Se adjudicó la obra a Pemopro, aunque
no cumplía con las especificaciones técnicas
Irregular asignación del proyecto para modernizar
la refinería Francisco I Madero
La contralora de Pemex Refinación lo informó
días antes a Jaime Willars y a Arsenio Farell
ENRIQUE MENDEZ Y GUSTAVO CASTILLO
En febrero de 1999, Pemex Refinación adjudicó
el proyecto de reconfiguración y modernización de la refinería
Francisco I. Madero, en Ciudad Madero, Tamaulipas, a las empresas del consorcio
Pemopro -Sunkyong Engeneering (SK), Triturados Basálticos (Tribasa)
y Siemens-, a pesar de que no garantizaban el cumplimiento de las especificaciones
técnicas y las obligaciones básicas en relación con
las obras, que debieron concluir en marzo pasado.
Estas irregularidades fueron advertidas días antes
de que Pemex Refinación diera a conocer que Pemopro había
ganado la licitación.
Mediante el oficio 18/576/136/99, la contralora interna
de Pemex Refinación, Mónica Barrera Rivera, informó
directamente al entonces director de esta subsidiaria, Jaime Mario Willars
Andrade, y al contralor federal, Arsenio Farell Cubillas, que las propuestas
técnicas de cuatro de los cinco concursantes no cumplían
las especificaciones técnicas establecidas en las bases de la convocatoria.
Advirtió que al firmar el contrato en esas condiciones
no se cumpliría con la Ley de Adquisiciones y Obras Públicas.
Aun así, el contrato PRSPR-050/99AMX ''a mano alzada'' -que obliga
a respetar el precio pactado y la terminación de la obra en un plazo
fijo-, a favor de Pemopro, se firmó el primero de marzo de ese año.
La Jornada posee copia de las minutas de apertura
de las propuestas técnicas de todos los concursantes; de la minuta
de trabajo de evaluación de las propuestas técnicas, donde
se da cuenta de las ''observaciones'' detectadas a cada uno de los consorcios;
de la ''opinión jurídica'' con la que la Unidad Jurídica
de Pemex Refinación justificó que las inconsistencias de
las propuestas no eran motivo de descalificación, así como
de los oficios de Barrera Rivera y del fallo de la licitación.
Estos documentos forman parte del expediente de la investigación
que sobre este caso lleva a cabo la Secretaría de la Contraloría
y Desarrollo Administrativo (Secodam).
La investigación administrativa refiere que el
organismo subsidiario de Petróleos Mexicanos no respetó las
normas jurídicas, pues también firmó un contrato de
''precios unitarios'', que automáticamente representó un
costo adicional del proyecto, debido a que se trató de un convenio
por trabajos fuera de la licitación original.
Situación similar a la denunciada ante la Procuraduría
General de la República (PGR) por los ilícitos detectados
en la refinería de Cadereyta, mediante el oficio de la Secodam número
1103/3160, en contra de Jaime Mario Willars Andrade, de Máximo Téllez
Rosas, ex gerente de Proyectos I; de Roberto Aguilar Sierra, ex contralor
interno, y de Miguel Eduardo Rivera Nava, ex gerente de Control, Evaluación
y Desarrollo Administrativo de la Contraloría Interna de Pemex Refinación.
El fallo a favor de Pemopro, autorizado -según
los documentos en los que aparece su firma- por Willars Andrade, le costará
a la paraestatal 440 millones de dólares adicionales al presupuesto
original de mil 198 millones, por el retraso en la conclusión de
la obra, que debió entregarse en marzo pasado, como se estableció
en el contrato.
Promesas
La
reconfiguración de la refinería Francisco I. Madero fue uno
de los proyectos más ambiciosos en materia energética de
la administración de Ernesto Zedillo, y también una de las
obras que más interés empresarial despertaron.
Según Adrián Lajous Vargas, director de
Pemex en 1999, ''de no haberse tomado la decisión de invertir en
la refinería de Ciudad Madero, este centro industrial hubiera tenido
que cerrarse'', y reveló durante una gira de trabajo por Tamaulipas,
que ''después de analizar a fondo la situación con Pemex
Refinación y el sindicato petrolero, se determinó destinar
recursos para su reconfiguración, en lugar de construir nuevas instalaciones
en otros sitios''.
Declaró que la refinería de Madero procesaría,
cuando las obras estuvieran terminadas, 112 mil barriles diarios adicionales
de crudo y se incrementaría la producción de gasolinas en
30 mil barriles por día; la de destilados intermedios en 10 mil
barriles diarios; la oferta de combustóleo en 28 mil barriles cada
día, y se generarían ''cerca de 2 mil toneladas diarias de
coque'', el residuo del petróleo del que tras el proceso de refinación
todavía se puede extraer más combustible.
Hasta ahora, según información recabada,
la producción de combustibles a la que se comprometió Pemex
está detenida en Madero, y las instalaciones tienen fallas y muchas
de las estructuras no corresponden al proyecto original.
Por ejemplo, en el reporte semanal de Pemex Refinación
del 17 al 23 de marzo de 2001 -del cual se posee copia-, la Gerencia de
Proyectos I reportó que 185 de los trabajos de Pemopro ''requieren
reparaciones factibles, adecuaciones en los procedimientos, mejoramiento
de los sistemas de control, registro, inspección y pruebas, sustitución
de algunos materiales, y algunas aclaraciones técnicas''.
La historia de la asignación va más allá.
Según versiones de personas cercanas al caso -que pidieron se reservara
su nombre-, la entrega del contrato a Pemopro se hizo con la mediación
del empresario Jaime Camil Garza, uno de los más influyentes asesores
de Siemens México.
Camil Garza fue uno de los empresarios más cercanos
al ex presidente Ernesto Zedillo, a quien recibía en su residencia
de Las Brisas, en Acapulco, y acompañaba a bucear en las aguas del
Pacífico los fines de semana.
Estos detalles, supuestamente, también los conoce
el secretario Francisco Barrio, desde enero de 2001.
El camino de las licitaciones
Según el expediente que del caso maneja la Secodam,
en las propuestas técnicas para el proyecto Madero se descubrió
que el consorcio integrado por Snamprogetti e ICA-Fluor Daniel tuvo ocho
observaciones que la imposibilitaban para adjudicarle la obra; a SK-Tribasa-Siemens
se le detectaron seis observaciones; a Chiyoda-Samsung, seis, y a Hyundai-Mecánica
de la Peña, una.
En la minuta de trabajo del primero de febrero de 1999,
levantada en la sala de juntas de la ex refinería de Azcapotzalco,
se señala que en el caso de Bufete Industrial, ''los diferentes
análisis desarrollados por grupos valuadores coinciden en que (su)
oferta no presenta desviaciones relevantes, dado que, en términos
generales, se ajustó estrictamente a las especificaciones, lineamientos
y formatos de las bases de licitación''.
Sin embargo, el contrato fue asignado a SK-Tribasa-Siemens,
a pesar de que la Secodam establece que el cumplimiento de las bases de
licitación ''es indispensable para adjudicar el contrato respectivo''
y que ''sus reglas o cláusulas deben cumplirse estrictamente, de
manera que su violación o modificación después de
la presentación de las ofertas implicaría una violación
al contrato que se llegue a firmar''.
Aun así, el proceso de adjudicación continuó
su trámite y para evadir esas reglas, el 3 de febrero de 1999 la
Unidad Jurídica de Pemex Refinación emitió una opinión
jurídica, detallada en el oficio UJ/PR-033/99, firmado por el coordinador
del área, Luis Ricardo Bouchot Guerrero, en la que se desestimaron
las insuficiencias y las anomalías de los cuatro consorcios con
observaciones.
Ese mismo ''dictamen técnico'' para avalar la viabilidad
de los cuatro proyectos, no está firmado por ninguno de los funcionarios
que tenían la responsabilidad de suscribirlo.
El funcionario, por ejemplo, estableció que no
constituía ''motivo de descalificación'' que SK no presentara
en su propuesta la compra de una bomba de corte/motor, aun cuando ''este
equipo está contemplado en el apartado de equipo crítico
mayor de las bases del concurso''.
Esas mismas consideraciones fueron tomadas en cuenta para
favorecer a las otras empresas concursantes. Es decir, todos los participantes
en la licitación, según el acta del 4 de febrero de 1999,
fueron ''aceptadas técnicamente'' y se procedió a la apertura
de las propuestas económicas.
El documento de aceptación fue firmado por José
Luis Calderón Vázquez, funcionario de la Unidad de Concursos,
Contratos y Precios Unitarios de Pemex; Joaquín Martínez
Yannini y Jorge González Rodríguez, de la Contraloría
Interna en Pemex Refinación; Luis Ricardo Bouchot Guerrero y Oscar
G. Cervantes Cisneros, de la Unidad Jurídica; Oscar Bonfiglio Díaz,
de la Gerencia de Proyectos I, y Jaime Solano Soto, representante de CICATA-IPN,
organismo que tuvo a su cargo la evaluación técnica.
Las propuestas económicas fueron las siguientes:
Bufete Industrial, mil 289 millones 927 mil dólares;
Snamprogetti-ICA-Fluor Daniel, mil 425 millones 874 mil; SK-Tribasa-Siemens,
mil 198 millones; Chiyoda-Samsung, mil 337, y Hyundai-Mecánica de
la Peña, mil 345 millones 684 mil dólares.
Seis días después, la contralora Mónica
Barrera envió el oficio 18/576/0129/99, dirigido a Farell Cubillas,
así como al subsecretario de la Contraloría, Mario López
Araiza Orozco; a Antonio Schleske Farah, jefe de la Unidad de Normatividad
de Adquisiciones, Obras Públicas, Servicios y Patrimonio Federal;
Eduardo Vergara Cabrera, subdirector de Proyectos de Pemex Refinación,
y a Juan Manuel Figueroa Estrada, director del CICATA-IPN.
En ese documento advirtió que dos de las cláusulas
del proyecto de contrato, en las que la Unidad Jurídica justificó
el incumplimiento de las bases de licitación, si bien eran de ''gran
utilidad para la defensa de los intereses'' del organismo, no sustituían
a la Ley de Adquisiciones y Obras Públicas, y por tanto no podían
dejar sin efecto ''la evaluación técnica'' que Pemex debió
respetar.
Además, recomendó que la dirección
de Pemex Refinación analizara ''la sustentación'' de los
informes realizados por el auditor técnico respecto de la duración
de los proyectos, y de la estimación de los precios de la obra,
porque podrían ''impactar en costos financieros adicionales, anticipos
ocultos o desfasamientos de los avances físico-financieros de
proyectos a concluirse en el siguiente milenio''.
Pemex ''a su tiempo, va a pagar'', sentenció la
contralora, quien renunció a su cargo el 12 de febrero de 1999,
tras haber notificado de las irregularidades a Arsenio Farell y negarse
a avalar el ''dictamen técnico'' que elaboró la Unidad Jurídica
para justificar que las irregularidades en las ofertas no eran motivo de
descalificación.