Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 16 de mayo de 2002
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Política

Marcos Roitman Rosenmann

La responsabilidad de Occidente

He leído mil y un artículos de grandes humanistas en los que se enumeran todas las más nobles y humanas razones para terminar con la masacre del pueblo palestino. Participo de todas ellas en nombre de la condición humana. Estremece saber que en el siglo XXI se repiten las escenas de dolor y muerte de personas cuyo único delito ha sido pedir su derecho a existir en la diferencia. La mayoría de los clamores por frenar la agresión coinciden en señalar y rechazar las atrocidades cometidas por el Estado de Israel en su afán expansionista. Los argumentos esgrimidos adquieren tintes dramáticos y una connotación vital en la cual sobresale el llamado al comportamiento ético-político.

Presenciamos un estallido consciente del grito democrático šya basta! del que emergen las demandas de justicia, dignidad y democracia para el pueblo palestino. No se puede seguir escamoteando su derecho a construir un Estado independiente y soberano. Es una voz colectiva cuyo eco a escala mundial transmite con fuerza el principio de autodeterminación. En este contexto de aversión y repugnancia ética, contemplamos una acción de destrucción masiva del pueblo palestino conscientemente planeada y ejecutada por Ariel Sharon y el ejército israelí. Sus bombardeos y sus tanques invasores constituyen una ofensa para la condición humana.

ƑPero cuáles son las acciones emprendidas por la comunidad internacional?, y me refiero a los mandatarios, a los responsables de la política internacional de los países con capacidad real de detener esta jauría contra el pueblo palestino.

Por el momento nos encontramos con declaraciones de crítica complementadas con cierto rubor por la forma y los modos de hacer del ejército israelí en territorio palestino. Es una especie de reprimenda al hermano menor. Sin embargo, pocos argumentan el grado de complicidad y acuerdo de fondo con la política del gobierno de Israel para doblegar la dignidad del pueblo palestino y su autoridad política. Esta consideración cambia el escenario del conflicto ubicando el problema en otro espacio de discusión. No se trata de un llamado de exhorto a Israel a abandonar la política de guerra. Estados Unidos, máximo aliado de Israel, sostiene y caracteriza su lucha como legítima ante el terrorismo palestino. Es decir, los palestinos son artífices y practican el terrorismo como arma política. Amigos del mal y destructores de la paz mundial, sólo es posible aplicarles un correctivo: aquel que procura su eliminación total. Unir terrorismo internacional, pueblo palestino y Autoridad Palestina es una misma dialéctica de la cual se desprende el derecho para actuar en su erradicación. En otras palabras, se consideran las acciones emprendidas por Israel en contra del pueblo palestino un acto de legítima defensa. Esta consideración es compartida por el conjunto de Estados europeos aliados de Israel y con la mala conciencia de haber permitido o consentido durante la segunda Guerra Mundial el genocidio nazi. Así, aflora un sentimiento de culpa hábilmente manejado por el Estado de Israel para actuar impunemente tantas veces como lo requiera. Es una carta blanca para realizar cualquier tipo de atrocidad en nombre de las cometidas por la Alemania nazi.

El reconocimiento por parte de las organizaciones internacionales, los enviados especiales estadunidenses y la Unión Europea a una falta de voluntad política de Israel para hacer efectiva una retirada inmediata de las tropas de los territorios autónomos palestinos constituye una farsa. No se trata de falta de voluntad política; por el contrario, asistimos a una dirección de la voluntad política medida en sus consecuencias y efectos. El gobierno israelí sabe que cuenta con el consentimiento profundo de los gobiernos de Occidente para llevar a cabo su programa de asesinatos en masa de la población palestina. No se puede hablar de un antagonismo o contradicción entre los objetivos de Israel y los países que configuran su entorno natural, Occidente.

Hay voluntad política. Existe y se constituye en favor de las políticas de Sharon. Nada está fuera de control. La complicidad es total. Se participa de los objetivos y fines estratégicos. ƑCómo interpretar la pasividad real para bloquear, retirar embajadores, congelar préstamos, créditos, exportaciones y otras medidas capaces de lograr la retirada del ejército israelí de los territorios ocupados de Palestina? Asimismo, Ƒno sería un acto demostrativo del rechazo a la política de Israel, la proclamación inmediata del Estado palestino por Naciones Unidas, por ejemplo? Pero nada de ello se presenta como parte de la estrategia de disuasión. Las amenazas de Occidente son simples bravuconadas, cuyo sentido es dar tiempo a Sharon para cumplir sus metas. Seguirán aduciendo falta de voluntad, cuando en la práctica debemos ser conscientes de su existencia, salvo que no tiene una dirección tendiente a favorecer la causa del pueblo palestino, sino su desarticulación.

Por otro lado, tampoco, y a pesar de las múltiples noticias procedentes de los territorios ocupados palestinos sobre las atrocidades cometidas por el ejército israelí contra la población civil, se plantea la acusación de Sharon como responsable de crímenes de guerra y lesa humanidad. La muerte de más de 200 civiles realizada bajo órdenes del mando político del Estado de Israel es suficiente para poner a Ariel Sharon en el banquillo del Tribunal Internacional, que hoy juzga los crímenes perpetrados en la guerra de los Balcanes. Seguramente habría que esperar a que no esté en el ejercicio del poder, pero nada impide que posteriormente se le juzgue por esos actos criminales y que Israel lo entregue.

ƑEstá la comunidad internacional comprometida con dicha posibilidad? La respuesta está en la conciencia de cada uno de nosotros y en nuestra concepción del conflicto. Somos el conjunto de la especie humana quienes nos debemos sentir y nos sentimos agraviados por los actos de ignominia humana perpetrados por el gobierno de Israel con la complicidad y voluntad política de los gobiernos de los países aliados occidentales. Todos ellos se han comprometido con un objetivo: eliminar cuanto antes a un enemigo llamado terrorismo internacional, cuyo rostro se concreta en esta oportunidad, según sus criterios, en niños, hombres y mujeres palestinos.

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