Leonardo García Tsao
Visiones extremas y otro premio para México
Cannes. En el penúltimo día de la competencia,
otro título se perfila como favorito para la Palma de Oro: The
Pianist (El pianista) es el regreso de Roman Polanski a las grandes
ligas, y a la vez su retorno a un tema polaco desde Cuchillo en el agua,
de 1966. El sensible drama narra la historia real de cómo el pianista
judío Wladislaw Szpilman (Adrien Brody) sobrevive el Holocausto,
tras presenciar la deportación de su familia a un campo de concentración
y ver cómo es aplastada la resistencia en el gueto de Varsovia.
Polanski
es uno de los pocos cineastas con una experiencia personal del Holocausto
-él mismo fue un superviviente del gueto de Cracovia- y, por ello,
su recreación del genocidio nazi tiene el sentido de una cruel cotidianeidad.
Su visión no es ni morbosa ni sentimental, aunque aborda las mismas
situaciones que hemos visto ya varias veces en producciones hollywoodenses,
y hasta en telefilmes. (El hecho de estar hablada en inglés es lo
único que le resta credibilidad). Sin embargo, The Pianist
encuentra su verdadera dimensión cuando el protagonista parece ser
el último representante de la humanidad en las ruinas de una ciudad
devastada. En sus momentos finales, la película establece un elemento
de esperanza ciertamente inesperado en la obra de un cineasta cuya filmografía
se ha caracterizado por la negrura y el cinismo.
En el otro extremo de la escala se sitúa la producción
francesa Irreversible, del argentino Gaspar Noe. Una cosa es mostrar
atrocidades; otra, cometerlas. Esta grotesca provocación al espectador
se centra en la brutal violación y golpiza sufrida por una bella
mujer (Monica Bellucci) a manos de un delincuente, en un relato contado
en sentido inverso como mero gimmick truculento. Es evidente que
Noe sufre de algún problema personal. Lo que resulta increíble
es la disposición de otras personas a colaborar en la ilustración
de una misoginia enfermiza; y, sobre todo, la disposición del festival
de Cannes a brindarle un foro por la sola atracción publicitaria
de un escándalo. No faltan, claro, los colegas a favor de esta detestable
cinta, un fenómeno que debería prestarse a consultas siquiátricas.
Ayer se dieron a conocer las películas premiadas
en la Semana de la Crítica, y De Mesmer con amor o té
para dos, de Salvador Aguirre y Alejandro Lubezki, se llevó
el premio oficial al mejor cortometraje. Es decir, esa sencilla historia
sobre un joven tímido que cree seducir a su guapa vecina por medio
de la hipnosis no sólo fue favorecida por la organización
de los ferroviarios, según se reportó ayer, sino también
por el jurado de esta sección. Si se recuerda, la Semana de la Crítica
ha sido muy benéfica para el cine mexicano. Aquí fue donde
títulos como Cronos, de Guillermo del Toro, y Amores perros,
de Alejandro González Iñárritu, obtuvieron sus primeros
reconocimientos.
Entre las múltiples especulaciones sobre otros
premios, se ha mencionado a la mexicana Japón, de Carlos
Reygadas, como una posible aspirante a la Cámara de Oro, otorgada
a la mejor ópera prima, y nunca obtenida hasta ahora por una producción
nacional. Eso lo sabremos hasta el domingo, en la entrega oficial del palmarés.