Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 12 de julio de 2002
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Política

Silvia Gómez Tagle

ƑSer de izquierda hoy?

Ser de izquierda hoy en día de verdad está muy difícil, pero cuando se mira el quehacer de la derecha uno siente la necesidad de vencer los obstáculos, porque deja ver que es mucho peor. Basta recordar las cifras millonarias de recursos "mal habidos" que han aflorado recientemente con relación a las campañas electorales de 2000, tanto para Vicente Fox (PAN) como para Francisco Labastida (PRI), y por si no fuera suficiente también legisladores panistas del más alto nivel, como Diego Fernández de Cevallos, están involucrados en negocios millonarios, resultado de sus influencias en el Poder Judicial.

Por un lado tenemos a la derecha: tráfico de influencias, corrupción y manejo de recursos ilegales e ilegítimos en las campañas electorales, que ni siquiera son los peores males del PAN y del PRI. Lo peor es el modelo económico al que se han sometido sin crítica, imponiéndolo a todo el país, y que acarrea creciente desigualdad, pobreza, marginación y la desestructuración de las luchas sociales. Y en el otro lado está una izquierda que requiere asumir sus derrotas como primer paso para generar alternativas en vez de quedar acorralada por el avance de la tecnología, las comunicaciones y el neoliberalismo.

El siglo pasado nos dejó países del bloque socialista que sacrificaron la democracia, la libertad y los derechos humanos en aras de una economía planificada que fracasó rotundamente. Pero lo más grave es que la socialdemocracia reformista, que logró imponer el Estado benefactor después de la Segunda Guerra Mundial como alternativa a un capitalismo salvaje, sometido a una serie de reglas que garantizaran el bienestar de la mayoría de la población, también ha sufrido gravísimas derrotas a raíz de la globalización. ƑCómo decirle a la sociedad que hay esperanza, que es posible detener la destrucción del planeta y el empobrecimiento de millones de seres humanos que en este sistema neoliberal resultan "prescindibles"?

La globalización ha exacerbado los intercambios financieros al punto de que en la actualidad el flujo de divisas, producto de la especulación, es muchas veces superior al valor de la producción real de bienes y servicios a escala planetaria. La economía mundial se caracteriza por el libre comercio en bienes y servicios, y ese mercado de valores ejerce enorme influencia en las economías locales.

El capital financiero disfruta de una situación privilegiada porque tiene mayor movilidad que otros factores de la producción; la globalización del mercado financiero ha reducido la habilidad de los estados-nación para regular el capital porque éste puede desplazarse a otros territorios, evadiendo la acción reguladora del Estado; por eso fracasó el Estado benefactor.

Esto ha obligado a los gobiernos, sean socialdemócratas o neoliberales, a ceder ante las exigencias del capital financiero, a pesar de las inconveniencias que traiga a la población.

El triunfo del capitalismo ultraliberal mundial significa la derrota no sólo de la izquierda, sino también de la democracia porque no hay un espacio nacional para la acción política. ƑCómo pueden reconciliarse las necesidades de una sociedad global con la soberanía de los estados? Ese es el problema crucial que se enfrenta en el siglo xxi.

La izquierda debería contribuir a reconstruir el espacio público para posibilitar la acción colectiva. Los graves errores de los regímenes autoritarios, muchos de ellos producto de revoluciones socialistas, hacen difícil pensar que la "revolución" sea el camino del cambio que garantice mayor libertad, igualdad y justicia. Sin embargo, la población muestra con frecuencia gran desencanto por la democracia que va aparejada a una idea de cambio paulatino de las estructuras sociales y de las instituciones que la sustentan, porque, finalmente, ha quedado presa de los intereses del gran capital y de las elites políticas, como demuestran el Pemexgate, el Foxgate y ahora el Diegogate.

En este contexto las elecciones se reducen a un mero juego entre las elites políticas y económicas en función de intereses particulares.

Si la izquierda ha de reivindicar la democracia, habrá que partir de la construcción de ciudadanía. La experiencia de los partidos de "izquierda" nos enseña que nadie va a "representar" a los pobres y marginados mientras ellos no se representen a sí mismos, mientras no se organicen, mientras no rompan con las cadenas clientelares que han desprestigiado y corrompido tanto a los partidos como a los sindicatos. La tarea supone rehacer el espacio público para las grandes mayorías, no para el mercado, con el fin de dar a la democracia el contenido de los derechos ciudadanos.

El gran desafío tanto para los partidos de izquierda como para las ONG y las organizaciones sociales es profundizar la democracia, establecer un espacio creativo y respetuoso de encuentro (que no de sometimiento de uno al otro), exigir derechos, fortalecer instituciones, promover la constitución de sujetos sociales para colocarse a la cabeza del avance tecnológico y de la globalización.

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