AMNISTIA INTERNACIONAL: VERDADES INCOMODAS
En
su informe anual presentado ayer, referente a la situación de los
derechos humanos en el planeta durante el año pasado, Amnistía
Internacional (AI) formula señalamientos preocupantes sobre los
abusos de poder en el mundo y en México.
En el ámbito internacional, la conclusión
más alarmante del organismo humanitario es, sin duda, la falta de
escrúpulos con que diversos gobiernos --comenzando por el de Estados
Unidos-- capitalizaron los atentados terroristas del 11 de septiembre,
utilizándolos como justificación para cometer violaciones
a los derechos humanos en nombre de la seguridad pública.
No es nada reconfortante que este organismo, uno de los
más autorizados y prestigiados del mundo, confirme las acusaciones
que múltiples voces han formulado contra Washington y varios de
sus aliados por haber convertido la tragedia de septiembre pasado en una
coartada para conculcar garantías individuales, que debieran considerarse
irrenunciables en un entorno democrático.
Por lo que hace a nuestro país, AI renovó
su preocupación por la persistencia de la tortura, detenciones arbitrarias,
inacción gubernamental ante el conflicto chiapaneco, agresiones
a informadores y defensores de derechos humanos, ejecuciones extrajudiciales,
ausencia de pesquisas en los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez
e impunidad para culpables de los delitos enumerados.
Con base en lo anterior, el organismo humanitario formula
una conclusión alarmante e incómoda, pero ineludible: "Las
propuestas electorales para reformar la administración de justicia
no se materializaron y la presencia cada vez mayor de las fuerzas armadas
en la Procuraduría General de la República (PGR) suscitaron
serias dudas sobre la intención del gobierno de hacer frente al
problema de la impunidad".
En particular, el documento de AI critica el nombramiento
de Rafael Macedo de la Concha al frente de la dependencia, "un general
del Ejército en activo que se desempeñó como procurador
general de Justicia Militar y en cuyo historial destacan casos de miembros
del Ejército acusados de violaciones de derechos humanos que no
habían sido procesados".
Los severos señalamientos de AI tienen una significación
doblemente negativa: reflejan realidades nacionales exasperantes e indignantes
y constituyen un nuevo revés político para el gobierno actual,
el cual se erosiona y desacredita, en lo interno y en lo externo, a un
ritmo acelerado.
En lo inmediato, si la administración foxista pretende
recuperar algo de la credibilidad y la imagen perdidas en los primeros
17 meses de su gestión, bien haría en olvidarse de presentarse
como defensora de los derechos humanos fuera del territorio nacional y
concentrarse en procurar su plena vigencia dentro del país.