Insiste en que sólo aceptará la rendición rebelde
A tres años de guerra en Chechenia el Kremlin reitera su rechazo a negociar
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 27 de junio. La segunda guerra de Chechenia, cuyo inicio catapultó a Vladimir Putin a niveles de popularidad que unos meses después aseguraron su elección como presidente de Rusia, ya va a cumplir su tercer año, pero el Kremlin insiste que lo único que está dispuesto a negociar es la rendición incondicional de los rebeldes chechenos.
Por enésima ocasión las autoridades rusas rechazaron una nueva oferta del líder de los separatistas, Aslán Masjadov, de decretar un cese del fuego, esta vez a partir del próximo 15 de julio, y de sentarse a negociar un arreglo político.
Masjadov formuló su propuesta en una misiva a Putin hace unos días, y la reiteró en una carta abierta a los líderes del Grupo de los Ocho (G-8, en este caso menos Rusia), a quienes pidió interceder ante Putin durante su reunión en Kananaskis, Canadá.
"Estoy convencido -escribió Masjadov- que la propuesta (de suspender hostilidades) es un primer paso para resolver por medios pacíficos este conflicto y para corregir los trágicos errores que marcan las relaciones ruso-chechenas".
Tras advertir que continuar apostando por una solución de fuerza "sólo puede causar más víctimas y agravar las contradicciones entre Rusia y Chechenia", Masjadov exhortó a los restantes dirigentes del G-8 a "convencer al presidente Putin de que acepte esta iniciativa", y les pidió que apoyen "los esfuerzos por poner fin a esta tragedia prolongada, cruel e inútil".
El tema de Chechenia, al menos en el lenguaje de las declaraciones oficiales, no se tocó en la cumbre de Canadá, mientras el Kremlin rechazó la propuesta de Masjadov.
Para el vocero presidencial encargado de Chechenia, Serguei Yastrzhembsky, resulta extraño que el líder de los rebeldes chechenos "esté tocando desesperadamente a una puerta que sigue abierta, ya que nadie impide que sus representantes entren en contacto con los del gobierno de Rusia, para sostener negociaciones en los términos planteados por el presidente Putin (a fines de septiembre pasado)".
Traducido al cristiano, Yastrzhembsky ratificó que Rusia sólo admite como temas a negociar cuándo y dónde depondrán las armas los rebeldes chechenos, según exigió Putin en el ultimátum que les planteó cuando quiso convertir dicho conflicto, en las semanas posteriores a los atentados en Estados Unidos, en elemento de puja dentro de la llamada coalición antiterrorista.
Pasado casi un año desde el ultimátum, con cotidiana intensidad, continúa la guerra de guerrillas en el Cáucaso del norte y, si algo ha cambiado, es únicamente el número de bajas, cada vez mayor por ambos lados.
No obstante, Rusia mantiene la posición oficial de que no hay combates en Chechenia y, por tanto, carece de sentido decretar un cese del fuego como propone Masjadov. Lo volvió a decir Yastrzhembsky y en el mismo sentido se manifestaron también Víktor Kazantsev, representante personal de Putin para el Cáucaso del norte, y Ahmad Kadyrov, titular de la administración temporal pro rusa en Chechenia.
La escasa capacidad militar que las autoridades atribuyen a los rebeldes contrasta con el anuncio que hizo el ministro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, en el sentido de que las tropas federales acaban de abortar la operación Jihad-2, con que los separatistas planeaban tomar la ciudad de Grozny.
Ivanov reveló que hace unos días el ejército incautó documentos en poder de personas muy cercanas a Masjadov, en los cuales se detalla una amplia operación para hacerse del control de la capital chechena.
"Esos documentos -sostiene Ivanov- confirman que no puede haber ningún tipo de negociación con Masjadov. Está vinculado a terroristas internacionales y con él hablará sólo el procurador (de Rusia), cuando se entregue con las manos en alto".
Ahora, gracias al ministro ruso de Defensa, no queda claro si la fracasada operación Jihad-2 se inventó para desacreditar en el exterior a Masjadov o, por el contrario, el presidente checheno hizo pública la iniciativa de negociar al venirse abajo la toma de Grozny.
No sería la primera vez que rusos y chechenos enreden las cosas en su afán de anotarse éxitos propagandísticos en una guerra que, lamentablemente, dista de haber concluido.