Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 5 de julio de 2002
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Sociedad y Justicia

Según cifras de la FAO, 40% de la población de América Latina vive en la pobreza

Con malnutrición crónica, 815 millones de personas

La zona es de las más ricas en recursos, pero el problema del hambre es político: Simoes

GEORGINA SALDIERNA

En la actualidad 815 millones de personas en el mundo sufren malnutrición crónica, y de ellos 54 millones se encuentran en América Latina y el Caribe, señaló ayer el representante del Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en México, Augusto Simoes.

Al participar en el seminario Obstáculos a la eficacia de los derechos económicos, sociales y culturales, agregó que el problema del hambre es político, pues hay recursos, pero falta decisión para lograr su solución.

Refirió también que en Latinoamérica existen 211 millones de personas que viven en condiciones de pobreza, lo que equivale a 40 por ciento de la población.

La pobreza, añadió, constituye un serio obstáculo para la eficacia del derecho a la alimentación en América Latina, ya que los pobres no tienen los medios para asegurarse el acceso a los alimentos y son quienes primero sufren las consecuencias de una escasez o una elevación en sus precios.

Además, la pobreza limita el acceso a la educación, la salud, el agua potable y los servicios sanitarios, lo que a su vez determina un menor aprovechamiento de los alimentos que se consumen. Si a ello se agrega, en muchos países, la disminución de los niveles de los salarios y de la capacidad de compra de alimentos, el aumento del desempleo y las reducciones del gasto público en el área social, se puede explicar el elevado número de personas que no gozan del derecho a la alimentación en América Latina y el Caribe, explicó.

El funcionario de la FAO mencionó que hay otros factores que inciden en la obstrucción del derecho a la alimentación en el continente, como los planes de ajuste estructural, la falta de control a las trasnacionales, los conflictos sociales, la deuda externa, las sequías, los desastres naturales y la concentración de la tierra.

Destacó que en Latinoamérica vive 8 por ciento de la población mundial, dispone de 25 por ciento de la tierra cultivable del planeta, más de 40 por ciento de los bosques tropicales, 23 por ciento del inventario ganadero y alrededor de 30 por ciento de la reserva de agua dulce. Estos recursos, utilizando métodos de desarrollo sustentable, permitirían obtener los alimentos para la población y generar divisas y recursos para el desarrollo de otros sectores económicos.

En contraste con esa posibilidad, América Latina es el escenario en el que 52 millones de pobres rurales tratan de subsistir en ecosistemas frágiles, tierra insuficiente y formas de tenencia inestable. Todo ello ha determinado el uso de técnicas que favorecen los procesos de degradación: alrededor de 20 por ciento del área total de la región está afectada por la desertificación.

Ante estudiantes y especialistas, señaló que de los 54 millones de latinoamericanos que sufren desnutrición, los más afectados son los residentes en las zonas rurales.

Augusto Simoes consideró que para el presente año las perspectivas alimentarias no son alentadoras, debido a que la crisis internacional ha llevado a los gobiernos a aplicar severos ajustes fiscales, debido a los cuales los programas sociales sufren los mayores recortes. Con todo, añadió que la situación de la región sigue siendo mejor que la de Africa o Asia.

En el mismo evento participó Clarissa Hardy, de la Fundación Chile XXI, quien por su lado sostuvo que en la anterior década ha crecido el empleo, pero no lo suficiente en relación con el aumento de la fuerza de trabajo.

En el panel dedicado a los obstáculos que existen para lograr la eficacia del derecho al trabajo, agregó que los actores más amenazados por el desempleo son las mujeres y los jóvenes.

En el caso de México, refirió que tiene una baja tasa de desempleo, pero los salarios son muy bajos. A escala regional, refirió que hay una tendencia al crecimiento del sector informal y a la reducción de los niveles de protección de los trabajadores.

Javier González Olaechea, director de la Organización Internacional del Trabajo en México, recordó los resultados de una encuesta realizada hace tres años, según la cual la sociedad está desilusionada y frustrada porque el sistema económico no ha podido dar respuesta a las necesidades de empleo. Hay una falta de credibilidad en el Estado, agregó.

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