Anuncian fondo para desarrollo de cultura regional
Comenzó el Encuentro Yoreme de Sinaloa con 220 participantes
RENATO RAVELO ENVIADO
Culiacan, Sinaloa. El Encuentro Yoreme de Sinaloa comenzó con varios discursos: el oficial, que signó las bases formales para crear un fondo de 600 mil pesos para el desarrollo de una cultura regional; el de los habitantes originales del continente, y el legado visual que despierta admiración por los 220 participantes de 11 etnias nacionales y extranjeras.
El gobernador sinaloense Juan S. Millán Lizárraga firmó con Eudroro Fonseca, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, un convenio, el quinto regional -el primero fue en 1994 en la Huasteca-, para que se investigue e impulse el aspecto cultural indígena de manera regional con los estados de Chihuahua y Sonora.
En la isla, entre tanto, adolescentes de la Escuela Nueva Galicia recorren los puestos de exhibición sobre los participantes regionales. Copian los datos de la ficha que indicaba cómo los yaquis aún ofician la misa en latín de espaldas a los fieles, como se hacia antes de los concilios, como una manera de conservar el origen evangelizador, así como la información de aquellos mapas que ubicaban lo mismo a los seris que a los navajos.
Uno de los representantes de esa significativa etnia estadunidense, Eric C. Manuelito, explica a un grupo de reporteros el significado de su nombre en navajo: "el que venció la furia", para luego bromear sobre su antepasado Manuelito, al que los españoles bautizaron así por su gran tamaño. Revela asimismo que la mayoría de los 550 mil navajos en Estados Unidos trabajan ya sea en la oficina de asuntos indígenas del gobierno o en los gobiernos tribales: burocracia autóctona o administración de la identidad.
El evento inicia. En el estrado lo mismo los funcionarios estatales que invitados estadunidenses, porque el convenio que se acaba de firmar por primera vez podría a plazo corto volverse binacional. Destaca, por la singularidad del cargo, Saturnino Valenzuela Montaño, cobanaro o gobernador mayo.
El, junto con Bernardo y su hija Lucita, de una belleza solemne, serán los encargados de recibir en la tarima de actos a los grupos invitados. Suben los yoremes con sus sonajas en los tobillos o tenarabis, hechos de capullos de mariposas llamadas de los 4 espejos. Una alerta ecológica les advirtió que estaban en peligro de extinción: "no tenarabi, no baile" contestaron, y la práctica de la evolución dirá quién desaparece primero.
Los estadunidenses que suben primero, los Pa'a Taotao Tano, cantan al ser recibidos, con sus gruesos cuerpos que cuando no están en el escenario cubren con unas playeras que los presentan como Guam Dance Group.
Los de Alaska lanzan plumas, que son de la buena suerte, del buen término de las cosas. Han traído una caja para regalo de sus anfitriones, realizada por supuesto con la sabiduría aplicada a los materiales de su tierra.
A Manuelito por cierto se le preguntó en su momento qué opinaba de la estrategia del gobierno estadunidense y de la industria, de aprovecharse de la autonomía territorial y de gobierno de los pueblos indios para sobornar líderes que aceptaban desechos industriales en su territorio. Después de hacer varias veces como que no entendía la pregunta, contestó con cierta ambigüedad que no permitirían que eso pasara porque su cultura es de veneración a la tierra.
Ausentes los grupos de Panamá y de Africa invitados, los cuales se espera arriben en el transcurso del evento, toca el turno subir a los nacionales y lo hacen los tarahumaras, cuya carrera de bola acaba de ser reconocida en Hannover, cuando se nombró a ese deporte patrimonio de la humanidad. Hace poco uno de los rarámuris corrió de un solo aliento 240 kilómetros.
Acto político, evento público, mezcla de impresiones que termina por ser dominada por el sentimiento original, el mayo o yoreme, que toma el pequeño escenario de la enramada, ya no la tarima, para acometer una de las danzas del venado. Con una cazuela de guacabaqui, que es un puchero, y aguardiente bailarán toda la noche hasta el cansancio.