CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Código penal: chantaje azul
EN LA Asamblea Legislativa del Distrito Federal
parece que se llegó a un acuerdo, actitud de verdad plausible, para
recomponer algunas de las omisiones, confusiones o simplemente errores
que se dieron al aprobarlo.
PERO ANTES de eso se tendrán que desfacer
algunos entuertos que se crearon poco antes de dar por grillada
la ley que reponía el precepto anterior y paso entonces a contarles
la historia.
RESULTA QUE en eso de lograr los cambios que dieran
al Código Penal vigencia frente a ciertas nuevas situaciones donde
la justicia apenas asomaba la nariz, de entre las propuestas que iban y
venían resultó una que llamó a escándalo a
las buenas conciencias panistas.
DESPUES DE mucho pensarlo, la diputada Margarita
González Gamio decidió proponer la despenalización
del aborto. Los argumentos de la diputada eran tan solventes como los que
ya se han discutido una y otra vez y a los que se han opuesto una y otra
vez los panistas, más que por convicción por no perder a
su clientela más fiel.
LO RARO del asunto es que en cierto momento los
diputados de varios partidos, incluidos los verdes, estaban por apoyar
el punto. Hasta allí los panistas no sabían nada, el sigilo
había acompañado a la idea de la diputada. Parecía
un triunfo.
NO OBSTANTE, como es costumbre, alguien corrió
hacia las filas azules y contó las intenciones perversas
de González Gamio. Los panistas pusieron el grito en cielo. El asunto
armó el escándalo esperado y los panistas aseguraron que
sólo sobre sus cadáveres pasaría tal punto.
ANTES, ENTRE diputados de varios partidos, entre
ellos algunos del PRD, se corría la voz de que ese punto sería
un avance fundamental, importantísimo, para el ejercicio de la justicia
en la capital. Las opiniones a favor parecían llegar en cascada.
PERO EL PAN iba al contrataque. Inmediatamente
después de conocer las intenciones de la priísta González
Gamio, los azules se fueron a la yugular de las presas fáciles:
los verdes, que en verdad se habían mostrado entusiasmados con la
idea. Entonces cambiaron de postura y en cosa de minutos dieron su apoyo
a los panistas.
LA PROPUESTA se había enredado y el tiempo
empezaba a alargarse sin que hubiera un acuerdo para reformar el código.
Las posturas parecían inamovibles. Los panistas dijeron que si se
proponía tal punto no habría código, mientras la legisladora
priísta argumentaba con datos, cifras y razones su postura.
SIN EMBARGO, el punto propuesto por González
Gamio empezó a debilitarse. Uno a uno, casi todos los diputados
que habían ofrecido apoyo fueron tornándose al lado panista.
Las cuentas, entonces, ya no salían, la propuesta sería rechazada.
AL FINAL, en el ánimo de todos pesó
la amenaza panista. El código no saldría si entraba el punto
de la priísta y con este chantaje el posible avance se trabó;
no era posible ir más adelante. Ya no hubo más discusión
ni análisis, se aprobó como estaba aún a costa de
la justicia. El PAN ganó.