Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 10 de julio de 2002
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Cultura

Javier Aranda Luna

Los nuevos caminos de la censura

No existe régimen autoritario sin censura. Tampoco censura que no lo anticipe. Cientos de años de civilización no han podido erradicarla. Incluso las flaquezas de la democracia moderna tienen su origen en ese mal. La negación de las ideas de los otros, de los diferentes, han anticipado, muchas veces, su represión.

Larga es la tradición de la censura; larga su imbecilidad. Sólo recordemos que el emperador Augusto censuró las obras de Ovidio y que el clero católico prohibió, con hierro, la lectura de la Biblia. A partir de entonces, y seguramente desde mucho antes, los poetas malditos, los pensadores heréticos, los cantantes prohibidos han incrementado el negro inventario de la censura. Lo curioso es que hoy los censores y sus vástagos leen a Bruno y a Voltaire, la historia de Copérnico y la Biblia.

La modernidad, el progreso y la globalización sólo han hecho más sofisticados los métodos de los censores. Los grandes grupos financieros y empresariales, por ejemplo, lejos de conformarse con dominar su nicho de mercado han decidido, muchas veces, dominar y dirigir las conciencias de sus consumidores.

Hace unos meses un empresario mexicano arengó a un grupo de industriales para boicotear el programa de televisión Big brother. Antes de conocerlo consideraba perniciosa su transmisión. Tenía derecho, por supuesto, de no publicitarse en él. Pero cabildear para que otros no lo hicieran fue un acto intolerante de censura. Al correr de los días algunos empresarios que lo apoyaron cambiaron de opinión: sus ventas habían bajado mientras las de sus competidores se incrementaron. El misterio era simple: sus competidores se estaban anunciando en ese reality show de alto rating y ellos no... De inmediato pidieron pautas publicitarias en el controvertido programa.

Curiosamente ese mismo empresario pretendió boicotear, hace más de dos décadas, y con los mismos métodos, a la revista Vuelta que dirigía Octavio Paz. Un ensayo sobre la virgen de Guadalupe irritó al empresario y le pidió al poeta publicar otro ensayo, que rebatiera el que causó su enojo.

''Si no lo haces -amenazó al escritor- te retiraré la publicidad de mis empresas." El poeta, por supuesto, lo mandó a volar y su revista continuó publicándose sin los anuncios del fallido censor.

Otra forma de censura ha sido, en fechas recientes, la política hacendaria del señor Gil. Para él la mayoría de lo que se lee en México es seudopornográfico. Aunque en estas páginas se demostró con cifras duras de fuentes gubernamentales lo contrario, la visión del secretario de Hacienda no ha cambiado. O por lo menos no lo ha hecho saber. Sus asesores Ƒhabrán considerado pornográficos los tratados de anatomía? ƑLos libros de texto en los que se aborda la sexualidad? ƑLa Historia del arte, de Gombrich, por su alto número de desnudos?

El terrorismo fiscal, la negación de estímulos a toda la cadena productiva que gira alrededor del libro, han deprimido más a esa industria cuyo fuerte, más que los traseros desnudos, son las ideas. Es curioso el síndrome del censor: él puede leerlo todo porque se considera inmunizado contra la maldad de los libros, pero duda que otros puedan salir invictos de tan ardua lid. Eso le pasó al conservador Lucas Alamán, quien durante el gobierno de Anastasio Bustamante aceptó de buen grado que no circularan biblias en castellano.

Como ha demostrado con creces este gobierno, a la actividad de los censores nada la detiene. Imagino que para estos aprendices de brujo discutir con escritores de la talla de Gabriel García Márquez, Fernando del Paso, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis o Elena Poniatowska los pone a su altura. ƑCómo serán las tertulias de los nuevos censores? ƑAlzarán las cejas mientras aderezan con cifras que demuestren cómo el producto interno bruto se incrementará porque un librero de Zacatecas no podrá deducir la pluma atómica con la que escribe? ƑTendrán al menos la conversación erudita de un Lucas Alamán? Lo dudo, porque han mostrado que su actividad mental es incesante, pero absolutamente inútil. Son semejantes a los administradores romanos que terminaron por hundir al imperio con sus maniobras monetarias, sus moratorias y el brutal desempleo que provocaron sus políticas de ajuste. Su reino es el de aquellos hombres que, como escribió el poeta, despiertos duermen.

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