Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 6 de mayo de 2002
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Política

ASTILLERO

Julio Hernández López

EL PROGRAMA BINACIONAL conmemorativo del 5 de mayo estuvo a punto de salir perfecto. El presidente George W. Bush encabezó el pasado viernes las adulteradas celebraciones con que el comercio estadunidense incentiva el consumo del segmento poblacional llamado hispano (con desdén imperial, las principales compañías cerveceras gringas eligieron hace años una fecha, la que fuera, para organizarles galas gastadoras a los greasers provenientes del paisito vecino a las que luego sumaron a cuanto latinoamericano pudieron: 5 de mayo, la fiesta artificialmente inflada, la historia mexicana entendida al sonoro rugir de la caja registradora que sólo acepta dólares, la batalla de Puebla acomodada al interés de Budweiser, Coors y ahora Corona. (En www.beer.com, por ejemplo, se explica que "en 1861, el presidente Benito Juárez decidió suspender el pago de deuda externa por dos años. Lo que no fue su más brillante idea", y que a partir de allí se desataron conflictos bélicos como el del 5 de mayo.)

COMO QUIERA QUE fuese, lo cierto es que el presidente Bush aprovechó la fecha (el sábado volvió a echarse en su programa radiofónico en español casi el mismo rollo del día anterior) para continuar con el cortejo de los votantes hispanos (el invitado de esta ocasión a la Casa Blanca fue un charro light, Pedro Fernández, quien fungió como embajador plenipotenciario para presentar formalmente la filosofía del gobierno mexicano con música de mariachi: el Yo no fui que es la canción presidencial de cabecera). Además, el buen George insistió ante los medios en demandar al Congreso que aprueben fórmulas benéficas para los inmigrantes mexicanos, a sabiendas de que la realidad política de ese Poder Legislativo no es propicia para esas generosidades, pero también deseoso de seguir jugándole el dedo en la boca respecto a planes de regularización migratoria al gobierno vecino amigou (ahora resulta que Bush y Fox serían una especie de versión moderna, marlborizada, de Benito Juárez y Abraham Lincoln, según uno de los bushismos pronunciados en recuerdo de las andanzas victoriosas de Ignacio Zaragoza).

EL PRIETITO (OBVIAMENTE) en el arroz, fue puesto en el Campo Marte de la ciudad de México, cuando el presidente Vicente Fox oprimió el botón activador del motor que izaría la magna bandera nacional ante la cual se recordaría la mencionada batalla de Puebla. Clic, y nada. Otro clic, y nada. Casi dos mil elementos del Ejército y la Marina se mantuvieron impasibles mientras pasaba uno, casi dos minutos y la tecnología elemental del off-on se negaba a funcionar (lo bueno es que en México no tenemos maletín para el disparo de bombas nucleares). El Presidente decidió comenzar la ceremonia oficial con la bandera en lo bajo. Había hablado el primero de los oradores cuando al fin el recurso manual permitió la elevación del símbolo patrio.

PARA HABLAR DE patriotismo, los chicos de la prensa tuvieron a bien buscar, al término de la ceremonia, las palabras del canciller Castañeda, pero éste, afectado de un mutismo que al parecer ha sido causado por algún virus caribeño, no quiso iluminar al país con sus declaraciones y, en cambio, enfiló a los reporteros hacia la diputada Beatriz Paredes ("ella quiere hablar con la prensa"), en lo que seguramente forma parte de la estrategia de recomposición de las relaciones entre Tlatelolco y San Lázaro.

EN LA CUBA DE las querencias castañedistas también hubo novedades. El gobierno castrista liberó con oportunismo a Vladimiro Roca, el más famoso de los disidentes cubanos, quien estaba en prisión desde julio de 1997, cuando suscribió junto con otros tres ciudadanos de la isla un documento llamado La patria es de todos, en el que reclamaba democracia en su país y refutaba las tesis del quinto congreso del Partido Comunista de Cuba. Roca fue condenado a cinco años de cárcel bajo el cargo de "actos contra la seguridad del Estado en relación con un delito de sedición". El gesto del gobierno fidelista (a dos meses de que fuera cumplida íntegramente la sentencia) se dio a una semana de que arribe a La Habana Jimmy Carter, el ex presidente de Estados Unidos que se ha especializado en la defensa de los derechos humanos y la observación electoral internacional (otro ex mandatario, por cierto, prefiere ganar mucho dinero empleándose con credenciales de presunta simpatía. No se trata, desde luego, de Ernesto Zedillou, sino de Bill Clinton, quien está en negociaciones para ser el presentador de un programa televisivo con entrevistados, al estilo Oprah Winfrey, con un ingreso personal de unos 50 millones de dólares al año).

MENOS GLAMOUR VA teniendo el presidente Fox con la prensa extranjera. Ayer fue publicada en El País una entrevista que sostuvo con Juan Jesús Aznárez en la ciudad de México. Lo más llamativo es el tono crítico, sin complacencias, de la mayor parte de las preguntas hechas por Aznárez, quien abrió fuego con un planteamiento directo: "La lectura de su gestión está siendo criticada. Se dice que habla mucho y hace poco", a lo que Fox contestó que "me pasaría media hora, y probablemente diez páginas del periódico, relatando todos los logros que hay...". El resto de la entrevista transcurrió por el estilo, con un periodista tocando los incumplimientos y enredos del Presidente y, éste defendiéndose con el recurso de leer párrafos de su libro favorito, Vicente en el país de las maravillas. De todo, tal vez lo más rescatable sea la reincidente ingenuidad confesa: "ƑPiensa volver a hablar por teléfono con Fidel Castro?", le preguntó el periodista, y el Presidente mexicano respondió: "Esto... no por el momento. Pero, bueno, en materia diplomática siempre hay que estar conversando con los jefes de Estado".

LO BUENO ES que uno de sus futuros interlocutores no será Jean Marie Le Pan, digo, Le Pen. El candidato ultraderechista fue sonoramente derrotado ayer, en una jornada en que la izquierda debió optar por el mal menor, que en el caso fue el relecto Jacques Chirac, quien llevaba 81.5 por ciento de sufragios a su favor cuando se había contabilizado casi la mitad de los votos depositados. Salvado el escollo fascista de las tres letras (Pen, no Pan), les quedará a los franceses un presidente de voto útil, sin compromiso mayor que el de tirar la carreta sin grandes compromisos sociales.

Y, HABLANDO DE civilidades, nadie negará que el político tabasqueño que gobierna la capital del país ha avanzado en buenos modales. El presidente Fox fue a cocorearlo a su tierra natal, donde dijo que los índices delictivos han bajado en todo el país, menos en el Distrito Federal, pero Andrés Manuel no se lanzó indignadísimo contra esas palabras de lo que un año atrás, por causas similares, calificó de banda de Los Pinos. Ahora prefirió seguir con la maltratada luna de miel, calladito, navegando al son de las encuestas de opinión.

Fax: 55 45 04 73 [email protected]

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