Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 31 de mayo de 2002
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Cultura

El tigre

Eduardo Lizalde

(Fragmento)

Hay un tigre en la casa

que desgarra por dentro al que lo mira.

Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,

y sólo puede herir por dentro,

y es enorme:

más largo y más pesado

que otros gatos gordos

Y carniceros pestíferos

de su especie,

y pierde la cabeza con facilidad,

huele la sangre aun a través del vidrio,

percibe el miedo desde la cocina

y a pesar de las puertas más robustas.

 

Suele crecer de noche:

Coloca su cabeza de tiranosaurio

en una cama

y el hocico le cuelga

más allá de las colchas.

su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,

de muro a muro,

y sólo alcanzo el baño a rastras,

contra el techo,

como a través de un túnel

de lodo y miel.

Recuerdo que el amor era una blanda furia

no expresable en palabras.

Y mismamente recuerdo

que el amor era una fiera lentísima:

mordía con sus colmillos de azúcar

y endulzaba el muñón al desprender el brazo.

Eso sí lo recuerdo.

Rey de las fieras,

jauría de flores carnívoras, ramo de tigres

era el amor, según recuerdo.

Recuerdo bien que los perros

se asustaban de verme,

que se erizaban de amor todas las perras

de sólo otear la aureola, oler el brillo de mi amor

-como si lo estuviera viendo.

 

Lo recuerdo casi de memoria:

los muebles de madera

florecían al roce de mi mano,

me seguían como falderos

grandes y magros ríos,

y los árboles -aun no siendo frutales-

daban por dentro resentidos frutos amargos.

Recuerdo muy bien todo eso, amada,

Ahora que las abejas

Se derrumban a mi alrededor

Con el buche cargado de excremento.

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