¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
España se mexicaniza
ES MUY PROBABLE que desde las afortunadas incursiones
literarias de Ruiz de Alarcón, Sor Juana, Díaz Mirón,
Nervo, Reyes, Azuela, Rulfo y Paz, España no había experimentado
una influencia mexicana tan fuerte como en estos días, si bien ahora
no mediante las buenas letras, sino de las malas artes.
CADA AÑO, POR ahí de febrero o marzo, los
toreros españoles que regresan de "hacer la América" -insana
costumbre de venir contratados al "nuevo" continente a torear ganado chico,
manso y despuntado a cambio de miles de dólares, a ciencia y paciencia
de taurinos, críticos y autoridades locales, atenidos a la desneuronización
de un público que acabó aficionándose a apellidos
más que a la lidia de reses bravas- relatan a colegas, ganaderos
y empresarios el pingüe negocio que resulta montar espectáculos
taurinos fraudulentos, "ya que, como casi nadie se entera, nadie protesta".
SIN MEDIR LAS consecuencias de tan inteligentes criterios,
los principales empresarios, ganaderos y figuras de España decidieron
empezar a hacer lo mismo en su propia tierra, a ciencia y paciencia de
aficionados, críticos, autoridades y público, bastante menguadas
sus neuronas gracias a la globalización, al falso europeísmo
y a las presiones de los países protectores de mascotas más
que de la fuerza laboral inmigrante.
LA FERIA DE SEVILLA de este año fue el primer fiasco
avalado por los mexicanizados taurinos de España, al grado que la
Asociación de Abonados de la Real Maestranza envió una airada
protesta por el indigno desfile de corridas terciadas y mansas con las
que jugaron a jugarse la vida las principales figuras, manchando
así el historial del empresario Diódoro Canorea padre, de
ganaderos andaluces, de presidentes (jueces de plaza) y veterinarios, pero
sobre todo del prestigio de Sevilla como la feria más seria y sensible
del planeta, en la que el toro nunca había sido relegado en aras
del triunfalismo torerista que hoy impera.
MADRID NO PODIA quedarse atrás y en la actual Feria
de San Isidro -no de San Fermín, que es en Pamplona y en julio,
mi lic- han abundado las muestras de banalización taurina
a cargo de los hermanos Lozano, auténticos Herrerías madrileños
empeñados en exprimir para su beneficio la tradición taurina
de la capital española.
DESDE PABLO HERMOSO de Mendoza, ahora con el show
de cortarle un mechón de la crin a Cagancho en cada plaza
donde el valiente caballo actúa por última vez, hasta El
Juli, pasando por Enrique Ponce y Eloy Cavazos, el desfile de caricaturas
de toros, así pesen 600 kilos y ostenten descomunales pitones, ha
sido notable, no porque no haya ganado bravo en España, sino porque
éste no interesa a papás y apoderados de las figuras, en
tanto que unas mexicanizadas autoridades taurinas aprueban lo que ordenen
aquellos.
LO DICHO: TAMBIEN en España los taurinos españoles
han visto las ventajas de "hacer la América", así sea dándole
la puntilla al sanguinolento espectáculo de los toros, para tranquilidad
de globalizados y globalizonzos.