Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 15 de julio de 2002
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Contra

Infarto en la libre empresa de EU

Cae por su propio peso el mito de los gerentes en el poder político

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 14 de julio. El corazón del sistema estadunidense ha tenido un infarto, no mortal pero con consecuencias debilitantes para el cuerpo económico y político del país, y ahora todos están buscando la terapia adecuada para la recuperación de la víctima.

La pérdida de confianza amenaza al propio sistema de "libre empresa", declaró el presidente George W. Bush, pero sus iniciativas presentadas esta semana en Wall Street para enfrentar esta creciente crisis no lograron detener la caída en los mercados bursátiles ni convencer a nadie de que ofrece alguna solución. De hecho, varios legisladores y comentaristas expresaron esta semana que Bush, gran defensor de lo que considera el "capitalismo con conciencia", carece de autoridad moral sobre el tema.

Durante los tres días siguientes al discurso de Bush ante Wall Street el índice Dow Jones se desplomó 473 puntos, mientras que el Senado aprobó por 97 votos a cero una medida para aplicar penas legales mucho más severas que las propuestas por el presidente. El líder republicano de la Cámara, Dennis Hastert, declaró que apoyaba esta propuesta en lugar de la presentada por su propio Ejecutivo. O sea, no tuvo el efecto esperado por los estrategas del presidente, quienes dijeron que este discurso marcaría el momento en que Bush tomaría control del tema.

La expectativa fue que el comandante en jefe de un país ''en guerra'', con un nivel de aprobación pública extraordinariamente alto, detendría la hemorragia provocada por la crisis de confianza en el mundo empresarial. No lo logró.

Peor. Esta semana sólo ofreció más indicios de que la debacle provocada por las fechorías dentro del mundo empresarial estadunidense se agudizará, y ahora las propias figuras encargadas de enfrentar la crisis están bajo sospecha de formar parte de ella. Bush y su vicepresidente, Dick Cheney, se encuentran cada día más bajo escrutinio por su papel en maniobras empresariales como las que desencadenaron esta crisis. Bush, de hecho, participó hace diez años en una práctica -cuando como director de la Harken Energy Corporation obtuvo un préstamo de esa empresa- que esta semana denunció como algo que contribuyó a la crisis actual del mundo empresarial.

La responsabilidad de Cheney como ejecutivo en jefe de la gigantesca empresa de construcción del sector energético Halliburton, ahora bajo investigación de agencias federales por posibles males manejos de contabilidad, está también bajo la lupa. Esta semana una organización derechista -Judicial Watch- presentó una demanda legal contra él a nombre de algunos accionistas, acusando al ahora vicepresidente de responsabilidad en prácticas fraudulentas.

No sólo eso. Ahora el Wall Street Journal descubrió que Cheney participó, en 1996, en un video de promoción de la empresa de contabilidad Arthur Andersen, implicada en gran parte de los escándalos empresariales que estallaron al inicio con el caso de Enron. En el video, Cheney, entonces ejecutivo en jefe de Halliburton, elogia el trabajo de Andersen por aportar "más allá" de lo que se podría esperar de una empresa de auditorías y consultoría empresarial, frase que ahora se presta a otra interpretación, por supuesto. El mes pasado, Andersen fue condenada penalmente por obstrucción de justicia y enfrenta más cargos por sus prácticas en el caso Enron.

Junto con esto, el espectáculo público de altos ejecutivos, algunos de ellos estrellas dentro del mundo empresarial, obligados a presentarse ante el Congreso en audiencias públicas sobre las prácticas sospechosas de sus empresas, ha nutrido este escándalo. Por ejemplo, dos de los que están bajo investigación son Scott Sullivan, el ejecutivo en jefe de finanzas de WorldCom, y Andrew Fastow, ejecutivo en jefe de finanzas de Enron, quienes habían sido condecorados anteriormente con el "premio de excelencia" por la revista CEO, publicación hermana de The Economist.

Al mismo tiempo, el jefe de la agencia federal encargada de investigar las prácticas financieras de las empresas estadunidenses también se encuentra bajo sospecha, y algunos pronostican su pronta destitución. Harvey Pitt, presidente de la Comisión de Valores, fue nombrado en el puesto hace 11 meses por Bush, y ahora está a cargo de las investigaciones de la creciente lista de empresas que cometieron todo tipo de irregularidades, incluyendo posibles fraudes en sus cuentas, entre las que estaría la Halliburton durante el periodo en que Cheney estaba a la cabeza de esa empresa. Al preguntarle si estaba dispuesto a llegar hasta lo más alto -o sea Cheney- en su investigación, Pitt afirmó que su agencia perseguirá a cualquiera que "ha violado la ley".

Sin embargo, hay un coro creciente que busca la destitución de Pitt, señalando que él fue uno de los principales abogados y cabilderos de las grandes empresas de contabilidad y varias empresas de Wall Street antes de ser nombrado al frente de la Comisión de Valores, y que fue uno de los principales promotores del debilitamiento de las normas y controles que permitieron algunas de las prácticas ahora bajo investigación.

Por lo tanto, líderes del Senado, como Tom Daschle y el republicano John McCain, junto con el ex vicepresidente Al Gore, se han pronunciado públicamente por la destitución de Pitt.

Enron, Tyco, WorldCom, Xerox, Adelphia, Global Crossing... la lista crece cada semana. Hasta el momento, el gobierno de Bush ha buscado caracterizar el problema como el de unas cuantas empresas y ejecutivos podridos dentro de un mundo empresarial generalmente decente y honesto. Pero con cada nueva revelación y con el alto perfil y presencia económica de algunas de las empresas (Enron, la séptima empresa más grande de Estados Unidos; WorldCom, dueña de la segunda empresa telefónica más grande del país, la MCI, y otras de nombres famosos como Xerox), este argumento es cada vez más difícil de promover.

Como indicador de que esta crisis se está convirtiendo en un tema central dentro del mundo político, el Congreso se dedicó esta semana a recabar propuestas para reformar las reglas del mundo empresarial.

Los republicanos, reconociendo implícitamente que las propuestas de su presidente eran demasiada tibias, declararon su apoyo a medidas muchos más extensas que las de Bush, incluyendo nuevas sanciones criminales para ejecutivos que defraudan o engañan a inversionistas, y una ampliación de condenas de cárcel para los condenados por este tipo de ilícitos.

El Washington Post señaló que hace un año el perfil de Bush como el primer presidente que sale del mundo de la administración de empresas con un gobierno lleno de ejecutivos empresariales ofrecía una imagen de manejo eficiente y prudente del país, junto con un programa pro empresarial que prometía prosperidad nacional.

Ahora, con el escándalo manchando a Wall Street y al mundo del gran empresariado estadunidense, "el vínculo empresarial del gobierno de Bush y sus políticas pro empresariales son una desventaja".

Para críticos como Kevin Danaher, cofundador de Global Exchange y uno de los estrategas del movimiento contra la globalización empresarial, el problema no es "unas pocas manzanas podridas, sino el carácter del sistema actual. Las empresas básicamente se han apoderado del gobierno; promueven una ideología de desregulación, argumentando que al desregular un mercado todos de alguna manera se beneficiarán.

"Los ejecutivos administran sus empresas en beneficio propio, mientras se vacían los fondos de jubilación de los trabajadores, despiden a empleados, los ciudadanos son engañados... Lo que se necesita es una separación entre el empresariado y el Estado, igual como hubo una separación de Iglesia y Estado", señaló Danaher.

Por cierto, el problema de la confianza dentro de Estados Unidos ha estado empeorando desde hace tiempo, y no sólo en el mundo empresarial, sino en todas las llamadas "grandes instituciones" del país. Vale recordar que el propio sistema político electoral sufrió una grave crisis, aun no superada, en las elecciones presidenciales de 2000, cuando la Suprema Corte, y no el electorado, determinó al ganador. Poco después, organizaciones tan "respetadas" como la Cruz Roja también fueron sometidas a investigaciones por escándalos internos. El Pentágono hasta hoy día no ha logrado contabilizar miles de millones de gastos.

El mundo científico estadunidense también está en la mira, ya que uno de sus integrantes es el sospechoso de los ataques "terroristas" de ántrax. Otra gran institución, la Iglesia católica, está pasando por su peor crisis en la historia a raíz del comportamiento perverso de algunos curas y el encubrimiento de éstos por la alta jerarquía... Ahora los grandes "héroes" del auge económico de la ultima década están en el banquillo de los acusados.

Pronto, al parecer, la pregunta tendrá que ser: Ƒen qué o en quién se puede confiar en este país? Para resolver todo esto tal vez se tendrá que depender del lema en cada billete de dólar: "en Dios confiamos".

Sin emabrgo, hasta el valor del dólar se está cayendo en el mundo.

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