José Cueli
Sólo futbol
Con el arranque del Mundial de futbol las masas ya se encuentran instaladas en un fenómeno colectivo en el que se involucran ''hasta la médula". Fenómeno complejo que presenta no sólo el aspecto deportivo, sino también un fenómeno económico que produce una derrama cuantiosa de millones de dólares. Pero no es sólo eso, pues a la par se desarrolla un fenómeno de masas que escapa hasta ahora a las posibles explicaciones sociológicas y sicoanalíticas.
Más que un fenómeno con una explicación posible, se nos aparece como una interrogante de difícil respuesta. Un enorme sector de la población mundial independientemente de raza, creencias e ideologías, se fusiona en dicho fenómeno colectivo. Vemos, y esto se repite cada cuatro años, cómo el Mundial toma un lugar protagónico y opaca las noticias y acontecimientos más relevantes (políticos, económicos, financieros, etcétera).
Sólo se habla de futbol, las cadenas televisivas, además de la transmisión de los partidos, organizan programación paralela. Chicos y grandes, en la escuela, el trabajo, los deportivos, las universidades y la televisión, no hablan de otra cosa. Se hacen pronósticos, apuestas; se sufre y goza y hasta se reza en torno de un fenómeno tras el cual se ocultan y depositan infinidad de fantasías que escapan a todo encasillamiento posible.
Vemos en los estadios, sobre todo en determinados partidos, la pasión desbordada que toma diversos cauces: euforia, entusiasmo, a veces agresión desmedida; otras, despliegue sin límites de la sensualidad. Toda una mezcla de la diversidad y la pluralidad racial, todos los matices de los afectos, pero sobre todo una especie de disolución del yo individual que se convierte en un yo colectivo, a la manera de la descripción freudiana en Psicología de las masas, o de los trabajos de Le Bon, pero que no alcanza para explicar el fenómeno.
El futbol representa un fenómeno complejo que amerita reflexiones profundas de las ciencias humanísticas, dada su intensidad y magnitud. La simplista explicación de que a falta de ''pan hay que dar circo" se queda corta. La alusión a las fantasías narcisistas depositadas en ello y a las identificaciones con triunfadores o fracasados igualmente resultan excesivamente reduccionistas.
Habremos de observar con ojo atento e imparcialidad el fenómeno para ver si logramos dilucidar algo de su complejidad y además de disfrutar del deporte podemos ir más allá de ese intento para entender la enigmática naturaleza humana.