Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 31 de mayo de 2002
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Sociedad y Justicia

Rivera Carrera encabeza festejo del Jueves de Corpus

El hombre maduro en su fe sabe que aun los curas son pecadores

La Iglesia requiere de comunidades adultas que vivan sirviendo a los hombres y no al contrario, expresa

JOSE ANTONIO ROMAN

En la festividad del Jueves de Corpus Christi y ante cientos de feligreses que efectuaron una procesión alrededor del Zócalo capitalino, el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera, señaló que para un verdadero cristiano todos los días son de lucha contra la corrupción y la impunidad, contra la carencia y la pobreza.

Desde el altar, colocado para la ocasión en el atrio de la Catedral, casi frente a la puerta principal del templo, el prelado exhortó también a los católicos a santificar e influir en todas las estructuras de la vida: la política, la economía, el trabajo, la cultura y las artes.

Acompañado por varios de sus obispos auxiliares y el rector de la Basílica de Guadalupe, Rivera citó que el hombre maduro en su fe es aquel que entiende su religión sin escándalos, sabiendo que todos, incluidos los sacerdotes, son también pecadores.

A unas cuantas semanas de los escándalos suscitados por las acusaciones contra sacerdotes pederastas, expresó que la Iglesia tiene necesidad de comunidades adultas que vivan sirviendo a los hombres y no sirviéndose de ellos, "porque el hombre eucarístico que no sirve a los demás, como el señor nos ha mandado, no sirve para nada".

Rivera encabezó ayer, por séptimo año consecutivo desde que llegó a la arquidiócesis primada de México, la celebración jueves_corpus_kssdel Jueves de Corpus en la Plaza de la Constitución, adonde acudieron cientos de feligreses, muchos llevando a niños ataviados de "inditos", según la añeja tradición católica.

A bordo de una camioneta, en la que se transportaba también al Santísimo, el cardenal recorrió lentamente las cuatro estaciones ubicadas alrededor del Zócalo, en una larga procesión que duró poco más de una hora, en la que los feligreses rezaron y lanzaron múltiples "vivas" a "Cristo Rey", a la Virgen de Guadalupe, a la eucaristía, a México, e incluso Juan Diego alcanzó estos vítores.

En la celebración religiosa, que comenzó cuando el reloj de la Catedral marcaba las 10:05 horas, Rivera indicó que su deseo era que los habitantes de esta ciudad integren un "pueblo de eucaristía", gente que buscará su antiguo respeto y sus antiguas costumbres. Porque un pueblo enamorado de Jesús -aseveró- es un pueblo triunfador sobre la barbarie inmoral de nuestro tiempo, triunfador de la vida sobre la muerte.

Así, el Zócalo fue compartido entre los cientos de maestros que desde hace varias semanas acampan en la principal plaza capitalina en demanda a exigencias laborales, los feligreses encabezados por el cardenal Rivera, colonos y transportistas ubicados frente a las oficinas del Gobierno del Distrito Federal.

En la homilía, el prelado se refirió a que los hombres que aman los ídolos terrenales -como el dinero, el placer y el poder- han perdido de vista a Dios. "El papel en la vida de los cristianos es llenarla dejueves_corpus_l3d dones que el señor nos ha entregado para repartirlos y así todos crean que somos verdaderos discípulos de Cristo."

Puntualizó que los sacerdotes promulgan esta idea en la tierra, en tanto que los fieles laicos deben santificar todas las estructuras de la vida, desde el ámbito familiar, hasta el laboral, pasando desde luego por la política y la economía.

Refirió que el Corpus Christi es una fiesta de júbilo y amor para los católicos en el mundo, y que por ello se debe recordar siempre, pues representa la entrega del hijo de Dios para la redención del hombre. "Cristo es la única y la última solución de todos los conflictos personales y comunitarios. Nos concede el perdón cuando pecamos, trae la paz a las naciones que viven en el odio, apacigua las angustias de los pobres y alcanza la esperanza a los que nada esperan."

Al principio de su homilía, Norberto Rivera apuntó que no sabría decir el porqué esta fiesta tenía tanta connotación en esta capital, pero que superando los olvidos de la historia, nuestra ciudad debe iluminarse todavía hoy con esta celebración sacramental.

"Nuestra Catedral rebosa de fe y vestigios de aquella época, niños y niñas ataviadas con vestiduras típicas nos iluminan con el esplendor de esta celebración. Niños vestidos de Juan Diego para que volvamos a las raíces de nuestra fe mestiza."

Al concluir la misa, Norberto Rivera salió en procesión con la custodia del Santísimo Sacramento, y se detuvo cuatro ocasiones -en estaciones representados con pequeños altares sobre la plancha del Zócalo capitalino- para orar y dar la bendición a los fieles que se dieron cita en el acto religioso.

El recorrido por la Plaza de la Constitución concluyó en el atrio de la Catedral Metropolitana, donde bendijo a los niños vestidos de "inditos", quienes ofrecieron fruta y regalos al Santísimo para agradecer que les ha dado casa, vestido y sustento.

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