La otra batalla
"Cada día salíamos sin rumbo. Ibamos calle por calle buscando negocios y comercios para introducir nuestros productos. Eramos sólo unos cuantos y simplemente no teníamos adónde ir, la única divisa era ofrecer la producción de refrescos Pascual, sin límites, hasta donde nos alcanzaran las fuerzas, štodas nuestras fuerzas!", relataron Alejandro López Mejía y Raymundo Nolasco, trabajadores de la cooperativa Pascual.
Orgullosos relataron que en 1984, al poner en marcha la cooperativa tras el conflicto laboral que habían iniciado en 1982, y que ganaron en defensa de mejores condiciones salariales, sus ventas anuales eran sólo de 3 mil cajas de refresco Pascual; hoy sus ventas han llegado a 24 millones de cajas de refrescos al año. Desde hace tres años se habían fijado la meta de incrementarlas a 40 millones anuales, pero para ello deben librar otra batalla contra la competencia desleal de las transnacionales, "principalmente Coca-Cola", compañía que condiciona la venta de sus productos a contratos de exclusividad con sus clientes.
Este tipo de competencia desleal se permite a pesar de que la Ley Federal de Competencia establece que el mercado es de libre concurrencia para todos los productos; sin embargo, su poderío económico le permite condicionar su venta obligando a sus clientes a firmar estos contratos de exclusividad.
Indicaron que aunado a ello los productos de este tipo de empresas no representan un alto costo y disponen de un gran capital para invertir en publicidad, mientras que en el caso de la cooperativa Pascual, por estar ligada al campo, cultivar productos de origen natural -entre cuyos ingredientes figura la caña de azúcar, pues no se utiliza la alta fructuosa-, sus costos de producción se elevan y hacen casi imposible competir con ellos. A pesar de todo la cooperativa Pascual mantiene su compromiso social de mantener la calidad de los productos, concluyeron.
BERTHA TERESA RAMIREZ