Mariana Yampolsky
Omnipresencia de la pasión
La manera de retratar a México ha cambiado. Es
curioso, ahora muchas de las personas que retrato me piden un momento para
arreglarse o darse un baño. No importa mi explicación de
que la mugre no se ve. Media hora después aparecen, se ponen en
pose y visualmente esto también es de gran valor porque los retratados
quieren que los recuerden con su mejor ropa y su mejor cara. Así
que las imágenes de los fotógrafos que van de pueblo en pueblo
capturando momentos son de gran valía.
Es peculiar ver cómo las personas se ponen tiesas,
con cara muy seria y jamás se ve una sonrisa; no se relajan frente
a la cámara. A propósito de esta actitud ante un fotógrafo,
debemos recordar que a principios del siglo XX existía la idea entre
la población rural de que una fotografía robaba el alma.
Pero las nuevas generaciones ya no piensan así. Debo decir, sin
embargo, que muchas veces debí emplear mi tiempo en convencer a
la gente para que se dejara fotografiar y, otras, me vi en la necesidad
de desistir de hacer una imagen. Así que muchas de mis fotografías
en el campo mexicano han sido de cómo quieren ser vistos los personajes;
y eso marca una diferencia.
Mi preferencia por el campo mexicano la debo a que nací
en el campo y tengo mucha empatía con las personas que dependen
tanto de la lluvia, la sequía, los ríos, los lagos... la
tierra misma. La creatividad en el campo es más libre. Aunque muchas
veces hay más pobreza, el que alguien tenga que coser su ropa, construir
su casa, hacer su loza con los materiales que tiene a su alrededor, despierta
enorme creatividad en casi toda la población. En cambio, en las
ciudades uno puede, según el dinero que tenga, comprar su ropa,
lo mismo en el Palacio de Hierro que en La Lagunilla, pero no manufactura
sus cosas.
Para desempeñar mi trabajo he tenido que amar.
No hay de otra, tienes que amar u odiar pero profundamente, porque si todo
te da lo mismo entonces la fotografía refleja ese sentimiento. El
horror, el coraje, la decisión, los podemos ver en las fotografías
de nuestros reporteros, está ya en nuestra historia esa forma de
trabajar. Hay un sinfín de injusticias y cosas bellas de las cuales
tenemos noticia concreta a través casi sólo de la fotografía.
Entonces, la fotografía es parte de la vida social, aunque debo
aclarar que con los avances técnicos la foto puede ser trucada,
y hacer trucos nunca ha sido plausible en ninguna de las artes.
Generalmente les pido a los jóvenes que analicen
bien antes de tomar la cámara en sus manos, porque de ahí
tiene que surgir la decisión, después de ver las fotos. Tiene
que salir al mismo tiempo de tu cerebro y de tu corazón. Entonces,
construir es un modo, señalar, otro, pero todo necesita de pasión,
que puede ser fría; se puede construir, pero al momento de ver lo
que has hecho, tiene que emocionarte. Si no, tíralo a la basura.
Fragmentos de entrevistas con Mariana Yampolsky que se
publicaron en estas páginas