Gilberto López y Rivas
El país a la deriva
Terminaron las expectativas de cambios económicos, sociales y políticos que se habían generado en la sociedad mexicana con el triunfo de Vicente Fox. Hoy, como en los últimos años del viejo régimen, campean la incertidumbre y la angustia de amplísimos sectores sociales sobre la situación que se vive y lo que el futuro les depara.
La constante del gobierno encabezado por Fox ha sido el incumplimiento de prácticamente todos sus compromisos electorales. El crecimiento de 7 por ciento del producto interno bruto, la creación de empleos, los créditos a la micro, pequeña y mediana empresas, y la paz en Chiapas fueron, con el pasar de los meses, letra muerta en el panteón de la retórica presidencial.
El único cambio comprobable es en sentido negativo. No se ha recuperado el poder adquisitivo de los salarios y, más allá de tecnicismos financieros, la inflación persiste, la desocupación crece y el mercado interno se estrecha más cada día. El gobierno foxista continúa y profundiza los aspectos más nefastos de las políticas económicas de Salinas y Zedillo, insistiendo en las privatizaciones como panacea y en la apertura indiscriminada a los capitales trasnacionales especulativos, que obviamente no se invierten en la planta productiva nacional.
El presidente Fox no sólo no ha cumplido con las aspiraciones de transformaciones democráticas de la mayoría de la población, sino que ha dado la espalda a los problemas de la gente y ha traicionado el interés nacional. Algunos ejemplos bastan para demostrarlo.
La obcecación de continuar el proyecto de construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, que no toma en cuenta el sentir mayoritario de la población afectada ni el impacto ambiental que supondrá, sólo satisface a los grandes empresarios beneficiados. El continuismo de las políticas contrainsurgentes en Chiapas nuevamente apuestan al desgaste del EZLN, a la división de las comunidades, a la militarización y a la impunidad de los grupos paramilitares. La campaña de desprestigio contra el Congreso de la Unión porque se negó a cumplir los caprichos presidenciales de viajes insustanciales no justificados, así como por las resistencias de diputados y senadores a sus políticas económicas y en materia de política exterior. La subordinación a Estados Unidos en los ámbitos económico, político, diplomático, militar y policial.
"El gobierno del cambio" carece de ética, y la mentira es uno de sus rasgos sobresalientes, a pesar de sus cursos de adoctrinamiento vía Internet, que al parecer no han tomado el propio Fox ni su canciller, quienes quedaron desnudados por la célebre conversación telefónica que muestra un Presidente torpe, irrespetuoso y, sobre todo, fiel guardián de George W. Bush. El lamentable y penoso episodio de Monterrey desprestigió al gobierno de Fox y le hizo perder autoridad moral ante el mundo y ante los propios mexicanos. Ningún argumento de violación a ridículos valores de "caballeros" puede ser esgrimido para encubrir un hecho irrefutable: Fox y Castañeda pretendieron engañar al pueblo de México y a la opinión pública mundial aduciendo que nunca se habían ejercido presiones sobre Fidel Castro para que se retirara y evitarle a Bush un mal momento.
El voto de México contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU es el corolario de numerosas acciones del gobierno foxista para profundizar su alianza estratégica con el imperio global estadunidense. En este caso, a la mentira como manera de hacer política del jefe de Estado se le suma la violación a la Constitución de la República en materia de relaciones internacionales.
No sería la primera vez que Fox engaña a la opinión pública. Como bien lo documentó La Jornada, el financiamiento de su campaña fue recaudado en violación a la ley. Por ello el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal ordenó hace dos días reabrir la investigación, dado que la indagación del IFE fue considerada "deficiente e insuficiente".
Según Fox, vender el escaso patrimonio de la nación es el único camino viable para la recuperación y despegue de la economía. Sin embargo, recordemos que el "error de diciembre", con su secuela de devaluación, fuga de capitales y grave crisis financiera, tiene lugar después de un sexenio de ventas de empresas estatales.
También es necesario verse en el espejo de Argentina, ejemplo de lo que no debe hacerse en materia de política económica. Sin embargo, durante la década de los dos gobiernos de Menem, ese país fue puesto como modelo para América Latina. En medio de procesos plagados de corrupción, todas las empresas públicas pasaron a manos de capitales trasnacionales. Mientras duró el dinero de las malas ventas, Argentina vivió el sueño de haber ingresado al Primer Mundo y hoy su pueblo vive la peor pesadilla de su historia. El fantasma argentino recorre América Latina y Vicente Fox se presenta como dilecto discípulo de Menem, llevando el país a la deriva contra la voluntad de un creciente número de ciudadanos que incluso creyeron en sus promesas de transformación.
Se hace imprescindible organizar resistencias desde abajo y a partir de una globalización incluyente y democrática, que garantice la sobrevivencia y el desarrollo de nuestra patria como nación soberana que tome en cuenta el interés de las mayorías. Esta es la ética que no comparten ni Acción Nacional ni Vicente Fox, y que no se encuentra en el glosario de su adoctrinamiento virtual.
