Alberto Aziz Nassif
Los discursos del Presidente
Los discursos del presidente Fox, que emite en México
o en extranjero, son un campo de batalla; tienen una amplia resonancia
de círculos expansivos en los que no termina uno y empieza el siguiente.
Las palabras de los políticos no siempre se las lleva el viento,
porque la política esta formada, entre otras cosas, de palabras
y declaraciones. Lo que se dice en política tiene que ver con estrategias
y con lugares que ocupan los actores; eso es lo que da un valor a sus palabras.
Estamos ante una presidencia muy activa en la emisión de discursos
que generan conflictos, ya sea por falta de coherencia, por cambios súbitos
e inesperados, por contradicciones. ¿Qué lógica hay
en la forma de hablar del presidente Fox?
Uno de los reclamos que permanentemente se le hacen al
Presidente es que no cumple lo que prometió en la campaña.
Por otra parte, muchas veces existe la sensación de que el único
optimista que queda en el país es el presidente Fox, que a pesar
de todo mantiene sus mismas palabras. El problema es que cada palabra se
contrasta con la realidad y entonces el discurso pierde credibilidad. En
la reciente gira por tres países de Europa, que terminó el
sábado pasado, volvió a llamar la atención el discurso
del Presidente porque hizo declaraciones que según algunos no debería
haber hecho, como el caso de una supuesta reforma eléctrica, muy
polémica, pero que todavía no está negociada internamente;
así como la crítica que hace cíclicamente a la oposición;
o los señalamientos sobre la necesidad de modificar la Constitución,
porque "está respondiendo a un régimen anterior" (La Jornada,
18/05/2002). Quizá el hecho de tener una mejor aceptación
afuera que adentro del país, como en otras transiciones, genere
un discurso más suelto. ¿Hay temas sobre los que no se debe
hablar en el extranjero?
Dentro del teatro de la política también
hay un mercado donde lo que se dice tiene un valor y éste depende
no sólo de las palabras mismas, o del lugar desde el que se emiten
las palabras, sino también de la credibilidad y los resultados.
Por razones estructurales la Presidencia de la República tiene un
lugar central en un sistema presidencial. En nuestro país la palabra
del Presidente ha tenido históricamente una transformación
radical en su valor; durante el viejo régimen priísta, el
presidente hablaba y los demás callaban y obedecían o estaban
condenados a la marginalidad. Ese monólogo se transformó
hasta llegar al momento actual, en el que la palabra presidencial es parte
del intenso debate cotidiano y las respuestas son fuertes, nutridas e intensas.
Hay una disputa diaria por cualquier política que se ponga en práctica
o proponga. Hoy prácticamente toda la política está
en discusión. El incremento en el volumen del debate, así
como su intensidad, son características que acompañan a los
procesos democráticos de alternancia. Los clásicos llamaron
a este fenómeno democracias de opinión. ¿Qué
balance tiene el presidente Fox en el debate cotidiano que genera?
El Presidente declara de forma diaria y en múltiples
ocasiones y sus palabras tienen un seguimiento amplio por los medios masivos;
y a cada palabra suya también se registran las opiniones críticas
y las contrarias. Sin embargo, a pesar de que la palabra presidencial tiene
un gran peso en el escenario nacional, existe un malestar sobre estos intercambios;
a veces es difuso, casi imperceptible, pero otras toma cuerpo y se repite
con mucha fuerza. Los medios difunden y forman parte de este intercambio
político, modulan y modelan lo que se dice, dan tono e intensidad
para tener un registro diario de lo que expresan nuestros políticos.
Ciertamente hemos ganado en libertad de expresión, pero todavía
queda pendiente la calidad y el nivel del debate, lo cual no se obtiene
con los gritos y descalificaciones que todos los días escuchamos
en todas las posiciones. Los ciudadanos observamos un conjunto desordenado
de intereses en confrontación, de restos de ideologías, de
posiciones pragmáticas, que no logran generar acuerdos y certidumbre
sobre el rumbo que lleva el país. ¿Ha ganado el ruido al
debate político?
Después de escuchar los discursos del presidente
Fox, que un día descalifica a sus contrincantes y otro los invita
a cogobernar para volver después a la crítica, podemos regresar
al punto de partida: el gobierno del presidente Fox está sometido
a una condición de minoría y a una transición sin
pactos, por lo cual puede decir lo que se quiera, aquí o en el extranjero,
y los resultados serán escasos y los acuerdos raros. Los cambios
están acotados por la lógica de la restauración del
viejo régimen. Por eso nuestra transición resulta lenta,
complicada y gris, y las palabras del Presidente van y vienen.