
pulpo
LUIS BOFFIL CORRESPONSAL
Merida, Yuc., 18 de julio. Erica Palma Dzib es
una de las nueve mujeres de Celestún cuyos maridos están
presos desde mayo pasado en el penal de Kobén, Campeche, por violar
la veda de pulpo en Isla Arena, poblado de la vecina entidad. Erica, de
38 años de edad, vive prácticamente en la pobreza extrema
y desde hace dos años padece leucemia.
Palma
Dzib fue una de las mujeres que encabezó una reunión con
el secretario general de Gobierno, Pedro Rivas Gutiérrez, y el alcalde
de Celestún, José Luis Peña Chac, que derivó
en la firma del acuerdo por el cual este martes se liberó a tres
marinos destacamentados en la Zona Naval con sede en Lerma, Campeche, a
quienes la población celestunense retuvo para exigir la excarcelación
de los pescadores yucatecos.
Erica es también una de las que se plantaron ante
el edil y le advirtieron que si sus maridos no estaban libres en un plazo
de 15 días, "la pasaría muy mal".
A Palma Dzib no parece im-portarle su enfermedad. Desde
hace 30 días no consume medicinas y sólo acude a un hospital
de Mérida a recibir quimioterapia.
Su marido, Angel Pérez Baas, preso en Campeche,
le dejó una vivienda con luz y agua potable, y 50 pesos.
No tienen hijos lo que, dijo en entrevista, "es una bendición.
¿Cómo podría darles de comer?"
Afirmó igualmente: "Lo único que quiero
es que mi marido y los de mis otras amigas queden en libertad. No hicieron
nada más que pescar, no mataron a nadie".
Habla maya y sólo estudió hasta el tercer
grado de primaria. Erica sobrevive vendiendo pastelillos y dulces que elabora
en su domicilio.
Además, recibe del alcalde José Luis Peña
Chac una ayuda semanal de 200 pesos. "Hace tres meses estaba yo más
delgada, creo que bajé 10 kilos, pero cuando detuvieron a Angel
supe que no me iba a morir sin luchar y hasta verlo nuevamente conmigo.
No sé de dónde, pero hasta fuerzas me han salido", señaló.
Al igual que Erica, otras ocho mujeres que tienen a sus
maridos encarcelados "no pueden dormir y recriminarán al gobierno
si no cumple su palabra", aseguró.
"De una cosa estoy segura: no me voy a morir sin que los
muchachos estén de regreso en Celestún", sostuvo.