Ruptura incluye obras de Pedro Coronel, Gironella, Vicente Rojo
y Roger Von Gunten
Celebrará el Museo Cuevas 10 años de
vida con una muestra colectiva
También exhibirán piezas de Lilia Carrillo, Enrique Echeverría
y el anfitrión, entre otros
MERRY MAC MASTERS
Hace 10 años se inauguró, entre tumultos,
el muy esperado Mu-seo José Luis Cuevas, sede de la colección
de arte que el artista donaba al pueblo de México.
"Cuentan -dice Cuevas- que las colas empezaban en el Zócalo
y mucha gente no pudo entrar. Dentro del museo era imposible caminar. Recuerdo
haber subido las escaleras aterrorizado ante la idea de que el tumulto
podía tirarme al piso, rodaría y moriría en el día
de la inauguración. También recuerdo que en diferentes lugares
surgían voces de mujeres que decían: 'di, José Luis,
que fui la modelo de La giganta'. 'No, no fuiste tú', contestaba.
Eran mujeres que no conocía".
Se volvió a despertar el mismo entusiasmo un año
después, al conmemorar el primer aniversario del recinto con la
apertura de la Sala Erótica. Cuevas relata: "En aquella ocasión
en todas las salas había obra mía reciente, pero la gente
quería entrar a la Sala Erótica. Como corrió la voz
que había una güera encuerada allí (señalando
el mueble que está en nuevo en su estudio), en esa cama inglesa
del siglo XIX, entonces la gente tenía mayor interés para
entrar".
La
Sala Erótica en la actualidad está cerrada, no obstante,
dentro de poco será renovada. Cuevas expresa: "El otro día
decía con cierto humor, bueno, esto sucede en mis diarios eróticos;
ahora serán mis memorias eróticas. Exageré (risas)".
La importancia de llamarse Bertha Cuevas
En una década, sin embargo, suceden muchas cosas.
En primer lugar habría que destacar la muerte de Bertha Cuevas,
esposa del artista, el 9 de mayo de 2000. Aparte de dirigir el museo, ella
trabajó con gran entusiasmo para que saliera adelante el proyecto.
Además, fue quien descubrió el inmueble en donde se creó
el museo: el antiguo convento de Santa Inés.
Cuevas reconoce: "Definitivamente sí se resintió
mucho los primeros meses después de la desaparición de Bertha.
Hubo una especie de desmoralización por parte de muchos de los trabajadores,
que realmente le tenían mucho afecto. Yo mismo, con mi duelo, empecé
a ir poco al museo. Pero, en fin, el tiempo todo va curando de alguna manera...
ahora el museo trabaja a un magnífico ritmo, con muchos proyectos
y una agenda de exposiciones".
Algo que ha hecho mella en la asistencia diaria al recinto
es el ambulantaje, "problema" que no existía en 1992, porque los
vendedores "habían sido reubicados por Camacho Solís (entonces
regente) en un mercado que construyó en la avenida Tlalpan. Lo que
pasa es que no les gustó el encierro, se salieron de allí
y volvieron otra vez a ocupar el centro". También habría
que mencionar "este clima de violencia terrible que de alguna manera ahuyenta
la gente del Centro, que considera inseguro", aunque "insegura es toda
la ciudad de México".
De hecho, alguna vez Cuevas pensó en construir
el museo en un terreno donde había vivido Miguel Covarrubias, en
Tizapán. Pero la calle era estrecha y no había dónde
poner los coches, problema que también existe en el inmueble de
Academia 13. Si el Centro Histórico les resultó atractivo
fue porque Cuevas había nacido allí, en el callejón
del Triunfo, entre Fray Servando Teresa de Mier y Chimalpopoca, mientras
que Bertha tenía "grandes vínculos" con la zona.
Mujeres y arte
Fernando Gamboa, sin embargo, siempre pensó que
el museo debería estar en otro lado. El museógrafo también
insistía: "este museo es José Luis Cuevas y por consiguiente
debe haber nada más obra tuya".
El entrevistado agrega: "Nos reuníamos cada semana
en el restaurante Prendes para hablar de esto; total, al final acabamos
hablando más de mujeres porque Gamboa era muy inclinado a esas cosas.
Pero cuando hablábamos del museo, Gamboa me decía: 'no, José
Luis, el museo debe empezar así, de esta manera, con obra suya y
terminar con obra suya'. 'Pero, don Fernando -respondía-, tengo
una espléndia colección de arte latinoamericano, incluso,
los grabados de Picasso, que también forman parte del acervo'. De
manera que no es un museo dedicado a mi trabajo, ni mucho menos".
Desde antes de que se abriera, el Museo Cuevas ya tenía
una vocación de arte latinoamericano, afirma el creador. Cabe mencionar
que por poco no sobreviva la obra. A falta de un lugar donde poner su colección,
Cuevas la guardó en el Museo de Arte Carrillo Gil. Pero a principios
de los años 80, a consecuencia de una tromba, se inundaron sus bodegas.
El mismo artista vio como los restauradores sacaban del lodo las obras
artísticas, no sólo suyas, sino del propio Carrillo Gil.
Del conjunto, por fortuna, sólo se perdieron seis o siete trabajos
de Cuevas, hecho que considera "menos grave", ya que los podía reponer.
Si no existiera el problema del ambulantaje, expresa el
artista, podría decirse que su museo es el "consentido" del pueblo.
"Lo quieren mucho. Además, hemos querido que no sea elitista como
son muchos de los otros, que invitan a personas muy elegantes, mujeres
muy emperifolladas, enjoyadas, sino que sea un museo de todos, porque la
obra se entregó al pueblo de México, que no es una elite".
El Museo Cuevas conmemorará su décimo aniversario
el martes 9, a las 19:30 horas, con la inauguración de la muestra
colectiva Ruptura, con obras de Lilia Carrillo, Pedro Coronel, Enrique
Echeverría, Manuel Felguérez, Fernando García Ponce,
Alberto Gironella, Roger Von Gunten, Vicente Rojo y del propio anfitrión.