Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 15 de junio de 2002
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Cultura

Jorge Alberto Manrique

El Zodiaco revisitado

En los signos del Zodiaco (de Reynaldo Velázquez) hiere la gubia sobre la madera. La plancha deja ver la veta, adrede, en la superficie veteada. La uñeta de acero conforma las figuras precisas en el negro de la tinta delineada en blanco. Las estrellas dibujan en el espacio negro de las constelaciones del cielo, con la geometría de la imagen, es decir, sígnicos zodiacales. Tres cifras son inocuas: Leo, Capricornio, Escorpión; éstos connotan, sin otros pensamientos más atrás. El león es fiero y con las fauces abiertas, Capricornio es la efigie imaginada desde antiguo, con la cabeza del chivo, las patas delanteras, el cuerpo marino y alas; el alacrán no es sino el alacrán.

Uno es el cangrejo, pero las tenazas tienen a guisa de manos humanas inquietantes.

Otros son sensuales. Las figuras son humanas y desnudas y van en la onda del arte de Reynaldo Velázquez. Géminis son los cuates, afectan la forma oval, el sexo evidente, con los cuerpos hasta los muslos, los brazos enjarrados y las cabezas inclinadas junto a los penes, uno con la boca arriba; es desde luego una transposición de la sigla gráfica que asemeja un 69.

Virgo es una mujer frondosa, con las manos en la nuca y las piernas abiertas. Un cuerpo delgado de la cifra Libra penden los platillos de los brazos en cruz. En el Sagitario el cuerpo en tres cuartos, con el gesto de tensar un arco que no aparece y sólo se sugiere; en algunas vasijas arcaicas griegas de cerámica tienen el cuerpo del caballo y las patas delanteras y la grupa, mientras las piernas y el tronco son masculinos: la figura de Reynaldo Velázquez es una nueva versión, con las cuatro patas, pero el centauro tiene el sexo masculino y entre las piernas, además, el sexo equino. El icono de Acuario es la figura de un motilo o mozo arrodillado que vierte una gran botija.

Tres son francamente eróticas, tienen atributos explícitos; tienen algo de terrible y monstruoso en esa imaginación extravagante y esa extraña visión de humor incierto, ácido y amable.

Aries tiene rostro humano y cuernos de carnero retorcidos; se desdibujan un torso y las dos tetillas, pero el diseño es del hueco del cuerpo cavernoso de un falo erecto con gran glande que mira con el rostro caprino. Tauro es un muchacho con los brazos alzados que imita el gesto de los cuernos con las manos; la huella de la cuerna se advierte en la frente; junto a él, en el espacio negro, se alojan dos astas de toro. El muchacho tiene el ademán y la cara de sorna, acuclillado y se abre de patas con el pene tieso. Mientras Piscis muestra los peces con cola y aletas que semejan falos sin prepucio.

Las maderas de Reynaldo Velázquez que yo he visto suelen tener una línea gruesa que engloba las figuras, rompiendo los blancos contra los grises de las sombras que envuelven el modelaje de la silueta. En esta serie del Zodiaco las maderas de triplay de cedro son el fondo, como he dicho, están las vetas al hilo. El trabajo de las gubias es más fuerte y los volúmenes son más enérgicos. Pero no hay propiamente líneas, sino que los cuerpos se conforman con golpes de gubia, más finos o más gruesos como sea preciso. En el espacio (sideral y del grabado) las imágenes ocupan casi el límite de las estampas y las efigies zodiacales se acompañan en un equilibrio con la noche y la luz.

Los signos astronómicos son inevitables. Pero desde la antigüedad son signos ambiguos y vagos. Reynaldo Velázquez se ensaya en la imaginación de los glifos arcaicos, ahora novedosos. En su haber cuenta con buenas armas como el escultor, pintor y grabador que es; su estilo personal, su hacer sensual y cachondo tiene el estilo pulcro y figurativo. Es una prueba de su invención insólita.

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