Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 12 de mayo de 2002
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Política

Guillermo Almeyra

šDetener el genocidio israelí!

Después de una enésima invasión a los territorios palestinos en Cisjordania, realizada en abierta violación a las resoluciones de Naciones Unidas, Israel se lanza a realizar un aún más grave ataque: la invasión de la franja de Gaza, el territorio más densamente poblado del mundo. Si en Ramallah, Belén, Jenin y otras localidades cisjordanas Israel asesinó mujeres, niños, ancianos, inválidos; secuestró o mató a centenares de varones adolescentes o adultos; robó, saqueó masivamente (como denuncia incluso el diario israelí Haaretz); si en esa zona destrozó los tanques de agua, arrancó las tuberías, destruyó los sistemas eléctricos, para practicar la táctica bárbara de la tierra arrasada, es de imaginarse los costos humanos, sociales y materiales de su invasión a la franja de Gaza.

Esa matanza masiva que prepara el criminal de guerra Ariel Sharon, desafiando al mundo civilizado, a Naciones Unidas, a la Unión Europea, a la misma izquierda sionista israelí, como el partido Maaretz, y a los pacifistas judíos de Israel y del mundo entero, aún puede y debe ser detenida.

Primero, porque ese genocidio sería una escalada hacia una guerra contra los países árabes, cuyos pueblos no pueden aceptar inmóviles una masacre aún peor a la de Jenin, cuyos rastros Sharon intentó borrar al no permitir una inspección internacional en el campamento mártir. Segundo, porque un pogrom masivo realizado por Israel fomentará a escala mundial el odio y la persecución a todos los judíos, haciéndoles víctimas de la locura asesina de Sharon y Bush, que lo secunda. Tercero, porque la barbarie de Sharon estimulará la barbarie belicista de la Casa Blanca, y a la derecha y el racismo en todo el planeta, y reducirá aún más el respeto a las vías legales, que es básico para la existencia de la civilización.

šSharon debe ser declarado fuera de la ley, como lo fue el régimen del apartheid en Sudáfrica! Todos los países democráticos deben conminar a Israel a mantener la paz o, en caso contrario, romper de inmediato relaciones diplomáticas y económicas con este Estado bandido que no respeta a la comunidad internacional y practica desde siempre la política del hecho consumado.

El argumento según el cual Arafat y la Autoridad Nacional Palestina, cercados y reducidos a la impotencia total, serían responsables de los atentados suicidas que condenan y que van contra sus más directos intereses, es infame. También lo es la ridícula "prueba" de que la ANP habría comprado un cargamento de armas livianas, cosa que hace normalmente cualquier entidad estatal y que contrasta con los miles de millones de dólares en armas ultraperfeccionadas que Estados Unidos otorga cada año a Israel, que es la principal potencia militar de la zona y una de las pocas potencias nucleares mundiales.

Si Israel no quiere que los milicianos palestinos se armen con pistolas y fusiles para enfrentar los tanques, cañones y aviones israelíes, que los retire. Si no quiere atentados contra los colonos fascistas que usurpan tierras árabes, que los retire. Si no quiere atentados suicidas, repudiables, salvajes, contra sus civiles en Israel, que se retire de las tierras palestinas y deje funcionar allí un Estado independiente, con el cual trabajar en paz por la reconstrucción de la economía palestina destruida por Israel y, por lo tanto, por reducir la desesperación y el desempleo, que son el caldo de cultivo del terrorismo individual. Si no quiere que éste crezca con cada masacre, como la de Jenin, en una sangrienta espiral ascendente de violencia y muerte que no tiene fin, que se retire de las tierras que oprime y ocupa, que acabe con el terrorismo de Estado, que declare bárbara la ley del Talión que practica con alta tecnología, que combata el racismo antiárabe para no recoger racismo antijudío, que indemnice a sus víctimas (los refugiados, los despedidos por racismo, los que vieron sus árboles arrancados, sus casas destruidas, sus escuelas y hospitales bombardeados, sus servicios anulados, sus aguas robadas).

En manos de Israel, y sólo de Israel, está la paz. El mundo debe denunciar la falacia criminal de Bush-Sharon que pone en el mismo plano al criminal de guerra en Sabra, Chatila y Jenin y a la víctima encarcelada del mismo, Yasser Arafat. Israel ejerce el terrorismo de Estado y fomenta entonces el terrorismo, practica la violencia, el apartheid, el colonialismo y tiene, por consiguiente, que enfrentar una guerra anticolonial que puede desembocar en una guerra entre los Estados de la región.

Si los años treinta del siglo pasado nos enseñaron algo, es que hay que parar a los genocidas, como no se los detuvo en Etiopía o en España, provocando así la guerra mundial. Todos los Estados deben parar a Israel. Si sus gobiernos sólo escuchan al belicista Bush, aliado de Sharon, corresponde a los pueblos hacer que se imponga la voz de la razón y la paz antes de que sea demasiado tarde.

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