Armando Labra M.
Economía micción: cosecha de porcientos
Se han de haber carcajeado a la salida del Casino Militar
los miembros de la Fundación para el Desarrollo Rural cuando el
Presidente les dijo que el primer trimestre del año la producción
agropecuaria creció 7 por ciento, porque cualquiera que conozca
un surco sabe que no son esos meses época de cosecha significativa
en el país. ¿Quién le hizo el discurso al señor
Fox? Seguramente otro campesinista de banqueta, como yo, que sólo
conoce la tierra de sus macetas. O algún tramposo, pérfido
maloso inflador de estadísticas, de ésos cuya estirpe considerábamos
extinta...
Ni modo, tenemos que ver algunas cifras. El Banco de México
en su informe anual, recientemente difundido, consigna que la agricultura,
la pesca y la silvicultura arrojaron un crecimiento de 2.5 por ciento en
2001 respecto al año anterior. También consigna que las exportaciones
agropecuarias decayeron -7.5 por ciento en ese lapso.
Como se sabe, el año pasado la economía
nacional decreció -0.3 por ciento a consecuencia del decaimiento
de las actividades industriales (?3.9 por ciento) y la construcción
(?4.5 por ciento), principalmente. Ciertamente no toda la agricultura,
considerada ahora como nuevo "motor de la economía", contribuyó
a que el sector primario tuviera un buen desempeño en 2001. Desde
luego, no es positivo el panorama para los cultivos que más importan
a los mexicanos por su aporte a la alimentación popular y al empleo,
ya que, como consigna la Sagarpa en su página web, en 2001 la cosecha
de maíz fue 6.9 por ciento inferior a la del año anterior,
la de frijol en -1.7 por ciento, la de arroz en ?5.9 por ciento, la de
trigo en -4.2 por ciento y la de sorgo en -11.4 por ciento.
En cuanto a oleaginosas crecieron importantemente los
volúmenes de ajonjolí y cártamo, pero decreció
en ?16.4 por ciento la producción de soya. Salvo un leve aumento
de la producción avícola (2.0 por ciento), todos los renglones
ganaderos disminuyeron entre -1.6 y -2.2 por ciento. Baste mencionar que
de 1995 a 2001 la contribución del sector agropecuario al PIB disminuyó
de 6.0 por ciento a tan sólo 5.2 por ciento, según el Banco
de México con datos del INEGI, para darnos cuenta de que el campo
no anda bien, sino muy mal para la mayoría de los campesinos y para
el bienestar de todos los mexicanos
Con estos antecedentes, aunados a la sostenida descapitalización
del campo y a la adversidad del mercado exterior no sólo en cuanto
a precios, sino a demanda, más un decrecimiento de -1.6 por ciento
de la economía nacional entre enero y marzo del presente año,
no es muy creíble la cifra de un aumento de 7 por ciento real en
el campo, durante el primer trimestre. En efecto, hay productos que muestran,
hasta marzo, aumentos impresionantes tanto en volúmenes como en
rendimientos por hectárea, pero el sistema de información
de Sagarpa (SIAP) en la red revela que el ciclo otoño-invierno mostró
al 31 de marzo sólo un pequeño aumento (1.67 por ciento)
de la producción agrícola y en la pecuaria -se dispone de
datos mensuales a febrero- incrementos de 2.5 por ciento o menos (leche
y carne) y disminuciones de -5.2 por ciento en otros productos (huevo,
miel, etcétera). También es cierto que 2001 fue un año
de buenas lluvias y pocos desastres, lo cual permitió siembras oportunas
y seguramente eso se reflejará en el bienestar de algunos rancheros
ricos, pero de muy pocos campesinos pobres que constituyen la mayoría
rural del país.
Sea 7 por ciento o el dato que resulte, dada la proclividad
inventiva en la residencia oficial de Los Pinochos, ya resulta imperativo
exigir al Presidente que cite las fuentes de su información y que
nos ilustre con certeza. La evolución natural del sector agropecuario
no permite anticipar un desempeño como el que mencionó el
Presidente. No que lo dicho sea mentira flagrante, como en otros casos
más conspicuos, pero sí fantasía rural, a menos
que se muestren los datos duros. ¿Peras al olmo? ¿Y por qué
no?, todo es posible sobre cualquier tema, en el discurso de estos días,
hasta una verdad de vez en cuando.
De la atonía y la administración de la abundancia
de hace algunos años, a la reciente economía ficción
de triste memoria, pasamos ahora, de tanto regarla, a la economía
micción en la que el PIB decrece notablemente, pero "mejoran
las expectativas de fin de año"; en la que sube el precio del petróleo
pero se recorta el gasto público; donde los empresarios, a los que
el gobierno sirve, dicen que "vamos en la dirección correcta" pero
mantienen sus dineros afuera; donde privatizar significa robar, donde el
campesino se hunde, pero aumenta la cosecha de porcientos... Pobre campo.
Pobre país.