Víctor Quintana S.
Laboratorio de globalización
Sin rodeos, con puros hechos, los agricultores chihuahuenses impugnan la política comercial y agrícola del gobierno. En improvisadas pipas, en tambos de 200 litros acomodados en sus camionetas pasan a fuerza por la frontera el diesel barato que compran en Estados Unidos. Nadie puede detenerlos, pues lo mismo han tomado el puente internacional de Zaragoza que la aduana del kilómetro 30 en Ciudad Juárez. De nuevo convergen para impugnar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la política económica y energética federales, los productores del Comité pro Mejoramiento del Agro Nacional, de El Barzón y del Frente Democrático Campesino, estas últimas integrantes del Frente para la Defensa del Campo Mexicano.
Desde el 10 de abril pasado retoman la lucha. En el aniversario de Zapata actualizan su consigna de "tierra y libertad" por "granos propios y energía barata". Se van contra los incrementos en las tarifas de energía eléctrica para uso agrícola, y contra los altos precios del diesel y de la gasolina. Protestan contra la importación indiscriminada de productos agropecuarios, sobre todo de granos básicos. Se movilizan por el rescate de la agricultura nacional. Tal parece que los calores de la primavera encienden el ánimo de estos labriegos, nada temerosos del sol a plomo ni de los ventarrones tardíos de estos desiertos.
Prosiguen las impugnaciones a las tarifas de la Comisión Federal de Electricidad para el riego por bombeo. Desde el año pasado se disparan de 14 a 32 centavos el kilovatio-hora. Una buena parte de los productores se declara en huelga total de pagos. Otros, en señal de resistencia, sólo pagan 46 por ciento del importe de su recibo, sin aceptar el incremento. La paraestatal desencadena en marzo pasado una ofensiva de cortes de energía, incluso de líneas troncales completas. En algunos casos se va hasta el desmantelamiento del equipo de los pozos. No faltan los enfrentamientos entre agricultores y empleados de la paraestatal.
No les va mejor a quienes mueven sus bombas con diesel. Mientras que a los agricultores estadunidenses el energético subsidiado les cuesta 53 centavos de dólar el galón, con el subsidio del gobierno de Estados Unidos, a los productores mexicanos les sale a cuatro pesos 70 centavos el litro, 17 pesos con 48 centavos el galón. Incluso el diesel estadunidense no subsidiado les sale más barato del otro lado de la frontera: a 11 pesos 25 centavos el galón. Como ellos dicen, "éste es un torito para los que defienden el libre comercio, la eliminación de subsidios y que nos hagamos competitivos a toda costa".
Como en el verano pasado, el bloqueo del puente y de la aduana también sirve para detener importaciones de productos agropecuarios. Si en Francia la Confederation Paysanne y José Bové se han convertido en los principales defensores de "la buena botana" de los franceses, aquí estos agricultores luchones dicen basta a las importaciones de granos, de suero de leche, de manzanas y de carne de pésima calidad.
Hay tanta indignación que no caben los matices. "En los trenes de la Union Pacific, de la que ahora es socio Zedillo, nos están mandando toneladas de maíz transgénico", dicen algunos campesinos. La información podrá ser no muy exacta, pero la claridad de su mensaje no deja lugar a duda: quienes diseñaron y firmaron el TLCAN están beneficiándose con la importación de alimentos a la vez que arruinan la agricultura nacional, todo esto con la tolerancia o con la complicidad del actual gobierno.
Una pedagogía activa, un laboratorio viviente de la globalización y de sus efectos sobre los pequeños y medianos agricultores. Eso vienen a ser las esforzadas e imaginativas acciones de estos agricultores. Pasar a la fuerza diesel barato, hacer regresarse a los contenedores que importan productos que desplazan a los propios, nada mejor para mostrarse a sí mismos y para mostrar a la opinión pública lo que significan las políticas económica, comercial y agrícola vigentes: la ruina de la agricultura nacional, el fin de nuestra soberanía alimentaria, el severo deterioro de nuestra nutrición.
Ojalá que la pedagogía de estas movilizaciones, ojalá que sus mensajes dirigidos a la razón, pero también al estómago, sacudan a la sociedad mexicana y se reproduzcan en otros sectores. Porque del gobierno del cambio ya poco puede esperarse.