Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 1 de junio de 2002
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Espectáculos
Leonardo García Tsao

Conclusiones de Cannes

Ante el dominio mundial de Hollywood, no deja de ser significativo que en los últimos cinco años de Cannes el cine europeo se ha llevado la Palma de Oro de manera consecutiva. La ganadora de este año, The pianist, está hablada en inglés y protagonizada por un actor estadunidense, Adrien Brody. Sin embargo, fue producida con capital francés y dirigida por un polaco expatriado, Roman Polanski, sobre un tema como el Holocausto que, aunque abordado antes en diversas cintas hollywoodenses, ha encontrado aquí su expresión más personal y convincente.

Por otro lado, llamó la atención el predominio de la mirada realista sobre la fantasía, bajo un tono de sobrio dramatismo. Esa ha sido la línea habitual de los británicos Mike Leigh, Ken Loach, los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, el francés Robert Guédiguian y el chino Jia Zhangke, y no hubo sorpresas en ese sentido. Pero hasta el canadiense David Cronenberg, conocido por sus delirantes especulaciones sobre la transformación del cuerpo humano, ofreció en Spider la inquietante descripción de un desequilibrio mental sin recurrir a repugnantes efectos especiales.

El único cineasta en concurso que intentó una narrativa abiertamente fantástica fue el francés Olivier Assayas con Demonlover, confusa aproximación al mundo de la realidad virtual y la cibernética porno. Es probable que tras ese descalabro tan estrepitoso el realizador regrese al drama realista de raíces autobiográficas que le dio mejores resultados. También podría contarse como fantasía a Russian ark, de Alexander Sokurov, especie de viaje en el tiempo a través de un paseo -en un solo, impresionante plano-secuencia- por el museo de l'Ermitage, recreando algunas instancias claves de la historia rusa. Al margen de su pedantería, la película manifiesta la extraordinaria calidad visual que ha alcanzado el video digital. Otras cuatro películas en la sección oficial fueron filmadas con la misma tecnología, y ese parece ser el futuro inevitable del cine.

Curiosamente, la representación oficial de Estados Unidos estuvo signada por el humor. Tanto About Schmidt, de Alexander Payne, como Punch-Drunk Love, de Paul Thomas Anderson, son comedias sobre hombres solitarios en diferentes registros. (Por cierto, el protagonista masculino enfrentado a una situación crítica en su vida fue uno de los temas recurrentes de la competencia.) El festival se inauguró con la bufonada de Woody Allen, Hollywood ending. Mientras que el documental Bowling for Columbine, de Michael Moore, enfocaba el tema serio de la violencia excesiva en su país desde una óptica socarrona. Si algo saben hacer los gringos es burlarse de sí mismos.

Durante la ceremonia de premiación, Pedro Almodóvar fungió como presentador y dijo una frase de reproche al festival: "El cine español existe". Pudo haber ampliado el comentario a "El cine EN español existe", pues Cannes fue este año mucho más atento a las cinematografías africana y árabe, por ejemplo, que a la iberoamericana. Aun así, los mejores momentos de cine puro corrieron a cargo del español Víctor Erice en su aportación a la película de episodios Ten Minutes Older?The Trumpet, hermoso corto sobre el paso del tiempo centrado en la figura de un bebé en peligro de muerte.

Según he comentado en anteriores artículos, el cine mexicano gozó de una participación favorable aunque no fue convocado a la prestigiosa sección oficial. Vaya, los dos títulos seleccionados -Japón, de Carlos Reygadas, y el corto De Mesmer con amor, o té para dos, de Salvador Aguirre y Alejandro Lubezki- obtuvieron sendos reconocimientos (el corto se llevó hasta dos premios), lo que en un plano estadístico significa un éxito al 100 por ciento, algo que los sendos pares de películas de Argentina y Brasil, por decir algo, no lograron. Sin querer echar la sal, es probable que el equipo de mexicanos que a partir del próximo lunes comenzará a desempeñarse en otro tipo de competencia no conseguirá un resultado tan satisfactorio. Y nadie organizó festejo alguno en el Angel de la Independencia.

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