DISONANCIAS Y BUENOS PROPOSITOS
Ayer,
en la conmemoración del centenario de la muerte de Mariano Escobedo,
el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, expresó
lineamientos plausibles para manejar el diferendo con Estados Unidos por
los recursos hídricos compartidos en la frontera.
El funcionario afirmó que hasta ahora, y en tanto
no se realice el "corte de caja" quinquenal previsto en el Tratado para
la Distribución de Aguas Internacionales de los Ríos Colorado,
Tijuana y Bravo, firmado en 1944 por ambos gobiernos, no puede hablarse
de una deuda de agua. Asimismo destacó que las eventuales compensaciones
de agua a que haya lugar se efectuarán atendiendo, en primer lugar,
a las necesidades e intereses nacionales, particularmente en lo relacionado
con las condiciones de dotación y desarrollo que se requieren en
las regiones fronterizas mexicanas, y que no se obrará en función
de "los intereses de otro país".
De igual manera, el funcionario aseveró que "mucho
menos" se tomarán decisiones atendiendo intereses políticos,
"que son los que están distorsionando la relación bilateral",
en alusión al escándalo electorero montado por la clase política
de Texas en torno a los recursos hídricos comunes.
Por su parte, el secretario de Energía, Ernesto
Martens, al participar en la Convención Nacional de Delegaciones
de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación
(Canacintra), se manifestó en contra de que Pemex y la Comisión
Federal de Electricidad (CFE) sigan siendo las "vacas lecheras" del gobierno
federal; propuso que los recursos de las Afore sean canalizados a la modernización
y expansión de las industrias públicas petrolera y eléctrica,
y desmintió que exista en el país una emergencia o crisis
inminente en materia de generación de electricidad.
El funcionario descartó también un escenario
de privatización del sector eléctrico y se pronunció
en todo caso por modificaciones constitucionales que permitan una "complementación"
con la inversión privada, a fin de crear un mercado de excedentes
energético.
Ambas declaraciones son en sí mismas positivas
y pertinentes, e indican signos de moderación en el gobierno federal,
tras las expresiones de sumisión a Estados Unidos y las actitudes
privatizadoras a ultranza que han marcado a la presente administración.
En otro sentido, las declaraciones de ambos funcionarios
contradicen la posición asumida recientemente por el presidente
Vicente Fox, quien, por una parte, se comprometió hace unos días
con su homólogo estadunidense a buscar mecanismos que permitan "pagar"
la supuesta deuda de agua con la nación vecina y, por la otra, ha
reiterado el argumento privatizador que heredó del sexenio pasado,
según el cual la generación de energía eléctrica
se colapsará en breve si no se recurre a la inversión privada.
Es preocupante la persistencia de semejantes disonancias
--las de ayer son características-- en el equipo gubernamental.
La pluralidad de opiniones es sin duda saludable y hasta consustancial
a un entorno democrático, pero esa premisa no justifica la continua
manifestación de posturas contrapuestas que ha sido uno de los signos
de la administración foxista desde el inicio del actual sexenio.
Con ello se confunde a la opinión pública,
se resta seriedad y credibilidad a las instituciones --comenzando por la
Presidencia-- y se enrarece de manera innecesaria e indeseable la vida
política del país.