Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 9 de junio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  FotoGalería
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Espectáculos
Su reciente disco El veneno que fascina es una recolección de piezas de Agustín Lara

Crecí con música que nunca fue moda para mí, sino mi cuna: Margie Bermejo

Estoy dispuesta a seguir brincando obstáculos sin miedo a tropezarme; si lo hago, me levanto, dice

JUAN JOSE OLIVARES

Margie Bermejo es una cantante inquieta e infatigable en su afán "por probar nuevos rumbos"; no se detiene por los obstáculos que le impone la vida ("porque antes de ser artista soy ser humano", dice en entrevista), no cesa en su exploración, iniciada desde hace 40 años, porque prácticamente ha cantado de todo. La muestra es su reciente disco El veneno que fascina -recolección de piezas de un creador clásico del siglo XX, Agustín Lara-, que ya está en los estantes y que cuenta con la participación de su pareja musical, el pianista Dimitri Dudin, y en el que, según dicen, "es algo más que la simple y compleja orfandad cómplice de un piano, una voz y un compositor"... más bien es un coito entre lo clásico y lo popular.

Margie -viviendo un momento de sensibilidad extrema por la salud de su padre, el compositor Guillermo Bermejo, cofundador del trío Calaveras y embajador de los músicos en Argentina-, explica el porqué cantar a Lara y 13 de sus canciones más intensas: "Después de tanta experimentación, de conocer, de aprender, de interpretar lo que siento, hubo algo, que es lo consecuente que soy conmigo misma. La historia de este disco es retomar el canto romántico. Agustín Lara forma parte de mi educación. Sentí que podía refrescarlo, así como disfrutarlo, por eso lo hice de esta forma no tan tradicional, y el público es el que dirá".

Y seguro se convencerá de este trabajo que, pese a penetrar atmósferas incondicionales de romanticismo nato, no deja fuera un trabajo de virtuosismo musical, desde la fina voz de Margarita hasta la suavidad de los dedos de Dimitri.

El punto de partida

El proyecto inició luego de que Margie realizara algunos conciertos dedicados a Lara, incluso participando en el festival que se le rinde al compositor en Veracruz.

-¿No tuviste prejuicios al grabar a un compositor tan importante?

-Cuando hago algo no me pregunto si eso le gustará o no a alguien. Lo que agradezco a la vida es que aprendí a ser libre; nadie me ha venido a decir lo que tengo que hacer, aunque esté abierta a las críticas. Mis decisiones las respeto y nunca me cuestiono. Sólo tengo que estar convencida de lo que quiero decir, y si eso no resulta del gusto del público de todas maneras es un paso sincero para mí. Estoy dispuesta a seguir brincando obstáculos sin miedo a tropezarme; si lo hago, me levanto.

Y eso tiene que ver con lo mencionado de don Guillermo, porque Margie hasta el momento ha cancelado presentaciones por esa condición de humano sensible. Dice al respecto: "En un inicio creo que a nadie le importa el sentimiento de uno. Sabemos que la vida comienza y acaba. Los momentos son dolorosos. Tenemos que sobreponernos para enfrentar a un público que espera lo mejor. Hay que volcar los sentimientos de lo que hacemos, y limpiarse, porque al hacerlo ofreces esa energía de sentimientos verdaderos de dolor de la vida. Pase lo que pase, cada uno de nosotros (los Bermejo) ya aprendimos y crecimos, y si hay que trabajar, hay que trabajar".

-¿Qué momento artístico vive Margie?

-El de mucha plenitud y mucha tranquilidad espiritual. De seis años a la fecha he aprendido, más que nunca en mi vida, que estudiar es lo mejor. Me encanta mi soledad, y disfruto lo que estoy experimentando. Durante toda mi carrera he sido muy inquieta por probar nuevos géneros, pero en los recientes años he investigado sobre mi voz, sobre otra manera más estudiada, más clásica (aunque esté consciente de que el estudio de la voz requiere de muchos años), siendo una cantante de origen popular.

Ya con Dimitri Dudin, Margie había trabajado en El canto extravagante, pieza discográfica de matices clásicos contemporáneos donde también la conexión piano-voz deviene en fluctuación energética sonora.

"La música es tan llena de matices y posibilidades, que un artista o una cantante no solamente tienen que dedicarse a cantar, sino a escuchar cómo se elaboró y armonizó, qué es la voz dentro de esa riqueza sonora. En este proyecto tuvimos una percepción especial y una integración total con los arreglos."

Un género nuevo

Bermejo agrega que mezclar lo popular con lo clásico "es una buena alternativa que propone un género nuevo, que tiene como clave el estudio, al cual le dedico tiempo diario. Lo que hace el éxito de las cosas es la tenacidad y la repetición".

Ella lo ha demostrado, ya que ha cantado música de protesta, rock, bossanova, jazz, folclor... de todo, y lo ha hecho por convicción personal, no por moda.

"Crecí con música de boleros y latinoamericana, con tangos, con todo eso que nunca fue moda para mí, sino mi cuna. Mi padre me dijo, así como a todos mis hermanos: primero eres buena cantante y después haces cualquier cosa. Me siento orgullosa de lo que he sido y ahora que está reciente el asunto de mi papá, recuerdo que tengo que agradecerle lo que nos enseñó, a luchar por este oficio y no tomarlo como un pasatiempo, ni como un adorno o una gracia. El nos exigía que afináramos, y eso fue desde que abrimos la boca, por eso para mí el canto representa el gusto, la plenitud, la expresión, la manera de vivir con un reto y el terror por hacerlo bien, así como una pasión".

Margie revela que su mamá, doña Luz, siempre cantó mientras estaba embarazada, tanto de ella como de Mili, su hermana. Que nacieron con el canto en las venas. Todo en su vida era música. Que hacía duetos con Mili, poniéndose la ropa de su mamá y arriba de la cama, cuando sus padres salían a cantar por las noches se hacían las dormidas y "nos poníamos sus collares y cantábamos como lo hacían ellos. Mi papá tenía una canción para cada momento: para ir a comer, para ir a la cama, todo siempre fue música", y lo seguirá siendo, ahora cantando a Agustín Lara como hace tiempo no se había escuchado.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año