Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 28 de mayo de 2002
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Sociedad y Justicia

Aún se insiste en que primero aprendan el lenguaje oral en vez de las señas: Fridman

Sin garantías de éxito, los actuales métodos de enseñanza para sordos, asegura investigador

El resultado son los semilingües, personas que no conocen bien ningún código, afirma

CIRO PEREZ SILVA

Las personas con sordera tienen una discapacidad: no oyen lo suficiente para dialogar de manera fluida y natural en ninguna lengua oral. Sin embargo, en su historia colectiva han enfrentado esta discapacidad con lenguas y culturas que se basan en los sentidos que sí poseen, en particular la vista.

Con la fundación de la Escuela Nacional de Sordomudos, como instituto normal para personas con sordera, el Estado mexicano reconoció de facto el papel de la lengua y la cultura de la comunidad de sordos en el sistema educativo federal y en la cultura nacional; sin embargo, "son denigrados y en muchos casos perseguidos por su condición de no hablantes", consideran los legisladores.

En el diseño de la educación especial de niños y niñas sordos se suele partir de la definición de sus deficiencias, del perfil patológico de la sordera para centrar las prácticas educativo-terapéuticas en la corrección o la compensación de dicha discapacidad.

La premisa ha sido que el acceso a la educación regular no se puede dar si no va lógica y temporalmente antecedida de una rehabilitación lingüística. Por ejemplo, dice: "Prevalece una enorme ignorancia sobre la educación especial necesaria para el niño sordo. El es el único ser humano que no adquiere espontáneamente su lengua materna, sino que debe aprenderla; y para lograrlo, šprimero se le enseña y luego se le integra!", explica el investigador Boris Fridman Mintz.

Se sabe que alrededor de 95 por ciento de los niños sordos tienen padres oyentes que tienen una lengua oral. No cabe duda de que para estos padres es perfectamente natural comunicarse en una lengua oral. Ahora bien, sus hijos e hijas sordos no tienen el oído suficiente para comunicarse del mismo modo. Luego entonces, Ƒpor qué hay que empezar por enseñarles una lengua que no pueden percibir ni aprender de manera natural? Esta opción solamente se puede justificar si no hubiera otra forma, pues la educación de los niños y las niñas sordos se debe estructurar para que aprendan de entrada lo que no pueden hacer de manera espontánea, destaca el experto.

Los niños y las niñas sordos semilingües

Existen sordos que realmente padecen de una discapacidad lingüística. Se trata de los sordos semilingües. Sin embargo, tal discapacidad lingüística no se deriva directamente de la falta de oído, sino de las prácticas sociales que niegan al sordo la posibilidad de entrar en contacto con las lenguas de señas de las comunidades de sordos.

En la jerga de los especialistas en audición y lenguaje, así como entre el personal docente de la educación especial mexicana, se considera como "sordos prelingüísticos" a todos aquellos que perdieron el oído antes de haber desarrollado lengua oral alguna. La definición misma de este término asume que la primera lengua de todo niño y niña sordos es necesariamente oral, y que la sordera prelingüística siempre produce algún grado de discapacidad lingüística.

En otras palabras, se asume que la sordera prelingüística siempre obstaculiza la maduración lingüística del sujeto, pues le impide pasar por las etapas regulares de la adquisición del lenguaje, en los tiempos normales.

Sin embargo, esta presuposición es falsa. Los niños y las niñas sordos cuyos padres hablan una lengua de señas adquieren esta última de manera natural, en el seno de su familia y en los tiempos normales, sin terapia alguna. Y aunque a estos niños sordos se les considere discapacitados auditivos, y se les clasifique como "sordos prelingüísticos", no sufren discapacidad lingüística alguna, pues desarrollan su lenguaje en los primeros años de vida, pasando por las etapas normales del desarrollo lingüístico y cognitivo humano.

"Es pertinente observar que los niños y las niñas oyentes de padres sordos suelen tener como primera lengua la de señas de sus padres, la cual adquieren de manera natural. Una vez más, esto prueba que las lenguas de señas no son una respuesta compensatoria a una discapacidad auditiva, pues estos hijos e hijas de sordos son oyentes y aun así asumen la identidad lingüística de sus padres. En términos generales, las lenguas de señas son patrimonio de comunidades lingüísticas a las cuales los oyentes también pueden acceder, aprendiendo su idioma como primera o segunda lengua."

Insistencia errónea

A pesar de que las lenguas de señas son las únicas capaces de permitir a bebés, niñas y niños sordos el desarrollo de una primera lengua e identidad social, en sus primeros años de vida, muchos especialistas recomiendan a los padres que no usen la lengua de señas mexicanas (LSM) con sus hijas e hijos sordos. El siguiente es un ejemplo de este recurrente discurso:

"El oralismo excluye al manualismo (idioma de señas) y hace otro tanto con la dactilología (deletreo manual) porque no los necesita. Para alcanzar buenos frutos, el oralismo exige un programa lingüístico estructurado dirigido por personal altamente calificado. Además, son requisitos básicos:

"... Que el niño tenga la capacidad intelectual para comunicarse en forma oral y la iniciación temprana en un estricto programa de educación especial de mayor o menor duración, según el caso... El uso óptimo, continuo y diario de los restos auditivos... La participación plena de toda la familia."

Bajo esta lógica, a los padres se les propone un programa sistemático de rehabilitación, cuyos "buenos frutos" no están garantizados. Se reconoce que el éxito depende de muchos factores, cuya combinación ideal será difícil alcanzar. Además, algunos factores pueden estar fuera del control de los terapistas, así como del de los padres de las y los sordos.

"Por ejemplo, Ƒcómo se puede definir la enunciada capacidad intelectual para comunicarse en forma oral? Si no se puede definir con precisión, tampoco se puede prever, ni mucho menos se le puede controlar. Ahora bien, Ƒqué es de los niños y las niñas sordos con los que no se obtienen los frutos deseados? La sordera los priva del acceso natural a las lenguas orales. Los procedimientos de rehabilitación no logran subsanar tal privación. Y, para rematar, los prejuicios que predominan en la sociedad oyente les impiden o restringen el contacto con las lenguas de señas minoritarias, generalmente con la LSM", afirma el investigador Boris Fridman Mintz.

El resultado es la proliferación de niños, niñas y jóvenes sordos semilingües, esto es, niños, niñas y jóvenes que mal dominan el español y no conocen bien a bien ninguna lengua de señas. Pueden ser personas que hayan adquirido los rudimentos de una o más lenguas, sean orales o de señas. Puede ser que usen algún código más o menos limitado de señas llamadas "caseras", esto es, supuestamente inventadas en el seno de su familia. Sin embargo, no dominan la lengua de ninguna comunidad lingüística, y no pueden articular sus pensamientos y comunicarse plenamente en ninguna de ellas.

Las consecuencias

Salvo los niños y las niñas sordos de padres sordos, los demás bebés y niños sordos de nuevo ingreso parecen llegar a la escuela sin haber desarrollado lengua alguna, al menos no en el nivel que debería corresponder a su edad. Las personas que corren un alto riesgo de convertirse en sordos semilingües son aquellas que:

Nacen en familias oyentes; quedan sordas antes de haber desarrollado la lengua oral de sus padres y no tienen garantizado el contacto con una lenguas de señas que les sea accesible.

Se suele afirmar que "para las personas oralizadas el aprendizaje posterior del lenguaje manual no constituye problema alguno". Pero, mientras tanto, en lo que se oraliza o no Ƒcuál es la calidad del español y de la vida social a la que se tiene que atener el "oralizado" o "semioralizado?" ƑY cuál puede ser la calidad de la educación de una persona cuya maduración lingüística, cognitiva y emotiva se ve postergada?, interroga el investigador.

"En los casos de oralización fallida o parcialmente exitosa no hay manera de recuperar el tiempo perdido. Las personas sordas pagan los platos rotos, y si nos atenemos a la calidad de la educación que reciben, así como a su escolaridad promedio, parecen ser muchas las que pagan los platos rotos", advierte Fridman Mintz.

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