El poder económico altamente concentrado
amenaza los fundamentos democráticos
WorldCom y Enron, el Watergate de los empresarios estadunidenses
Los daños provocados por estos colapsos son peores
que los ocasionados por los ataques del 11 de septiembre, según
columnista
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 27 de junio. El colapso
de WorldCom y el escándalo de Enron se han convertido en el Watergate
del mundo empresarial estadunidense, según un ejecutivo de una de
las principales firmas de Wall Street, y ambos casos causarán más
daño al país que los ataques terroristas del 11 de septiembre,
escribió un columnista de un diario nacional.
Los daños ya son reales. Más de 17 mil empleados
empezaron a ser cesados por WorldCom esta semana, a los que se suman las
decenas de miles que perdieron su empleo en Enron y varias empresas más
que forman parte de este creciente escándalo.
El desplome del precio de las acciones de WorldCom esta
semana ya obligó al fondo de pensiones de los trabajadores del estado
de Nueva York a reportar pérdidas por más de 300 millones
de dólares, además de las que sufrió el mismo fondo
por el desastre de la empresa Global Crossing y otros 55 millones causados
por la bancarrota de Enron.
En el transcurso de este año, fondos de pensión
e inversionistas privados han perdido miles de millones de dólares
a raíz de estos escándalos empresariales.
''¿Queda
alguna duda de que las trampas de ejecutivos de Enron y de una creciente
lista de quién es quién entre los ejecutivos en jefe más
importantes han hecho más daño a largo plazo a la economía
estadunidense que la campaña de los terroristas antiestadunidenses?'',
preguntó el columnista Robert Scheer, de Los Angeles Times.
''Y si bien no es posible enviar a los marines a limpiar las salas
ejecutivas, deberíamos despertar a la realidad de que la avaricia
empresarial está socavando el modelo de vida estadunidense ?dañando
la imagen del capitalismo y de la democracia?, de manera más efectiva
que los complots de un enemigo extranjero.
''Aquí hay una crisis mayor para el mundo corporativo
de Estados Unidos'', afirmó el vicepresidente de una de las principales
firmas de Wall Street. El ejecutivo, quien pidió no ser identificado,
explicó a este diario que la revelación de que WorldCom reportó
utilidades falsas, combinada con el desastre de Enron y una creciente lista
de empresas bajo investigación por manipulaciones contables tal
vez ilegales y ciertamente sospechosas, está generando una profunda
crisis de confianza dentro y fuera del mundo empresarial.
Más de 700 empresas estadunidenses han sido obligadas
a presentar correcciones formales a esos informes financieros en esta última
década.
''Es algo así como el Watergate del mundo empresarial'',
indicó. ''Uno necesita creer el lenguaje de los negocios, que es
la contabilidad. Pero ahora hay mucho escepticismo sobre cómo evaluar
los números presentados por las empresas sobre su desempeño''.
Es aceptable, añadió, que una compañía que
busca vender sus acciones presente la ''cara positiva'' de su negocio,
y señaló que la contabilidad tampoco es un negocio ''todo
blanco o todo negro''. Pero insistió en que las cifras presentadas
por una empresa sobre sus negocios deben tener cierto grado de credibilidad
para mantener la ''confianza'' de los inversionistas.
Al incrementarse las preocupaciones por las normas de
contabilidad, analistas en Wall Street han tenido que cuestionar hasta
las cuentas de algunos de los titanes del mundo de los negocios. Entre
las empresas que han estado sujetas a interrogantes por sus prácticas
están IBM, General Electric y America On Line (AOL).
Junto a ellas hay un número de compañías
internacionalmente conocidas y hasta hace poco respetadas, que ahora se
encuentran bajo sospecha e investigación legal por prácticas
de contabilidad posiblemente fraudulentas.
El número de empresas bajo sospecha parece crecer
cada día, con ImClone sumándose esta semana a la lista que
ya incluye a Lucent, K-Mart, Qwest, Adelphi Communications, Tyco, Dynegy,
Waste Management, entre otras. Claro, también se incluye la que
era una de las firmas de contabilidad y auditoría más grandes
del mundo: Arthur Andersen.
Además, ahora banqueros en empresas financieras
tan importantes como Barclays y J.P. Morgan Chase, y ejecutivos de algunas
de las más importantes corredurías, también están
bajo investigación por sus vínculos con estos escándalos.
''El medio empresarial estadunidense ha perdido su camino'',
publicó la revista Fortune, la biblia del mundo empresarial
estadunidense, en una nota de portada de esta semana escrita por Joseph
Nocera. El periodista señaló que ''ganancias falsas, ingresos
inflados, analistas en conflicto (de intereses) de Wall Street, directivos
dormidos en los controles -aquí no estamos hablando de unas cuantas
manzanas podridas-; esto, amigos míos, es una descomposición
sistémica. Casi todo factor de control conocido sobre el comportamiento
empresarial -moral, regulador, el que sea- se quedó de lado y (fue)
sustituido por la tremenda avaricia que marcó el fin del auge. Y
eso ha creado una crisis de confianza de los inversionistas, a niveles
que no se han visto desde, bueno, la Gran Depresión''.
La preocupación por la confiabilidad de los estados
financieros de estas empresas se extiende más allá de Estados
Unidos. ''Hay acuerdo unánime de que Estados Unidos ya no es el
mejor lugar donde invertir'', declaró Wolfram Gerdes, jefe de inversiones
de Dresdner Investment Trust en Alemania, a The New York Times.
Guido Rossi, ex presidente de Telecom Italia, citado por
el mismo diario, dijo: ''De lo que se carece en Estados Unidos es de una
cultura de vergüenza. A ningún ejecutivo en jefe de Estados
Unidos se le considera como un ladrón si hace algo mal. Es un tipo
de cáncer moral''.
Eso es precisamente el punto subrayado por Scheer en su
columna aparecida esta semana en Los Angeles Times. ''Desde la llamada
revolución Reagan los poderosos intereses corporativos han logrado
dañar profundamente el fundamento de una economía apropiadamente
regulada'', escribió. ''Por ejemplo, los auditores de empresas se
han vuelto cómplices en los engaños al público y deberían
ser considerados criminales, pero frecuentemente no violan los estatutos
redactados por los cabilderos empresariales."
La guerra contra el terrorismo, escribió Scheer,
podría estar por convertirse en el equivalente del circo romano
para distraer la atención de la población sobre los fracasos
de sus líderes. ''El medio empresarial está en un desastre
porque la desregulación -el mantra de nuestro presidente y su partido-
se ha comparado con una licencia para robar. Aun así, cuestionar
la administración de la economía de nuestros líderes
se ha hecho aparecer como algo antipatriótico'', argumentó.
5 mil familias controlan la riqueza
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 27 de junio. Detrás
de la principal noticia en Estados Unidos -el escándalo empresarial
que comenzó con Enron y se intensifica con WorldCom- hay un pequeño
mundo de fortunas masivas que han concentrado tanto poder que ahora amenazan
los propios fundamentos de la democracia estadunidense, afirma el influyente
analista Kevin Phillips.
Existen 5 mil familias con fortunas millonarias (con mínimos
de 100 millones) que controlan una parte enorme de la economía estadunidense,
afirma Phillips, analista político de gran influencia en este país.
En 1937, indica, un escritor hablaba de que 60 familias eran dueñas
de gran parte del mundo empresarial nacional y que ''el equivalente en
2000 de las familias ricas de 1937 son los 5 mil clanes con bienes de 100
millones o más''.
Phillips, en su nuevo libro Riqueza y democracia,
sostiene que el uno por ciento más rico de los estadunidenses es
propietario de 40 por ciento de las acciones bursátiles. Ese uno
por ciento, afirma, concentró los grandes beneficios del auge económico
de los años noventa, y 90 por ciento del ingreso que acumuló
el 20 por ciento más rico de la población cayó en
manos de ese uno por ciento.
Phillips señala que hay pruebas como para considerar
la idea de que Estados Unidos se está convirtiendo en ''una aristocracia
económica heredada'', pues estos grupos están estableciendo
''dinastías'' de ricos y poderosos, por ejemplo la familia Bush,
y que esta dinastinación económica y política''
no ha sido registrada ni por los progresistas ni por los medios.
En un reciente artículo publicado en The Nation,
Phillips refiere que hace más de una década Estados Unidos
se convirtió en el país industrializado con las tasas de
desigualdad económica más altas del mundo occidental. Sostiene
que después de lo que se considera la peor debacle de dos años
en los mercados bursátiles desde 1929, es cierto que muchas de las
nuevas fortunas del sector de Internet se han esfumado, pero agrega que
los ''ricos establecidos'' siguen casi intactos.
Recuerda que hace un siglo, y de nuevo en la Gran Depresión,
los estadunidenses presionaron por ampliar reformas justo después
del crack en la bolsa de valores y de profundos desplomes económicos.
Sin embargo, en 2002 se ha dado lo primero pero no lo segundo. Después
del 11 de septiembre, indica Phillips, al electorado se le ha ofrecido
''patriotismo en lugar de preocupación económica''.
Para Phillips la amenaza de esta dinastinación
del sistema estadunidense viola los fundamentos establecidos en 1935 después
de la Gran Depresión por el gobierno de Franklin Roosevelt, quien
consideró que la riqueza y el poder heredados no son un principio
aceptable para esta democracia, y advierte: ''Hay que esperar que los estadunidenses
no permitan... que el poder político y económico heredado
desplace a la democracia''