Decisión impuesta en Santa Clara
Onésimo Cepeda mantiene al párroco y dice a los feligreses: ''no soy un obispo pelele''
JAVIER SALINAS Y SILVIA CHAVEZ CORRESPONSALES
"La Iglesia nunca será democrática, porque no es ningún partido (político); es jerárquica, porque depende del Papa y cada prelado es la cabeza de la Iglesia del lugar", afirmó el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva, ante cientos de feligreses de Santa Clara, cuyo templo fue reabierto este lunes.
A 15 días de que el recinto fue cerrado por el propio prelado debido a diferencias entre el párroco Fernando Uribe Quintero y vecinos de la comunidad, expuso: "hemos estado en una situación de conflicto, nuestra actitud ha sido anticristiana".
Fue un día largo y difícil en Santa Clara. Al final hubo un acuerdo entre Cepeda Silva y los feligreses para solucionar el conflicto, aunque muchos opositores al cura guardaron silencio. Así, Uribe Quintero permanecerá en la parroquia, pero sin oficiar misa, y sólo acudirá a la comunidad a firmar documentos necesarios para que opere el templo. Los vicarios Fernando García Bolaños y Roberto Concha González se encargarán de la labor pastoral.
De esta forma se salvó el principio de autoridad de la Iglesia, dijo Onésimo Cepeda. ''De romperse ya no hay autoridad, cualquier pueblo me hace un mitin de este tipo y yo tengo que cambiar al cura párroco; eso no va ser, porque este obispo no es un pelele", agregó
Desde temprano unos 600 feligreses de Santa Clara se congregaron frente al templo. En la zona se aplicó discreto dispositivo de seguridad con funcionarios federales, estatales y municipales.
Al lugar asistió Gerardo Sánchez Carrasco, jefe del Departamento de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, quien pese a que dialogó con los inconformes y sirvió de intermediario, dijo que la dependencia no intervendría en el asunto y sólo fungiría como observadora de las pláticas entre autoridades eclesiásticas y representantes de los católicos de Santa Clara.
La presencia del obispo creó división entre la gente, pues la mayoría rechazó la última propuesta de Cepeda Silva: mantener a Uribe Quintero al frente de la iglesia, acompañado de curas encargados de labor pastoral.
Ante las puertas cerradas del recinto religioso, los feligreses esperaron con rezos y cantos al obispo de Ecatepec. La tensión fue evidente cuando en punto de las 9:30 horas llegó Cepeda, con semblante tranquilo, entre gritos para apoyarlo y en su contra. Fue a la casa parroquial e ingresó al templo acompañado de siete sacerdotes y una comisión de vecinos.
Las enormes puertas de madera de la iglesia se abrieron en punto de las 11:15 horas. Al fondo, el obispo esperó a los feligreses para ofrecer una misa previa a la discusión del conflicto.
Durante la homilía expresó: "Si me he presentado aquí, delante de ustedes, es porque comparto su dolor de tener su iglesia cerrada y además, a pesar de que hay entre ustedes quienes no quieren a su obispo, su obispo los ama, por eso estoy aquí para celebrar la eucaristía.
"Hemos estado en una situación de conflicto, en una situación anticristiana, nuestra actitud ha sido anticristiana. No se puede hablar de ser cristiano teniendo odio en el corazón, no se puede hablar de ser cristiano levantando calumnias, falsos testimonios, hablando en contra de personas, aun sin conocerlas. Creo que esto, ayudado por muchos hermanos de la prensa, que se han ensañado.
"Ahí donde hay división, pleito, mentiras, rencores, ahí no está Dios. Dios está en la gente que se ama, que se respeta, que respeta la autoridad, no por ser tal o cual persona, sino por ser autoridad jerárquica en la Iglesia.
"Quiero pedirles a ustedes hoy que seamos hermanos, que vivamos como cristianos, como hijos de Dios, que celebremos eucaristía en la paz, en la concordia y en el amor, en el perdón, porque los que no celebremos así la misa estaremos siendo como Judas, que le da un beso a su señor y con ese beso lo entrega; nosotros tenemos que ser cristianos verdaderos."
La misa se celebró sin contratiempo. Sin embargo, imperaron el desorden y los gritos al término de la celebración. La tensión aumentó cuando Onésimo Cepeda anunció que no retiraría de la parroquia de Santa Clara a Fernando Uribe, a quien la feligresía acusó de maltratos y de pretender cambiar las tradiciones.
"He decidido poner además del cura Fernando a otro sacerdote, quien junto con el vicario oficiará las misas. El nuevo padre será el que de hecho esté celebrando los oficios, aunque, de derecho, el cura Fernando sea el párroco", señaló el prelado. Esto desató gritos y silbidos mezclados con aplausos, que no impidieron proseguir al obispo.
Añadió: "En la Iglesia no se puede permitir violencia en ningún tipo, mucho menos de violencia para que el obispo cumpla con el capricho de cualquiera".
Además, dijo a los concurrentes, "la Iglesia nunca ha sido democrática y nunca será democrática, porque no es ningún partido político, la Iglesia es jerárquica, depende del Papa y cada obispo es la cabeza de la iglesia del lugar". Durante su plática con vecinos dentro del templo, los inconformes interrumpieron a Cepeda Silva en varias ocasiones.
El obispo conformó un consejo parroquial, integrado por siete personas, cuatro representantes de pobladores contrarios y tres simpatizantes del párroco Uribe Quintero. Se aclaró que esta comisión no mandará ni administrará en el recinto religioso, sólo aconsejará al cura párroco.
El prelado se comprometió ante los vecinos de Santa Clara a respetar sus tradiciones, como las procesiones de Semana Santa, "salvo una, la bendición con la mano del Cristo muerto", porque en su opinión esa práctica constituye idolatría.
Igualmente, en cumplimiento a demandas de feligreses, Cepeda ordenó que las misas de cuerpo presente se realicen entre las 12 y la una de la tarde, celebraciones que entre otras suspendió el párroco Uribe Quintero.
Por otra parte, el obispo pidió a los feligreses aceptar las disculpas que ofreció Uribe Quintero, y pidió se le dé "un trato como sacerdote católico".
Añadió que supervisará personalmente el desempeño del cura, y a su regreso de un viaje que realizará al Vaticano, el próximo 27 de junio, decidirá sobre su retiro.
Onésimo Cepeda condicionó asimismo a los feligreses a aceptar la propuesta, a riesgo de cerrar la parroquia de manera definitiva.
El prelado sometió a votación sus propuestas, pero la mayoría se pronunció en su contra. Varios vecinos se abalanzaron para interpelar de cerca al obispo, quien debió salir custodiado por sus sacerdotes y personal de seguridad, en medio de empujones e insultos. "A pesar de que ustedes no me quieren, yo los sigo queriendo", dijo Onésimo a los inconformes.
Por la tarde el obispo regresó a la parroquia y el acuerdo se concretó al aceptar los feligreses las disposiciones del prelado. Muchos de los inconformes esta ocasión enmudecieron.
Mientras tanto, la directiva del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el estado de México pidió a Cepeda Silva que trate "con respeto" a ese instituto ppolítico, en referencia a que la semana pasada, el clérigo implicó a militantes perredistas de Santa Clara en el rechazo al párroco del pueblo, y le recomendó "no entrar en debates terrenales".
Jaime Enríquez Félix, secretario general del PRD en funciones de dirigente estatal, aseguró, entrevistado en Naucalpan, que vía telefónica dialogó con Onésimo Cepeda y le dejó en claro que fue "una acusación injusta" para la feligresía católica el considerar que militantes del partido del sol azteca promovieron los movilizaciones en Santa Clara contra Uribe Quintero.
Añadió que solicitó a Onésimo Cepeda "no entrar en debates terrenales" con su partido político, pues ello "le retiraría su posición de querubín celestial, y entonces como ciudadanos tendríamos que contestar a las acusaciones que hizo en su momento sobre la militancia perredista en el conflicto del pueblo de Santa Clara".