COPAS DEL MUNDO
La dictadura de Jorge Videla invirtió 520
millones de dólares para que todo saliera bien
Política y futbol, de la mano en Argentina 1978
Cruyff se negó a participar por las violaciones
a los derechos humanos Tongo peruano
AFP
Política y futbol volvieron a darse la mano en
el Mundial de 1978. Argentina estaba en plena dictadura y muchos países
amenazaban con boicotear la cita, lo cual no sucedió finalmente,
aunque sí hubo jugadores, el más famoso de todos el astro
holandés Johan Cruyff, que se negaron a participar como protesta
por las violaciones a los derechos humanos cometidas por la junta militar.
Pero
los uniformados lo tenían claro: para mantener tranquilo al vulgo
había que darle pan y circo, y nada mejor que un Mundial de su deporte
rey. Para tal efecto se creó el Ente Autárquico Mundial 78,
que se gastó 520 millones de dólares (581 millones de euros)
?el cuádruple de lo que costó el Mundial de España
82? para que todo saliera perfecto.
Se construyeron tres estadios -Mar de Plata, Córdoba
y Mendoza- y otros tres fueron remodelados a lo grande.
Los militares lograron, incluso, un alto al fuego con
la agrupación Montoneros, guerrilla urbana muy activa en aquellos
años, para tranquilidad de turistas y reporteros.
Mismo esmero con el equipo nacional. El cargo de seleccionador
recayó en César Luis Menotti, un gigantón que en cuatro
años armó un conjunto ofensivo infalible con nombres tan
solventes como Mario Matador Kempes, Osvaldo Ardiles y Daniel Passarella.
De hecho, fueron el único destello de calidad en un Mundial.
Holanda vuelve a perder
En la primera fase destacaron dos selecciones "inesperadas":
Austria, que llegaba a una fase final tras 20 años de ausencia,
y Perú, que le sacó todo el jugo a experimentados jugadores
como Teófilo Cubillas y Hugo Sotil. Los dos pasaron a la segunda
fase, donde dos grupos de cuatro se disputaban en una liguilla el pase
a la final. En cambio, España, Francia y Escocia, que se veían
muy felices, se marcharon pronto a casa.
Holanda no tuvo mayores problemas para deshacerse de sus
rivales y lograr el pase a la final, mientras que Argentina necesitaba,
tras vencer a Polonia y empatar con un Brasil muy mediocre, meterle cuatro
goles a Perú. El partido terminó con un abultado 6-0 en favor
de los locales, resultado sobre el que siempre ha recaído la sospecha
de "tongo", desmentido por unos y otros.
Y llegó la tan ansiada final para los albicelestes,
que coparon el estadio Monumental para jalar como nunca a los suyos ante
un rival de altura que había visto escapar el título cuatro
años antes. Kempes -máximo goleador y héroe de la
cita, con seis tantos- comenzó marcando, ventaja que los holandeses
neutralizaron a pocos minutos del final. Ya en la prórroga, Kempes
nuevamente y Daniel Bertoni después sentenciaron el resultado ante
la impotencia "naranja".
El capitán, Daniel Passarella, recibió la
Copa de manos del dictador Jorge Videla. El país entero estalló
de júbilo. Después de 48 años y nueve mundiales, Argentina
lograba una victoria que ni una serie de irregularidades o un arbitraje
muy comprensivo lograron empañar