Después de Testigos del tiempo,
la fotógrafa vuelve a mostrar obra en México
Flor Garduño asume los desnudos femeninos como
''cuerpos de la vida''
Anoche se inauguró su exposición en el
Centro de la Imagen Efectúa en Flor un viaje interno
mediante un juego entre el nombre y ese receptáculo
de belleza, sensualidad y fertilidad
MERRY MAC MASTERS
''Cuerpos de la vida" es como Flor Garduño (DF,
1957) se refiere a los desnudos femeninos de su más reciente proyecto
fotográfico: un viaje interno de nombre, como ella, Flor.
Las piernas a veces rechonchas y el vientre no siempre plano de sus modelos
distan mucho de las figuras estereotipadas, a la vez que imposibles de
lograr, con las que bombardea la publicidad. No obstante, son imágenes
que permiten a las mujeres reconocerse en un reflejo factible o familiar.
Por una parte Flor se titula la exposición
que anoche inauguró Garduño en el Centro de la Imagen. Por
otra, Flor se llama el libro, con introducción de la poeta
Verónica Volkow, que en México publica la editorial Lunwerg,
y que será presentado el 4 de julio a la misma hora en ese espacio
de Plaza de la Ciudadela 2, Centro Histórico. El mismo volumen tiene
diferentes editores en Estados Unidos, Inglaterra -la edición en
inglés lleva el título de Inner light (Luz interior)-,
Alemania e Italia.
Naturalezas silenciosas
El
proyecto Flor, nacido en 1992 junto con Azul, primera de los dos
hijos de Garduño, le permitió retomar los géneros
que ha trabajado a lo largo de su carrera de 25 años: el animal,
las naturalezas silenciosas -no le gusta llamarlas muertas-, el retrato
y el desnudo. Además toca los temas de la feminidad, la maternidad,
en fin, de la mujer. Por eso Flor tampoco podría ser un libro
''de desnudos".
Para Garduño fue muy difícil convencer a
sus editores de que la dejaran entreverar el desnudo con la naturaleza
silenciosa. Sin embargo, al pasar el tiempo, el volumen tomó una
estructura que, de acuerdo con la entrevistada, se sostiene como ''un discurso
íntimo, de la vida". Para la fotógrafa, si la publicación
tiene un valor, ése sería ''haberse atrevido a romper con
el esquema del libro meramente de desnudo". La muestra ya se ha presentado
en Italia y en Suiza (donde radica Garduño). En esos países
las mujeres se acercaron a la fotógrafa para darle las gracias porque
''en muchas imágenes nos reconocemos".
La entrevistada no aparece en ninguna de sus fotos, sin
embargo las considera en principio ''autorretratos". Explica: ''Todas son
fuentes de obsesiones que tengo dentro de mí. Por eso también
el título del libro, porque era un juego entre el nombre y la flor,
este receptáculo de belleza, de sensualidad, de fertilidad, de reproducción".
Complicidad de la amistad
-¿Cómo logras proyectarte de esa manera
con tus modelos?
-Sólo con mucho cariño, con una confraternidad,
con una solidaridad, con una complicidad absoluta. La mayoría de
las fotos, o todas, sin esa complicidad de la amistad, de tantas cosas
entre las amigas, no se hubieron podido hacer. Algunas veces que trabajé
con personas que no eran amigas mías no tuve mucho éxito
en mis fotografías. No me sentía a gusto y de hecho no las
presenté.
-¿Qué representa para un fotógrafo
voltear la mirada hacia adentro?
-Pienso que es dejarte en el vacío. Es tratar de
estar como un canal, como una especie de meditación, de tratar de
salir. En el momento que estás trabajando, permitirte salir y entrar
en una comunicación de lo que ocurre, porque la mayoría de
las veces uno tiene una idea, una fantasía, una obsesión,
por la que quieres trabajar. Pero cuando te dejas así, flojita,
suelta, pasan muchas otras cosas imprevistas.
Más que un ritual, Garduño siente la fotografía
como una meditación porque ''cuando trabajo es un sentirme muy plena.
Son los momentos en que me siento realizada. Muchas veces me siento frustrada
cuando no entro en esta comunicación, en este vacío. Cuando
tengo muchas expectativas, cuando estoy llena de deseos, es cuando no me
sale nada. Pero cuando dejo fluir la cosa pasan un montón de cosas,
con modelo y aun con las flores".
El viaje interno de Flor se contrasta con su trabajo
anterior de periplos por las Américas, cuyos ''diarios" se recogieron
en tres libros. Su muestra Testigos del tiempo se exhibió
en 1992 en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Durante varios años
itineró por México. Desde entonces Garduño no exhibía
aquí en forma individual.