La gente, inmutable: ni cantó ni bailó;
tampoco hubo lleno
Celia Cruz y Rubén Blades ante un público
apático en el Acapulco Fest
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Acapulco. Este viernes el Acapulco Fest recibió
a dos de los más grandes exponentes de la música afroantillana,
en un foro un poco más lleno que los anteriores días: Rubén
Blades y Celia Cruz.
Cuando faltaban 20 minutos para las 8 de la noche, el
panameño salió al escenario del salón Teotihuacan
totalmente vestido de negro, incluidos gafas y sombrero. Con una banda
de 10 músicos, todos muy jóvenes, Blades abrió el
concierto con los temas La rosa de los vientos y Juan Pachanga.
A pesar de que esa música es muy sabrosa y de ritmo contagioso,
el público no bailaba, ni siquiera hablaba. Durante todo el concierto
la gente estuvo sentada escuchando lo que les decía Blades en cada
canción.
Los
temas que interpretó fueron los más representativos de los
momentos de su carrera, como Ligia Elena y Pedro Navaja -con
la que despidió el concierto-, que llegaron a un público
menos joven que el que ha estado acudiendo, pero que siente un gran respeto
y admiración por el cantante.
A estas alturas de su trayectoria, Blades ha demostrado
que ya tiene un lugar irrebatible dentro de la música latina, el
cual se ha ganado a lo largo de los años con mucha profesionalidad
y talento.
Para no hacer esperar a la reina
Tras hora y media de concierto, Blades dio por acabada
su participación en el Acapulco Fest para "no hacer esperar a la
reina" de la salsa, Celia Cruz.
Con un vestido negro cubierto de flecos de colores brillantes,
la veterana cantante salió al escenario acompañada de una
orquesta de músicos mexicanos y, como siempre, de su esposo don
Pedro, quien dirigió la banda. Celia se mostró contenta de
estar en Acapulco, lugar al que "hacía cuatro o cinco años
que no venía". Muy simpática y comunicativa, la cantante
presentó el disco que acaba de lanzar, llamado La negra tiene
tumbao. El primer sencillo homónimo promete ser de esos temas
de Celia que luego se bailan y suenan por todos lados. Pero fue esta la
única canción que tocó del disco, ya que el concierto
se centró en los grandes éxitos de la cantante, así
como temas clásicos de la música tropical.
En su repertorio pudimos disfrutar de El yerberito,
Guantanamera, El manicero y el tema de Carlos Santana Oye cómo
va. A pesar de la sabrosura que tiene la música de Celia, el
público no se mostró muy receptivo. Nadie bailaba y se respiraba
un ambiente poco emotivo y festivo. Solamente cuando la cantante cantó
su mega éxito La vida es un carnaval, algunas personas se
levantaron de sus sillas y bailaron hasta el final del concierto. Apenas
una hora duró el concierto de Celia, la cual regaló un pilón
?sin que le fuera excesivamente solicitado por la audiencia? con Bemba
colorá y nuevamente La vida es un carnaval.
El concierto de Blades y Celia contó con un sonido
impecable, ambos artistas realizaron una intervención de primerísima
calidad, sus voces demostraron que ganan con el pasar de los años,
pero estos artistas dejaron un gran vacío en el público al
no cantar juntos. Todo el mundo esperaba ver salir a Blades por un lado
del escenario para cantar con Celia, pero eso no se produjo, perdiéndonos
la oportunidad de ver a estos dos gigantes de la música caribeña
juntos. Con este concierto, el festival despidió a la música
tropical, así como a la norteña en el Jardín Sur,
donde Los Huracanes del Norte y la Arrolladora Banda Limón pusieron
punto final a la undécima edición del Acapulco Fest muy grupera.