Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 28 de junio de 2002
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Mundo

Pasan a "disponibilidad temporaria" al jefe de la operación en el puente Pueyrredón

Miles de bonaerenses repudian el asesinato de dos jóvenes desocupados

Analista advierte que los sucesos son una grave amenaza a la continuidad democrática del país
Testimonios dan cuenta de la presencia de civiles armados en la represión policial del miércoles

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 27 de junio. Miles de ma-nifestantes llegaron hoy a Plaza de Mayo para repudiar el asesinato ayer de dos jóvenes desocupados, en el contexto de una brutal represión policial que dejó centenares de heridos y detenidos en Avellaneda, en el sur de esta capital.

Por primera vez desde hace un tiempo convergieron organizaciones de desocupados -aun los que están enfrentados entre sí-, de de-rechos humanos, estudiantes, sindicalistas, asambleas barriales, las Madres de Plaza de Mayo, ahorristas atrapados, movimientos y partidos políticos de izquierda.

La Plaza de Mayo y las calles adyacentes fueron cubiertas por las columnas que llegaban, en una convocatoria que cada movimiento hizo por su cuenta, a pesar del impresionante operativo policial que desplegó miles de agentes en ese lugar y montó un cerco en los accesos a esta ciudad, estaciones de trenes, metros y otros, para "re-quisar armas" a los manifestantes.

Unas 30 personas fueron detenidas, pero por portar resorteras, caños, pequeños focos de luz, preparados para ser usados como las clásicas bombas molotov.

El operativo impresionó porque cientos de manifestantes que ve-nían desde distintos lugares fueron sometidos a requisas que re-cordaron otros tiempos oscuros.

Hubo conatos de incidentes, pe-ro a pesar de que se había creado un clima de miedo, porque algunos organismos de seguridad sostenían que iba a haber disturbios y violencia -por lo cual se le dio asueto a los empleados de los ministerios cuyos edificios rodean la Plaza de Mayo-, nada sucedió.

Hubo extremo celo en cada co-lumna de manifestantes para evitar el ingreso de "infiltrados" de la seguridad, que al parecer ayer fueron parte del operativo armado para desatar la represión.

Medidas cosméticas

bue05-184016-pih El presidente Eduardo Duhalde ordenó una profunda investigación, para saber "qué hay detrás de esto", y esta noche el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, dispuso el pase a "disponibilidad temporaria" del jefe de la operación en el puente Pueyrredón y Avellaneda, y también de los policías que intervinieron en la brutal represión, quienes ya habrían sido detenidos.

El ministro del Interior, el menemista Jorge Matzkin, intentó girar la responsabilidad de los hechos hacia las víctimas, lo que originó fuerte protestas desde diversos sectores, mientras que los analistas advierten que el gobierno enfrenta su momento más difícil y complejo acechado por la situación económica, las presiones del Fondo Mo-netario Internacional y la crisis so-cial, a la que se agregó la violencia, que se había logrado controlar en estos seis meses de gobierno.

El analista Julio Blank, de Clarín, advierte que los sucesos son una grave amenaza para la continuidad democrática, y se pregunta quiénes ganan con las muertes.

Se dice que existen fotografías más que elocuentes que comprometen a la policía bonaerense, que carga fuertes acusaciones desde hace tiempo por el llamado "gatillo fácil" (disparar sin preguntar, lo que ha causado decenas de víctimas, en su mayoría jóvenes) y por los "suicidios" y torturas en las comisarías de los barrios.

Pero también los testimonios señalan la presencia de civiles armados, y hasta se ha mencionado a "grupos de tarea".

La operación se armó en minutos en el puente, cuando hubo un extraño movimiento de personas que dejó frente a frente a piqueteros, que exigían trabajo y comida, y policías, y en segundos los gases lacrimógenos enrarecieron el aire y los disparos dieron la sensación de una guerra.

Luego sucedió la virtual cacería por las calles de Avellaneda y la estación de trenes, hacia donde los piqueteros trataron de llevar a la gente, especialmente a mujeres y mayores para sacarlos del lugar, pero que se convirtió en una trampa para los dos jóvenes asesinados: Darío Santillán, de 21 años, y Maximiliano Coteski, de 25.

Evidentemente ambos estaban a muchos metros del supuesto "ob-jetivo policial" de despejar el puente. Todos los heridos presentan impactos de balas, y no de goma, precisamente.

Para algunos funcionarios cercanos a Duhalde hay "puntos muy oscuros", y esto les refuerza la idea de "un complot" destinado a provocar un enorme estallido, y con esto el alejamiento del presidente transitorio, designado por el Congreso en el clímax de la crisis que se desató el 19 y 20 de di-ciembre pasado, con la rebelión popular y la renuncia de Fernando de la Rúa a la presidencia, después de una represión que dejó aquí y en el interior 31 víctimas.

En otro lugar distante y muy pobre, en el humilde barrio La Fe, de Monte Chingolo, en el sur po-bre y olvidado, donde se muestra en toda su intensidad la miseria, desocupación y marginación de miles de personas, fueron velados este día los restos de Darío Santillán, un joven que por sus dotes de solidaridad y entrega se había convertido en dirigente y amigo.

Además de su trabajo solidario, hacía bloques para construir las humildes viviendas y colaboraba con la panadería montada por los vecinos, red de solidaridad que conmueve e impresiona.

Santillán, como Maximiliano Coteski, también velado hoy en su barrio, quien colaboraba en comedores populares, eran amados por los vecinos, como lo demostraron hoy en ese entierro de cajones po-bres, de escasas flores, pero de profundo dolor.

Allí estaban todos sus compañeros del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, que a su vez agrupa a varias organizaciones similares de la zona.

Solidaridad en la miseria

Hace un tiempo, precisamente, es-ta corresponsal escribió en estas páginas sobre los movimientos de argentinos desocupados del sur, sus revistas, su pelea solidaria, y conocí esa red que convertía el dolor y la marginación en un gesto de dignidad cotidiana.

Este jueves Santillán parecía un Cristo, con su barba y su cabello largo y el claro de sus ojos que iluminaban incluso en la rigidez de la muerte.

A su lado lloraban los pobres de toda pobreza. "Murió solidario como siempre", decía una mujer, y así fue.

El le pidió a sus compañeros que se fueran de la estación ferroviaria para que no los reprimiera la policía, que estaba cazando a los piqueteros, y quiso quedarse junto a un joven herido. Lo mataron por la espalda y a Coteski un balazo le partió el pecho.

La muerte de estos dos jóvenes se une a una larga lista de asesinatos que viene desde las manifestaciones populares y cortes de rutas de los años 1996 y 1997.

La marcha de este día tuvo ribetes importantes, porque la respuesta fue inmediata. La Central de Trabajadores Argentinos convocó anoche a un paro, y aunque sus afiliados no pensaban movilizarse, finalmente lo hicieron.

Cada grupo o columna tomó la decisión de cuidar sus flancos, para impedir que se les unieran infiltrados, ya que existe la certeza de que el pasado miércoles algunos miembros de seguridad, que suelen jugar a las guerras su-cias, hicieron su parte en la tragedia que sacudió al país.

También hubo manifestaciones frente al Congreso Nacional. Pero la tristeza y el temor estaban este día en las calles.

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